Justo Serna Dani Nebot

#MAKMAArte
Desayunos MAKMA
‘La cultura como necesidad’
Con Dani Nebot y Justo Serna
Entrevista de Jose Ramón Alarcón, Merche Medina y Salva Torres
Fotografías: Fernando Ruiz
Col·legi Major Rector Peset
Plaça del Forn de Sant Nicolau 4, València

MAKMA retoma sus desayunos con diferentes agentes de la cultura para reflexionar, precisamente, sobre la necesidad de una cultura que, cuando vienen mal dadas, suele ser la primera damnificada en los presupuestos económicos aprobados por los responsables políticos que nos representan.

Si la educación y la sanidad son los pilares sobre los que se sustenta el llamado estado del bienestar, no es excluyente considerar a la cultura como ese otro pilar necesario en el desarrollo mental del ciudadano, máxime en los periodos de inestabilidad provocada por cualquier catástrofe. Como dijo, en este sentido, el político y novelista francés André Malraux, “la cultura es lo que, en la muerte, continúa siendo la vida”.

Para hablar de esa cultura necesaria, todavía necesitada, valga la redundancia, de voces que, lejos de clamar en el desierto, calen en el conjunto social para elevarla al rango de ya imperiosa necesidad, hemos reunido en el Col·legi Major Rector Peset de València a Dani Nebot, Premio Nacional de Diseño en 1995, y Justo Serna, escritor y catedrático de Historia Contemporánea de la Universitat de València, para reflexionar en torno a ello.

Y, de entre lo que a continuación leerán, extraemos estas primeras precisiones acerca de la exigencia cultural: “La cultura es estar dispuesto a cambiar de opinión sobre las cosas en función de un nuevo conocimiento” (Nebot), y “la cultura es necesaria porque es un nutriente” (Serna).

Justo Serna (izda) y Dani Nebot, en el Col·legi Major Rector Peset. Foto: Fernando Ruiz.

Empecemos por el principio: ¿qué entendéis por cultura?

Justo Serna (JS): Hay una contraposición más o menos obvia entre cultura y naturaleza. En ’Estructuras elementales del parentesco’, el antropólogo Claude Lévi-Strauss decía que la cultura siempre es algo local, mientras que la naturaleza es algo universal. Lo que quería decir es que natural es todo lo que los humanos necesitamos, hacemos, desempeñamos, y, en cambio, lo cultural sería la manera particular que tienen los grupos humanos de resolver las necesidades que son universales: no comemos lo mismo, no tenemos los mismos usos de mesa, no nos relacionamos igual, y eso es propiamente cultura.

Pero cultura es también la bomba atómica, las armas, la silla eléctrica. De hecho, el arranque de la cultura es, precisamente, la violencia, que es igualmente mencionada por Sigmund Freud, porque la producción de armamento es una cultura que nos horroriza, pero que forma parte igualmente del progreso.

Dani Nebot (DN): A mí me gusta más pensar otra cosa. No tengo la seguridad, pero me encuentro cómodo pensando de esta otra manera: la violencia aparece por un problema demográfico. Si tú no tienes que luchar por el agua, pues no eres violento. La violencia aparece cuando tienes que disputar por algo que es escaso.

JS: Lo primero que debemos aprender como niños es que no estamos solos en el mundo, que no somos el centro del universo, y es muy frustrante admitir que no lo eres, y, además, que tu madre no te pertenece, y esa es otra gran frustración que tampoco admitimos. Y, por último, has de aquilatar la tolerancia a la frustración, porque educarse, formarse, es frustrarse.

Ahora bien, la cultura no puede consistir únicamente en la frustración, porque entonces se convierte en una olla a presión que estalla, de manera que hay que canalizar esa pulsión, y el arte es una manera de sublimar esas pulsiones que son propiamente animales y que tienen difícil domesticación.

DN: Pero siempre aparecen con la demografía, en la relación con los demás. Tú puedes hacer lo que te da la gana, si vivieras solo, pero como vives con otros pues tienes que llegar a una serie de entendimientos. De forma que no es que no puedas hacer lo que te da la gana, sino que el respeto que te tienes a ti se lo debes también a los demás.

Entonces, ¿por qué pensáis que la cultura es una necesidad?

JS: La cultura como necesidad puede responderse fácilmente, al menos de entrada, diciendo que es un nutriente. ¿Acaso puede pensarse que sin cultura uno puede crecer, madurar y, por tanto, tener una relación de sociabilidad perfectamente sensata sin tener un crecimiento cultural?

