#MAKMAArte
‘CDMX. La gran ciudad velada (Contra todo lo real)’, de Eduardo Marco
Orgnaniza: Fundación Casa de México en España
PHotoESPAÑA 2023
Casa de México
Alberto Aguilera 20, Madrid
Hasta el 27 de agosto de 2023
Estamos a 2.240 metros sobre el nivel del mar. En las calles el aire trae un jirón de olor a gasóleo, carnitas y humedad. Bienvenido a Ciudad de México.
México es un muestrario incesante de imágenes para quien haya cultivado la mirada. Los surrealistas encontraron en esta tierra las muestras vivientes de sus teorías. Todo es excesivo: la belleza, la miseria, la riqueza, la violencia, el urbanismo, la geografía humana. Esta megalópolis no se acaba nunca. El novelista Roberto Bolaño dejó escrito que México tiene la textura de un sueño. Ciudad de México: madre y madrastra. Esta dicotomía parece inapelable.
Eduardo Marco se prohibió el narcótico del cliché. Tampoco se ha permitido exhibir la violencia endémica, al menos de modo explícito. Sus fotografías muestran siempre un ángulo que aúna lo bello y lo siniestro. Eduardo Marco es un fotógrafo para adultos, no da lecciones, ni siquiera a la manera en que lo hizo de forma brutal Luis Buñuel en ‘Los olvidados’. Consigue mostrar lo hermoso y lo desesperanzado desde un ángulo distinto, imprevisto, siempre impactante.
Ahí está ese rojo sangre. Un puñetazo visual nos da la bienvenida. Esa serie de fotografías tomadas desde un helicóptero muestra una urbe teñida por un coágulo. El rojo es el color del fuego, el drama, el calor, el poder, la lujuria, la violencia, la malicia, el peligro… De la rosa y el látigo lacerante. Pero también del amor.
El color rojo invita a la acción, como bien vio Kandinsky, que lo asociaba con el sonido de un violín; un violín de mariachi, cabría añadir aquí. El sonido de una herida. Bajo ese escándalo de la sangre viven veintidós millones de personas. En mi particular interpretación, entiendo que Eduardo Marco eligió ese color para, de forma simbólica, sugerir todo lo que esconde y sufre Ciudad de México.
Bajemos del cielo a la tierra. En términos de técnica narrativa, el autor abandona la perspectiva omnisciente y adopta la primera persona del singular para relatar –y retratar– la ciudad a la altura de los ojos de sus habitantes. Si en la serie roja ese color unificaba la ciudad, aquí abajo predomina una sorprendente variedad de colores. La paleta de un pintor.
Esta serie de fotografías tomadas a pie de calle no forma un reportaje colorista, es la selección de unos materiales que nos atraen y nos ponen en guardia. Sus fotografías son objetos estéticos persuasivos, sí, pero también las señales e indicios de que bajo una escena cotidiana hay un subtexto que va más allá de la mera información visual. Eduardo Marco no explica, muestra y sugiere.
En contraste con la serie aérea, se enfrenta la iconografía religiosa, las calles, las tabernas, hombres y mujeres anónimos retratados mientras caminan por las veladuras de un sueño. Lo concreto, lo singular y único. Se adhieren vahos de humedad. El efecto onírico nos atrae más que la acomodaticia reproducción realista; lo conocido se transforma en objeto de asombro.
Donde los turistas adormecidos sólo vemos objetos curiosos, Eduardo Marco nos muestra un manjar óptico. En esta exposición los mariachis no forman parte de una iconografía domesticada. Adquieren nuevas cualidades, una vez filtrados por la potencia estética del fotógrafo y su portentosa capacidad para combinar luz, color y perspectiva. Eduardo Marco salva lo que observa porque transforma la pesadumbre en poesía; que es, a mi parecer, la capacidad más sobresaliente que puede poseer un artista de cualquier disciplina.
Esta exposición es un vuelo y un paseo por Ciudad de México, esa gigantesca dicotomía. México nos duele; México, mi amor.
- Eduardo Marco y la gigantesca dicotomía velada de Ciudad de México - 14 junio, 2023