Genoveva Tusell, autora de ‘El Guernica recobrado’
Ediciones Cátedra
Septiembre de 2017
La historiadora del arte Genoveva Tusell ha desentrañado en ‘El Guernica recobrado. Picasso, el franquismo y la llegada de la obra a España’ (Cátedra) el sinfín de circunstancias que hizo posible la vuelta a nuestro país de la gran obra maestra de Picasso.
Desde su creación para el pabellón español de la Exposición Internacional de París en 1937, donde se exhibiría junto a obras de Joan Miró y Alberto Sánchez, hasta su llegada al Casón del Retiro en 1981, pasando por su estancia en el MoMA, museo al que Picasso lo confió hasta que se devolvieran las libertades al pueblo español, el celebérrimo mural se convertiría en el gran símbolo por la paz y en contra de la guerra de nuestra época.
El ensayo de Genoveva Tusell se apoya en una sólida labor de investigación. Da cuenta de ello una extensa bibliografía, así como de documentación (epistolarios, fotografías) poco habitual.
Además de por su padre, el historiador Javier Tusell, que estuvo implicado en la devolución del Guernica a España, ¿qué otros factores intervienen en su decisión de investigar el complejo periplo del cuadro de Picasso desde su creación por Picasso en 1937?
Se trata de una investigación que me ha ocupado mucho tiempo, pues encontré las primeras informaciones sobre Picasso y sus relaciones con el franquismo cuando estaba realizando la búsqueda de información para mi tesis doctoral hace más de quince años. Poco a poco he ido profundizando en el tema a partir de mis búsquedas en archivos públicos españoles, hasta que finalmente la investigación ha ido tomando un cariz más personal cuando ha entrado a formar parte de ella la figura de mi padre. Debo agradecer a Álvaro Martínez-Novillo, que fue Subdirector General de Artes Plásticas, su apoyo y aliento para realizar este libro, ya que además me ha servido para contrastar y verificar informaciones.
¿Se ha llevado alguna sorpresa durante la fase heurística?
Las sorpresas han sido muchas, he descubierto cosas sobre esta historia que para mí eran por completo desconocidas. Por un lado, el papel de personas como José Luis Fernández del Amo, José María Moreno Galván, los galeristas Joan y Miquel Gaspar o el alcalde de Barcelona José María de Porcioles, que contribuyeron decisivamente a que hubiera un mejor conocimiento de la obra de Picasso durante el franquismo. Gracias a este libro he comprendido que la recuperación del Guernica fue una ardua tarea que implicó a un gran número de personas de muy diversa procedencia: diplomáticos, intelectuales, ministros, el personal del Ministerio de Cultura, abogados, etc. No es ni mucho menos fruto del trabajo de una sola persona, sino una labor conjunta de un gran grupo de personas de extraordinaria valía.
En el terreno de las anécdotas, he podido comprobar que se realizó una copia fotográfica a tamaño natural del Guernica para decidir en qué pared se instalaría de la Sala Lucas Jordán en el Casón del Buen Retiro. O el hecho de que la obra viajara a España a bordo de un avión de línea regular de la compañía Iberia. Lo hizo sin seguro, ya que no tenía sentido que el Estado se asegurase a sí mismo siendo el responsable del traslado.
En ese enmarañado proceso de devolución, en el que además del MoMA y su director de entonces, Richard E. Oldenburg, así como a su conservador jefe de pintura, William Rubin, encontramos a los herederos de Picasso, ¿qué hecho o personaje le parecen fundamentales a la hora de explicar el éxito de la empresa?
Por un lado, habría que destacar el papel de Rafael Fernández Quintanilla, embajador gracias al cual se localizó la documentación que probaba la propiedad del Guernica por parte del Estado Español. También Íñigo Cavero, un gran ministro de cultura, que supo ver la importancia de la recuperación de la obra; pero también Javier Tusell o Álvaro Martínez-Novillo, que trabajaron incansablemente hasta ver el cuadro instalado en España. El MoMA de Nueva York mostró una actitud muy colaborativa desde el primer momento, y gracias a su generosidad y la de los herederos el Guernica llegó a España junto con las obras preparatorias y postscriptos, un conjunto de gran importancia que no debía ser desligado de la obra maestra de Picasso.
¿Le parece que el cuadro debiera estar en El Prado, tal y como Picasso deseaba?
Afortunadamente, es un tema que a mí no me compete. Creo, eso sí, que antes de moverlo en 1992 debería haberse tenido en cuenta el compromiso adquirido en su devolución de respetar la voluntad de Picasso de que fuera exhibido en el Museo Del Prado. El Reina Sofía se creó en torno al Guernica y, hoy por hoy, es el lugar de donde no debe moverse el cuadro por motivos de conservación.
¿Qué representa, hoy, el Guernica?
El Guernica es una de las obras clave del arte del siglo XX, un icono contra la violencia desencadenada por los conflictos bélicos. Es una obra de plena actualidad, cuya imagen se utiliza aún hoy para denunciar, por ejemplo, las matanzas de civiles que tienen lugar en Siria. Cuando el Guernica llegó a España se le recibió como el ultimo exiliado. Era y es un recuerdo permanente de lo que significó la guerra civil y los años de dictadura, una imagen que nos recuerda que debemos luchar para que todo eso no vuelva a suceder en nuestro país.
Rafa Martínez
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