Todo es cultura, hasta lo más primitivo y lo más básico, pero luego hay un refinamiento que nos lleva a la altura cultura, por decirlo de modo clásico, y que es lo primero que se cercena en los presupuestos cuando hay una crisis. ¿Por qué ocurre eso? Porque creo que hay una concepción muy vulgar de la cultura que consiste en pensar que es aderezo u ornamento.

Si lo piensa uno bien, la vida de cualquiera transcurre en buena medida, incluso en el estado de vigilia, ya no digo en el sueño, con unas cavilaciones internas que serán más o menos ricas en función de tu interés de saber más. Hay un grabado de Goya, en el que un anciano, armado de dos palos, va avanzando por un terreno y arriba del grabado pone: “Aún aprendo”. Eso es justamente lo que quiero decir.

‘Aun aprendo’, obra de Francisco de Goya.

DN: Lo de aprender es que es un lujo. Lo que más me encanta es descubrir un día que he estado equivocado toda mi vida; que lo que yo creía que era así, resulta que es de otra manera; que he adquirido un conocimiento que me hace entenderlo de otra forma.

Y, en ese momento, es como si en la habitación de mi vida apareciera un nuevo balcón que, cuando lo abro, veo que pasa una procesión diferente, que jamás hubiera visto de no haber abierto esa ventana. Y es que una nueva visión te lleva a un mundo que jamás podrías imaginar que existiera y te libera.

Mi premisa es: me reservo el derecho a pensar, un minuto después, de forma diferente a como pienso ahora. La cosa esa española de “nunca cambiar, jamás aprender” me parece nefasta. Hay que estar dispuesto a cambiar de opinión sobre las cosas en función de un nuevo conocimiento que dibuja un nuevo aspecto de la vida.

Decía el filósofo Ludwig Wittgenstein que “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. ¿La cultura vendría a ser la encargada de ampliarlos?

JS: Karl Marx decía que cada sociedad se plantea solo las preguntas que puede responder. Yo creo que no. La imaginación, el arte, la literatura es capaz de plantear preguntas que no tienen respuesta en la sociedad en la que se vive. Por eso hay ciertos autores, ciertas obras maestras, que no pertenecen a su contexto o saltan de su contexto, porque están planteando cosas que los contemporáneos de esa obra no se lo habrían planteado, al estar fuera de los límites del lenguaje de su mundo.

De ahí que haya obras clásicas que todavía las leemos. Así como las ciencias duras no necesitan recurrir a Newton, en las ciencias blandas y en las humanidades no podemos descartar a nuestros clásicos. Si tú no quieres ser alguien que viva arrastrado por la corriente de tu tiempo, lo que tienes que hacer es, justamente, nutrirte para, hasta cierto punto, nadar a contracorriente, porque quieres cavilar y pensar en lo que puedas aportar, aunque sea infinitesimal.

Cuando la cultura y la educación han dejado de tomarse como un escalón social, es decir, como un medio para prosperar a más y mejor –no necesariamente tener más dinero, sino sentirte mejor con lo que aprendes–, pues entonces es fácil en los presupuestos pegar el recorte y quitar los recursos culturales.

Dani Nebot, en un momento de los ‘Desayunos MAKMA’, en el Col·legi Major Rector Peset. Foto: Fernando Ruiz.

DN: Pienso que es un problema político. Al principio de la democracia, había una máxima no escrita que decía: “Nosotros decidimos qué hay que hacer y los técnicos dicen cómo hay que hacerlo”. Y eso dio un resultado magnífico. Lo importante era el proyecto, no el promotor ni el ejecutor.

En València, la cultura siempre ha sido una cuestión muy peligrosa, porque todo giraba en torno a determinadas familiares culturales: si pertenecías a ellas, eras amigo y, si no, eras el demonio. Nunca se ha creado un cuadro técnico de dirección cultural que esté por encima de la política.

Hay un achatarramiento de la cultura en esta ciudad y una pérdida de la ejemplaridad. Si la cultura que emana de la Administración no tiene un valor ejemplarizante termina resultando un desastre, porque no hay patrones a seguir. Y cuando digo ejemplarizante, me refiero a que la calidad de lo representado sea el objetivo a cubrir.

El talento solo florece en el encargo, porque si no hay encargos por parte de las instituciones no puede haber talento, porque si no tienes trabajo que realizar pues tienes que dedicarte a otra cosa. Aquí solo vive de la cultura el que gestiona cultura, no el que la genera. El que genera cultura se muere de hambre. La cultura parece la Cruz Roja de una serie de gente que tiene que vivir de otra cosa.

