‘Detective Conan: The Million-dollar Pentagram’: nuevo caso, la calidad de siempre

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‘Detective Conan: The Million-dollar Pentagram’, de Chika Nagaoka
Basado en la obra de Gōshō Aoyama
ShoPro, TMS Entertainment, TOHO Animation, Yomiuri-TV Enterprise
111′, Japón, 2024

1.129 capítulos de anime. 105 tomos de manga. 25 películas. Conan Edogawa (o lo que es lo mismo, Shinichi Kudo) continúa resolviendo misterios y atrapando asesinos 28 años después sin que su célebre pajarita roja se inmute. El tercer manga más vendido de la historia (con cifras que superan los 270 millones) demuestra que casi tres décadas de éxitos no son fruto de la casualidad.

Tampoco se debe a fanáticos imparciales que devoran cualquier elemento relacionado con Conan sin importar su calidad. La obra de Gōshō Aoyama se mantiene en la cúspide por una sencilla razón: su esencia perdura y perdura.

El Sherlock Holmes japonés regresa a la gran pantalla con ‘Detective Conan: The Million-dollar Pentagram’, de la mano de la directora Chika Nagaoka. Un filme realizado en 2024, pero con un aura atemporal.

La inolvidable banda sonora de Katsuo Ōno acompaña fielmente a Conan en su nuevo caso. Unas trompetas tan misteriosas como elegantes, que advierten del peligro y prometen emoción.

Una canción que se convierte en el Watson de este protagonista. Tan importante en el devenir de su existencia como los artefactos que fabrica el profesor Agasa. Esta melodía teletransportará a tiempos pasados a cualquier espectador que haya crecido con las aventuras del investigador.

En este nuevo episodio, Conan se verá envuelto en una red de misterios en la que deberá enfrentarse a viejos y nuevos enemigos. Por un lado, Kaito Kidd, la némesis del detective. El ladrón más famoso y escurridizo del mundo, cuya identidad sigue sin conocerse. Por otro lado, dos bandas de criminales sin escrúpulos y con muchas armas. Juntos emprenderán una peligrosa carrera en pos de unas milenarias katanas y de un tesoro oculto desde hace cientos de años.

Un misterio surge. Después, otro. Cuando se comienza a resolver la primera pieza del puzzle, un nuevo giro produce una nueva incógnita más retorcida que la anterior. Un sinfín de sospechosos con motivos para realizar el crimen se presentan, como si de una novela de Agatha Christie se tratara.

Este desarrollo individual de los personajes de forma equilibrada genera una nube de sospecha global en la que cualquiera puede ser el asesino. Una seductora prueba de obstáculos que el público agarra con fuerza hasta su inesperada resolución final.

Toda esta atmósfera de tensión, de violencia y de dolor se rebaja con el humor. Este ingrediente forma parte imprescindible del discurrir de ‘Detective Conan: The Million-dollar Pentagram’ en particular y de la biografía de Conan en general.

Los elementos cómicos propician un respiro al filme y evitan que se sobrecargue. Se colocan de forma sutil, no dotan a la película de un exceso de comicidad. Tampoco se resta importancia a los hechos que transcurren. Se convierten en un apoyo. Transforman la obra en una emocionante montaña rusa de altibajos emocionales.

La longevidad y la longitud de la leyenda de Conan Edogawa pueden actuar como elementos perjudiciales en el visionado de ‘Detective Conan: The Million-dollar Pentagram’. Pese a que la historia principal transcurre única y exclusivamente dentro de los marcos del largometraje, existen subtramas y personajes relativos al universo global de Conan.

Si no se posee un control continuo de las hazañas históricas del detective, es posible desorientarse en determinados puntos del filme. Un argumento de tales dimensiones exige un alto dominio de sus rincones. Ardua tarea, pero con agradable gratificación.

¿Recobrará finalmente Shinichi Kudo su cuerpo? ¿Qué ocurre con la Organización de los Hombres de Negro? ¿Podrán Ran y Kudo acabar juntos? Sin fecha establecida para el esperado desenlace, los fans de ‘Detective Conan’ deberán esperar para ver las respuestas a estas incógnitas. Mientras tanto, afortunadamente, podrán seguir disfrutando del detective igual que el primer día.