El banquete

#MAKMAEscena
‘El banquete’
Dirección: Adrián Pulido
Dramaturgia: Tony Galán
Con Carmen Adrados, Tony Galán, Leyre Morlán, Reyes García, Carolina Neka y Eneko Larrazabal
La Ferviente Compañía
Nave 73
Palos de la Frontera 5, Madrid
Mayo de 2023

Como una suerte de canon musical, las voces de Apolodoro, Alcibíades, Fedro, Agatón, Erixímaco y Sócrates se contraponen formando un murmullo ininteligible, un totum incoherente que nadie parece esperar escuchar de boca de estos grandes filósofos griegos, protagonistas de los diálogos platónicos. El elenco de artistas que conforman La Ferviente Compañía interpreta ‘El banquete’, una pieza recientemente reestrenada en Nave 73 con la que cuestionan la noción de legado.

Apolodoro trata de relatar lo acontecido durante la cena celebrada con motivo de la victoria de Agatón. Sin embargo, al no haber estado él presente, se sirve del resto de personajes para construir su relato; un relato que trata, desesperadamente, de alcanzar ese magnífico discurso de Sócrates que nunca parece llegar. La respetuosa perversión del diálogo platónico llevada a escena por Tony Galán, como dramaturgo, y Adrián Pulido, como director, actualiza el texto a través de citas anacrónicas encajadas a la perfección, estableciendo una interesante tríada entre escritura, olvido y apariencia.

“Yo seré objetivo precisamente porque no estuve allí”. Esta idea de Apolodoro será constantemente rebatida y puesta en cuestión a lo largo de la obra. Del cuerpo a la voz, y de la voz a la palabra, que, oral o escrita –por imprecisa–, acaba perdiendo toda objetividad. El origen variado de cada fragmento de la historia no hace sino contribuir al caos, a la par que a la construcción de un discurso más rico, lleno de matices.

Un discurso que, carente de un único autor, reflexiona sobre el placer y el dolor, la ambición y el éxito, el amor, la sabiduría y la verdad, la vida y la muerte. El discurso de Sócrates es, así, construido por el resto de personajes, y es precisamente esto lo que nos ha llegado hasta la actualidad: esta es su herencia, su legado, el qué dirán. Son los demás los que nos escriben y al final no acaban sino hablando de sí mismos.

La obra resultó en un sensual ágape con música y juegos de luces en cuyo báquico festín pudieron participar algunos de los miembros del público. Las artistas, Carmen Adrados, Tony Galán, Leyre Morlán, Reyes García, Carolina Neka y Eneko Larrazabal, concluyeron, además, con una serie de reflexiones personales:

¿Cuánto dura la posteridad y cuánto tarda en deformarse y difuminarse? ¿Cómo fijar la versión más justa de los acontecimientos? ¿Cómo se contará nuestra historia cuando ya no estemos ahí para defender nuestro punto de vista? ¿Cómo se construye nuestra propia imagen pública? El público ha podido realizar su propia aportación a través de un QR entregado en la entrada a la sala, encabezado con la pregunta “¿Qué quieres recordarle a tu yo del futuro?”.

La huella de carbono, como vestigio patente de nuestro legado ecológico, y la escritura, como momia de lo que una vez estuvo vivo, son solo dos de las múltiples perspectivas desde las que las artistas abordaron el qué será de nuestra existencia cuando ya no existamos. Y es que todas las conclusiones parecen apuntar a una idea de legado presente, un trabajo activo por reducir ese afectar medioambiental, por abandonar la incesante e inefable demostración de que existimos, precisamente, para no dejar de existir.

El teatro, como aquel arte del cuerpo que nace ya muriendo, es la perfecta encarnación de a lo que aspira el legado presente. Un arte efímero, inasible e imparable como el tiempo sobre el cual se escribe, se habla, sobre el cual se trata de ofrecer un testigo, como aquí hago yo. Empero no es sino en su presencia, es más, en su participación directa, en la que podremos aprehender verdaderamente aquello que acontezca. Y es que el legado es algo que se escapa a nuestro control y, como tal, la única forma de tratar de aferrarlo es dejarlo ir.