#MAKMAEntrevistas | El artista en asilamiento
Carlos Domingo Redón
Viernes 17 de abril de 2020
En el mismo momento histórico en que el artista comienza a abandonar su condición de artesano, inicia un proceso como figura intelectual cuyas inquietudes obtendrán forma. Su creación pasa a ser el fruto de un proceso reflexivo e inspiracional basado en horas y horas de trabajo en su estudio, configurándose así un mito.
A principios del siglo XVII, Rembrandt representó este mito en ‘El pintor en su estudio’, en el que podemos ver al artista, con elegantes ropas –no las de un artesano–, encerrado en la penumbra de su estudio reflexionando sobre su creación. Este cliché llega hasta nuestros días y, seguramente, la imagen que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en el trabajo de un artista es muy parecida, salvando las distancias, al cuadro de Rembrandt.
Vivimos unos tiempos de crisis en los que la pandemia de la COVID-19 ha conseguido colarse por una grieta de la que parecía impenetrable fortaleza occidental, obligando a todos a replegarse en casa. Cabría preguntarse cómo ha afectado la situación al artista, acostumbrado a trabajar encerrado en su estudio.
Nos hemos puesto en contacto con Carlos Domingo Redón (San Agustín, Teruel, 1969), quien nos ofrece amablemente unas palabras desde su espacio de trabajo. Carlos es un artista que confirma este mito. Acostumbra a trabajar en solitario en su estudio, refugiado del mundanal ruido. Así que, en este sentido, la pandemia no le ha afectado mucho: “Todo transcurre como cualquier día; abres la puerta, enciendes la luz, pones música y a funcionar”.
Pero el confinamiento físico del artista, voluntario, lleva consigo una verdadera liberación. Desde hace tiempo se han ido incluyendo actividades de expresión artística en las cárceles como escape de la dura rutina penitenciaria. Así, en estos tiempos que estamos recluidos por ley, muchos hemos acudido a la música, escritura, pintura, etc., recurriendo a esta función terapéutica del arte para liberarse de las consecuencias del asilamiento.
Para Carlos, “la proyección simbólica de la realidad permite comprenderla, reduce la incertidumbre y, en consecuencia, aporta cierta calma, también entretenimiento.” No obstante, asegura que “su principal interés no está aquí; su aportación más relevante es ampliar nuestra realidad sin pedir nada a cambio”.
Con los humanos encerrados, la calle respira tranquilidad, los pájaros pían como nunca y los niveles de contaminación han disminuido radicalmente. Existe “una calma exterior que apoya la interior”. Sin embargo, esta calma conlleva consecuencias tormentosas en otros aspectos. En primer lugar, desgraciadamente, estamos sufriendo una enorme crisis humanitaria y sanitaria. Pero en lo referente al arte, toda su actividad económica ha quedado paralizada.
Durante un tiempo indefinido se han cancelado todo tipo de exposiciones, ferias, concursos y algunos proyectos se han quedado en el aire, siendo estas las principales fuentes de ingreso de los artistas. “He invertido trabajo, tiempo y dinero en la producción, confiando en que hubiera un retorno que quizá no llegue”, explica Carlos. Esto demuestra que la vida del artista es una auténtica aventura y que no siempre resulta fácil, sobre todo en un sistema en el que el rendimiento monetario predomina sobre otros valores. Pero remitiéndome al gran Lorca: ‘No sólo de pan vive el hombre’”.
No hay duda de que la situación actual ha hecho algunas mellas en nuestra percepción de la realidad y, probablemente, esto se refleje en el trabajo de algunos artistas. No obstante, se suele decir que el tiempo lo cura todo y, en el momento en que el ser humano haya sanado, serán pocas las representaciones sobre esta.
El arte que perdura con el paso del tiempo es aquel que ha deambulado por las preocupaciones universales de la conciencia del ser humano. “El miedo, el desasosiego provocado por la incertidumbre o la sensación de fragilidad han sido cuestiones ampliamente abordadas en tiempos pasados y, a propósito de circunstancias, no sé si equiparables a la que hoy vivimos, pero sí con similitudes”.
Pau Tronch
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