Cristina Ramírez Bueno
Ganadora de la II edición del Premio de Dibujo DKV-MAKMA
Cristina Ramírez Bueno (Toledo, 1981) es licenciada en Historia del Arte (2005) por la Universidad Complutense de Madrid y Bellas Artes (2010) por la Universidad de Granada, ciudad esta última en la que reside actualmente. Conoció el premio DKV-MAKMA en la convocatoria del año anterior (2015), pero en dicha ocasión no pudo presentarse.
No es difícil de entender, puesto que la propia convocatoria puede que no encaje en determinados momentos de la trayectoria de un artista, e incluso en otros casos, las bases del premio actúen como filtro disuasorio para quien busca la suerte rápida en las artes. En sentido contrario, las mismas bases han resultado ser atractivas para otros artistas que muestran recursos de adaptabilidad y no escatiman tiempo, dedicación, talento, recursos técnicos, y atrevimiento suficiente para salir del encorsetado estigma de dibujar únicamente en condiciones de plena libertad temática.
Lo definiría Goya de manera muy personal: “La fantasía, aislada de la razón, sólo produce monstruos imposibles. Unida a ella, en cambio, es la madre del arte y fuente de sus deseos”.
Deseos que ya en los inicios de la expresión artística se funden con la acción de dibujar relatos y la de relatar con dibujos. Son las primeras pinturas rupestres, y en este sentido, además de Altamira, destacan otros ejemplos, como las barcas y figuras humanas sobre piedras de Bohuslän (Suecia) que representan algún mito, combate o danza de la Edad del Bronce.
El trabajo de Cristina Ramírez pone de manifiesto la idea de la atemporalidad, la reflexión de que ya hubo un “antes de”. Argumentos no le faltan, pues ya el pintor paleolítico exploró cada superficie y cada pigmento para que sus expresiones gráficas perduraran. Para ello, utilizó varias técnicas, el rociado, el grabado, el estarcido, y por supuesto, el carboncillo. Inspeccionó cuevas y construyó andamios, y como testigo omnipresente, el fuego. Fuego para dar calor y lumbre, pero también para generar un clima que facilita la construcción de historias a su alrededor. Historias de tradición oral a las que el fuego aporta el calor para que la creatividad popular fluya y sea plasmada gráficamente, pero también historias que piden paso cuando el fuego se apaga y tras ello se alimentan leyendas de tinieblas y dudas.
Es el punto de partida de ‘Negro Humo’, un proyecto que bucea en la génesis de la expresión gráfica, en lo que inspira la oscuridad y el miedo propiamente dichos como ingredientes notables para generar apólogos, gestas y todo tipo de fantasías populares. Un proyecto que ha supuesto a Cristina Ramírez llevarse el reconocimiento del jurado.
Además de visitar la Galería del Tossal (sala que acogerá su proyecto expositivo) y pasear por el Centro histórico, Cristina Ramírez aprovecha la visita a Valencia para disfrutar de uno de los espacios simbólicos de la ciudad: el Jardín Botánico.
“El premio DKV-MAKMA es un certamen diferente”, confiesa Cristina. “La convocatoria tiene un grado plus de exigencia, está claro, pero para mí es muy abierto, da mucha libertad para trabajar y brinda la posibilidad de profundizar en la relación eterna entre lo gráfico y lo escrito, se le puede dar la vuelta. Personalmente, la propia exigencia temática me alentó a presentar proyecto. Es un premio hecho para un perfil amplio, aunque reconozco que mi trabajo artístico actual está relacionado con el vínculo entre el dibujo y la tradición literaria”.
El proyecto ‘Negro Humo’ no se queda únicamente en el origen, en lo primitivo del fuego y la sustancia gris que le da título. Conforme entra en materia, va desgranando información de ciertas obras de arte míticas que relacionaron lo literario con lo plástico, obras que desvelan el poder de inspiración de artistas de todos los tiempos como es el caso de ‘La Cocina de las Brujas’ (1610) de Frans Francken el joven, y que fue interpretada también por Goya (1797-1798).
“Es imposible reflejar todas las referencias de la historia del arte que me iba encontrando en relación con el proyecto, había que escoger”, confiesa Cristina.
En lo que respecta al s. XX, “me interesan las alusiones que Ana Mendieta hace al fuego y a las madres primitivas receptoras y transmisoras del saber. Y, en cuanto a la oscuridad, es inevitable citar a Leopold Perutz”, comenta.
Sobre Perutz, Cristina Ramírez basa su argumento con una cita apetecible para guardar en la memoria, referencia extraída de El maestro del Juicio Final (Ediciones destino, Barcelona: 2004).
“El verdadero miedo, el auténtico miedo, es el miedo que siente el hombre primitivo cuando se aleja del resplandor de la hoguera para adentrarse en la oscuridad”.
La cita es como un dardo que da en la diana de ‘Negro Humo’, que claramente gira en torno a esa reflexión, apunta Cristina Ramírez; es una abstracción ante la situación de miedo a lo desconocido y a la provocación que este sentimiento puede ejercer para inspirar y generar historias, mitos o fábulas.
Esa sensación de miedo no existe en ella a la hora de plantear su futuro profesional, pues en la carrera artística, la estabilidad es comparable al día a día de las cavernas prehistóricas, aquellos tiempos en los que proveerse de alimentos era el objetivo primario y en los que la abundancia se festejaría con las primeras pinturas como gesto de alegría.
La misma alegría y soltura que pone de manifiesto en sus trazos de grafito, sea para expresarse en clave crítica, sea para plasmar paisaje u objeto.
En el corazón del Jardín Botánico, la calidad de la atmósfera se advierte al respirar. La artista observa la robusta estructura de una encina fabulosa. Da la sensación que la interioriza y almacena en su memoria para plasmarla en cualquier momento. «Es uno de mis árboles favoritos», apunta.
– ¿Qué representa recibir un galardón como el Premio de Dibujo DKV-MAKMA?
– Cristina inspira, expira, y responde: “Representa una motivación extra, coger oxígeno en un paisaje profesional con muchos obstáculos que superar, es como una provisión de aire puro, aire como el que se respira en este lugar”.
Vicente Chambó
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