Además, en esta ciudad se desprecia la museografía. No es que se desprecie, es que no existe. En todos los catálogos del IVAM, no hay ninguno en los que en el staff ponga museografía o diseño expositivo fulano de tal. Ninguno. Es como si la museografía surgiera de una manera espontánea. Se habla del comisario, pero ¿qué sabe el comisario de museografía? La puesta en escena es fundamental para percibir el relato.

Justo Serna, en un momento de los ‘Desayunos MAKMA’, en el Col·legi Major Rector Peset. Foto: Fernando Ruiz.

JS: La situación que vivimos hoy en día ha traído elementos buenos, muy buenos, malos y regulares. El hecho de que se haya democratizado la cultura –vamos a denominarlo así–, el hecho de que tengamos acceso a múltiples fuentes y recursos culturales hace que, por ejemplo, los criterios de calidad, excelencia o autoridad hayan declinado, al menos en parte.

El criterio de autoridad ahora está muy vapuleado y eso no siempre es malo, porque el empavonamiento y la fatuidad de muchos intelectuales o creadores creyendo que era su voz la única autorizada, pues esto felizmente ya no es así y, por tanto, se han multiplicado las posibilidades de poner en tela de juicio lo que desde la autoridad se nos dice, lo cual lleva, por el contrario, a que cualquier botarate, como decía Umberto Eco, pueda emitir su opinión y universalizarla a través de las redes, cuando ese botarate, décadas atrás, la universalizaba en la plaza de su pueblo.

DN: Tener cultura de proyecto es muy importante, porque significa ir paso a paso despejando incógnitas; vas encontrando soluciones a problemas y cuando todo cuadra es cuando lo adobas con soluciones plásticas. Porque la gráfica, que es lo que te pide el cliente, es mensaje, pero también es paisaje y cuando es paisaje interpela a toda la sociedad. Luego, hay un compromiso con la sociedad y con la especie. Esa visión del largo plazo es fundamental para hacer cosas de calidad.

La cultura y la ideología que lo impregna todo, ¿es posible separarlas o es necesario, cuando no inevitable, que convivan juntas?

JS: Desde el punto de vista institucional, digamos que el segundo escalón tiene que ser de gente técnica, preparada y que le plantea un abanico de posibilidades al político que tiene que decidir y que, por tanto, no se base en la clientela, en la amistad, la cercanía, la simpatía ideológica…

DN: Que tenga un proyecto al cual se deba, que le sirva de tutor.

JS: En relación con los creadores, de cualquier índole, lo mejor es que se evite, en la medida de lo posible, el sectarismo, el proselitismo, la pedagogía más plana acerca de los buenos y los malos. En todas las manifestaciones culturales debería ser así, lo cual no obsta para que tú tengas tus concepciones ideológicas, tu pensamiento, pero exígete salir un poco de ti mismo.

Dani Nebot y Justo Serna, en un momento de los ‘Desayunos MAKMA’, en el Col·legi Major Rector Peset. Foto: Fernando Ruiz.

¿Cómo veis el hecho de que se pospongan actos culturales o se anulen inauguraciones por respeto a los afectados por la DANA, al margen del lógico plazo para gestionar el duelo, que deja sin trabajo a cuantos viven precisamente de la industria cultural?

JS: Es normal que el impacto producido por una catástrofe como la provocada por la DANA, aunque no te haya tocado a ti, provoque cierto duelo y te sientas concernido por ello. Ahora bien, cuándo se acaba el duelo.

Volviendo al principio, la cultura es alivio espiritual, pero también puede ser una provocación. La cultura no es solo para públicos que saben lo que van a ver y que salen auto confirmados con lo que sabían de antemano, sino que puedes salir noqueado.

Y, desde luego, en este contexto tan excepcional, para los que sobreviven, para los que han sido dañados directamente, aparte de la reconstrucción material, el que se les ofrezcan ofertas culturales para que puedan sublimar aquello que han perdido es fundamental.

DN: Esta paralización de la cultura no es más que consecuencia de la dinámica de despedazamiento del sector cultural que han venido haciendo los políticos en nuestra ciudad.

Pero ya centrado en la actual coyuntura, yo hubiera dado un tiempo de luto: ¿una semana? Pues una semana o lo que haga falta. Ahora bien, no es tanto el hecho de que se suspendan las actividades, sino el que no se hagan responsables de los perjuicios económicos que todo esto haya podido generar.