#MAKMAExposiciones | Exposición colectiva
Curro Canavese, María José Ballester, Rafa de Corral, Elena Martí, Vero Mc Clain, Josie Mc Coy, Ximo Micó, Lucia Peiró, Jose Picazo y Fernando Rincón
Comisario: Rafa de Corral
Sala Canavese
Sevilla 5 (bajo), València
Julio y agosto de 2020
Miércoles 5 de agosto de 2020
“Y se lamentaban de cuánta vida les había costado encontrar el paraíso de la soledad compartida”. Gabriel García Márquez recoge este sentimiento en ‘Cien años de soledad’, subrayando de esta forma algo que ha emergido con suma fuerza durante esta pandemia: la sensación de soledad, sin duda provocada por el confinamiento, y la de compartirla, obligados por el estado de alarma, pero que ha dado pie a subrayar la importancia de la ayuda mutua en medio del aislamiento, al tiempo que ponía en evidencia la conflictiva relación entre seguridad y libertad.
El filósofo Epicuro ya advirtió, mucho antes, la importancia del lazo social cuando dijo aquello de que antes de buscar algo que comer y beber, debíamos buscar a alguien con quien comer y beber, “pues comer solo es llevar la vida de un león o un lobo”. Valga este rodeo para destacar el sentido de la nueva exposición colectiva del Sporting Club Russafa, comisariada por Rafa de Corral.
Exposición que reúne obras de los diez artistas residentes del Sporting y que tiene de especial, aparte de recuperar la normalidad robada por el coronavirus, la inauguración extraoficial de la Sala Canavese, en homenaje al artista Curro Canavese, presente en la muestra con dos obras de potente materialidad plástica.
“Es una muestra que aúna los diferentes intereses de los artistas residentes en el Sporting”, señala De Corral. Intereses tan diversos como hermanados por esa soledad intrínseca al artista y esa necesidad, aumentada por la lupa de la pandemia, de compartir sentimientos a través de obras plásticas sin duda distintas entre sí, pero agrupadas en torno al lazo afectivo que supone a su vez rendir homenaje al compañero Canavese, quien dejara escrito: “Tardo mucho en pintar un cuadro. No para de hablarme”.
Como no paran de hablar las obras de los diez artistas reunidos en tan especial exposición colectiva: María José Ballester, Elena Martí, Vero McClain, Josie McCoy, Ximo Micó, Lucia Peiró, Jose Picazo, Fernando Rincón, y los propios Canevese y De Corral.
“Se trata de una exposición extraordinaria, ya que todo el programa actual del Sporting ha quedado congelado debido a esta situación de pandemia que todos conocemos. La idea es sumarnos a esta llamada nueva normalidad (muchos espacios ya lo han hecho), por ello estamos creando un formato nuevo de inauguración, previa cita o invitación personalizada, en la que nos reuniremos no más de 15 personas, con la ventaja de poder disfrutar de una manera más íntima y personal del trabajo de cada artista”, explica el comisario.
“Cuando pinto lucho contra la razón, y mi subconsciente siempre me da la razón”, señala Canavese en ‘Las ideas’, último libro que escribió en vida y que fue publicado recientemente a título póstumo. Sus dos cuadros presentes en la muestra dan fe de ese subconsciente que le da la razón para quitársela, y de esa tardanza pintando por culpa del exceso verbal aludido. Subconsciente y razón que bien puede hacerse extensible al conjunto expositivo, donde la figuración más cercana a la razón dialoga con la abstracción de ese subconsciente sometido a los dictados de la intuición.
Josie McCoy, con sus retratos, es la más figurativa de todos, poniendo el énfasis en una belleza del rostro femenino libre de asperezas, diríase que angelical para captar cierto imaginario donde prima la ausencia de las sombras. Junto a ella, Vero McClain reivindica una sexualidad sugerida por las formas del cuerpo femenino, en connivencia con ciertos objetos que metaforizan la genitalidad encubierta. Mujer y sexo como binomio de una larga tradición que asocia la sexualidad al cuerpo femenino.
Fernando Rincón, vinculado con esa figuración que se va diluyendo entre las formas, fotografía los emblemas de hoteles y clubes de carretera, con el fin de poner el foco en los signos que los representan. Rafa de Corral también se hace cargo de ciertas arquitecturas urbanas, aunque en su caso para desligarse completamente del referente, en su afán por captar las estructuras sólidas que, mediante el uso espléndido de la geometría y del color, cobran sorprendente vida. Diríase que las arquitecturas de Rafa de Corral nos hablan y, por seguir a Canavese, no paran de hablar en un silencio magnético.
Jose Picazo, en ese mismo ahondamiento del trabajo formal, que le ha llevado a manifestar su pasión por las estructuras deshabitadas (“soy un fan de las fábricas abandonadas”, ha llegado a decir), exhibe dos piezas en las que parecen animarse vallas, alambradas o fachadas, en comunión con un fondo telúrico del que tan pronto parecen salir a tientas, como a punto de sumergirse misteriosamente en él. Y, al igual que Joan Miró aplicaba colores como palabras y formas como si fueran notas musicales, también Ximo Micó juega con los signos, los colores y su distribución por el espacio del cuadro, para generar una percepción visual que rima con la poesía.
Con Lucia Peiró podríamos decir que volvemos a cierta figuración, por cuanto reconocemos una cama, una mano o una lámpara, pero, de nuevo tirando del subconsciente aludido por Canavese, para adentrarnos en un terreno de trasfondo onírico. Trasfondo que, en la obra de mayor formato, adquiere tintes de performance (especialidad en la que Peiró sobresale) al estilo de lo que proponía el animador Norman McLaren, cuando decía que su arte tenía mucho que ver con los movimientos que se dibujan. Al hilo de esto último, María José Ballester construye sutilmente líneas que parecen danzar en el espacio, jugando con los blancos a modo del silencio con el que John Cage se aproximaba a la poesía a través de la música.
Por último, Elena Martí, por aquello de hallarse frente a la obra del evocado Canavese, mezcla obra plástica y sutiles piezas escultóricas, para hacerse cargo de una materia que, en su obra pictórica, parece salida del subconsciente o territorio donde abundan los sueños. Subconsciente, en su caso, ligado a las profundidades de la tierra que, en forma de ocres, atraen nuestra mirada por el mimetismo con ese gran ojo a modo de inquietante globo terráqueo. Diez soledades, en suma, de otros tantos artistas compartiendo, junto a Curro Canevese, la dicha de existir.
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