Aproximarse a la figura de David Trashumante -heterónimo de David Moreno Hernández- (Logroño, 1978) supone merodear la figura de un vate multidisciplinar y pro-activamente escénico, cuyos vestigios se emparentan inexcusablemente con cada extremidad/eslabón y exudación geográfico-letrada del microcosmos poético durante las dos últimas décadas.
Gestor de plaquetas y fanzines, creador de poesía visual, colaborador en revistas literarias, cortometrajista, coordinador de eventos culturales, ganador de los últimos Slam poetry Madrid y SLAM VLC, así como finalista del IV Poetry Slam Nacional celebrado en Mallorca, el presente curso literario viene a consolidar su volcánica e incesante actividad de lustros a través de dos publicaciones que le sitúan en el horizonte de los ineludibles: “Tacto de texto” (Ediciones del 4 de agosto, 2014) y “El amor de los peces” (Unaria Ediciones, 2014).
En estos instantes coordina el área de poesía de “INTRAMURS. Festival per l’art a València”, bajo la dirección artística de Salvia Ferrer, que tendrá lugar del 7 al 16 de noviembre en el epicentro histórico de la ciudad, alojado entre murallas extintas, con el objetivo de promocionar el arte contemporáneo fraguado en las entrañas de su perímetro.
¿Cuál es el concepto y objetivos que peculiarizan a INTRAMURS?
Intramurs intenta visibilizar el tejido social y cultural de una zona de la ciudad profundamente gentrificada: Ciutat Vella. Sobre todo quiere demostrar que todavía quedan vecinos y vecinas que hacen ciudad entre la marabunta de turistas.
Con esa energía nace INTRAMURS, energía por otra parte apoyada muy lateralmente por las instituciones gubernamentales. Podemos decir que es un festival autogestionado donde el aporte desinteresado de artistas y gestores culturales y los micropatrocinios de los bares, restaurantes y comercios de la zona, lo posibilitan. En este sentido, y a título personal, quiero evidenciar el calamitoso estado de las políticas culturales de la ciudad y la falta de visión de todos los agentes que la conforman, cegados en los grandes eventos y en lo mediático. La realidad es que Intramurs demuestra que con un poco de empeño podrían tener una ciudad llena de arte y cultura y fomentar un turismo de más calidad que el que nos visita, basado en el alcohol y la noche.
Lo más particular de INTRAMURS, por no desviarme de tu pregunta, es su vocación para la acción, las actuaciones en directo, poesía, música, performance, intervenciones… van a ser lo predominante y, en su mayoría, en la calle. Queremos una ciudad para la gente y no sólo para los gerentes de lo público y sus intereses asociados. Una Ciudad Vella espontánea y viva, como fue antaño.
Acercándonos con inmediatez a tus más reciente publicación, ¿qué elementos trascienden a la aliteración oclusiva del título «Tacto de Texto»?
Para mi la poesía es comunicación. Una vía entre el/la que lee, ve, toca, oye y el/la poeta que emite. Necesarios ambos a partes iguales para que el acto de la poesía tenga sentido pleno. Por ello, este poemario, tan coquetamente editado por Ediciones del 4 de Agosto, intenta jugar con el lector/a a través de la poesía discursiva, concreta, visual, interactiva y video-poética, siguiendo la estela de maestros como Joan Brossa y su “Tentetieso” o compañeros como Peru Saizprez.
Pero, ante todo, es una llamada al encuentro y a la reivindicación y la denuncia social con planteamientos lúdico-críticos. Un intento de tocamientos, textualmente hablando.
Retomando tu publicación precedente, «El amor de los peces» -prácticamente agotada su primera edición-, ¿cómo surge esa idea prosopopéyica de vincular la naturaleza acuática con el amor?
El amor, entendido desde los convencionalismos sociales, es rígido, tiende a encarnar esteriotipos, a mi entender, excesivamente simplistas. Tiende a exacerbar el amor de pareja y a extrañarse con cualquier otra clase de amor. Por tanto, congela algo que en realidad es el fluido, que rebosa por los vasos comunicantes que nos unen a todos los seres humanos.
Abolido el concepto cristiano de pecado original, en realidad, todos y todas hemos venido a aprender a amar sin complejos, puros. He ahí quizás un posible sentido de la vida (uno hermoso como mínimo). Un sentido que no siempre alcanzamos a ver, perdidos como estamos, ahogados en medio del agua, sin saber que en lo que nos estamos ahogando es en la propia esencia adaptable, por ende multiforme, abundante y cálida agua del amor.
Por eso me vino una imagen recurrente. Seres humanos como cardúmenes de peces, diminutos en una inmensidad que nos supera, que se cruzan, se enamoran y se olvidan incesantemente. Este distanciamiento simbólico del fluir amoroso me permitió proponer un pequeño inventario de amores, basados en mi propia experiencia y reconociendo de antemano que hay tantos tipos de amores como peces en el mar, que convierten al libro -tan amorosamente editado por Amelia Díaz Benlliure y su editorial Unaria- en un poemario de amor inclusivo. Un poemario meditativo de lo amoroso que me ha reportado muchas alegrías en los recitales con las personas, ya que hemos reído, llorado, nos hemos mecido juntos y juntas en el undivagar de sus versos. Vamos, que me he sentido como pez en el agua.
Respecto de tu venidero poemario, ¿cuáles son, a grandes rasgos, los pilares de su contenido?
La muerte. Del Eros me he pasado al Tánatos. “A viva muerte”, que sale en la editorial canaria Baile del Sol en enero, ha sido un libro duro de escribir. Un intento por enfrentarme a mi miedo profundo a la muerte, sin solución de continuidad, claro. Un darme una y otra vez contra el gran muro. El libro enfoca la muerte desde la propia experiencia simulada de la expiración, física y emocional y, a través de diversos registros estilísticos, intento que cualquiera que lo lea pueda trasladarse a ese instante final.
También hay apartados donde expongo la muerte desde su concepción política, cultural y social. Hay espacio para la denuncia, el debate y también, cómo no, la ironía y el sarcasmo. Un poemario de muchas caras pero que todas terminan en el mismo punto. Un “libro espiral”, como lo ha calificado Dionisio Cañas.
Además nace muerto, porque todo libro, y más con los tiempos que manejamos en el mundo editorial, desde que entregas el manuscrito hasta que lo publican, al ser impreso muere para la experiencia del poeta. Y como tal difunto cuenta con sus exequias textuales. Contiene a modo de prólogo un Libro de Firmas dónde poetas cómo Raúl Zurita, Ángel Guinda, Antonio Orihuela, David Benedicte, Alberto García Teresa, Ana Pérez Cañamares, Pedro Verdejo y el propio Dionisio han escrito sus “condolencias”; un panegírico del gran poeta de la imposibilidad, Eddie (J. Bermúdez) y un epitafio del maestro Enrique Falcón.
Un libro repleto de dignos/as plañideros/as que espero tenga su nicho de mercado en todas las cementerio-librerías del país. Al menos, creo que el formato va a ser económico.
www.davidtrashumante.blogspot.com
http://intramurs.org/es/inicio/
Jose Ramón Alarcón
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