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Eduardo Arroyo. El buque fantasma
Naves de Gamazo
Avenida de Severiano Ballesteros, 3. Santander
Del 11 de noviembre de 2021 al 27 de febrero de 2022
En la actualidad, los preestrenos que todos anhelan ir son aquellos en los que las alfombras rojas inundan e invaden las calles. La ceguera que dejan los flashes y el glamour que se respira en el ambiente es algo que todos conocemos, al menos por lo visto en alguna que otra película u ojeado en esas revistas que nadie lee en las consultas de los dentistas o a la espera de un corte de pelo.
Pero un preestreno no es solo la parafernalia que envuelve el lugar ni las celebridades que asisten. Aunque suene raro, en Santander, el pasado 2 de julio, tuvimos el privilegio de asistir al preestreno de lo que ahora ya es una realidad. Las Naves de Gamazo han abierto sus puertas -todavía más- al arte contemporáneo.
El pasado 11 de noviembre tuvo lugar la primera exposición con el artista Eduardo Arroyo (1937-2018) y su muestra ‘El buque fantasma’. Esta es la primera vez que las Naves de Gamazo abren sus puertas a una exposición propiamente dicha, puesto que en su inauguración el pasado verano se presentó una selección de las obras que la Fundación ENAIRE tiene en propiedad.
En esta muestra, la Fundación ENAIRE, en estrecha colaboración con La Fábrica, encargadas de su organización y comisariado, se reúnen 39 obras entre esculturas, pinturas y dibujos, tanto de su última etapa como de la última década del siglo pasado.
El titulo de la exposición, ‘El buque fantasma’, viene dado del último trabajo de Eduardo Arroyo -un cuadro pintado en julio de 2018 en su taller de Laciana (León)-, en el que recrea la famosa leyenda del marinero maldito reproducida en la ópera del compositor de Leipzig, Richard Wagner, ‘El holandés errante’. En la obra de Arroyo se pueden encontrar diversas referencias literarias impregnadas con altas dosis de color y de ironía.
Reconocemos a Dorian Grey, Moby Dick y su pulso con el capitán Ahab, Don Juan Tenorio, Falstaff, Madame Butterfly o Doña Inés, apareciendo en los lienzos y esculturas de Arroyo que se presentan en esta muestra. El artista madrileño también alude al humor, a Unamuno o a ‘La guerra de los mundos’. El autor también nos muestra un tríptico monumental que titula ‘Tres movimientos para una España vacía’, una obra en la que el artista nos ofrece su particular lectura de los paisajes que él ve como Su España.
La muestra se completa con una selección del Archivo Lafuente, con una serie de dibujos y archivos de Eduardo Arroyo, una serie de artículos personales y el lienzo El Arcángel San Gabriel, de la Colección ENAIRE de Arte Contemporáneo, que ya se pudo disfrutar en estas mismas instalaciones de Gamazo en la apertura de sus puertas el pasado mes de julio.
Y si al espectador le queda un poco más de curiosidad, tras pasearse por la exposición, las Naves de Gamazo le otorgan la oportunidad de hacer una visita guiada: hay dos por las mañanas y dos por las tardes. De esta manera, todos tendrán la oportunidad de conocer los entresijos de la vida y obra del polifacético artista madrileño.
‘El buque fantasma’ se puede decir que “atraca”, de este modo, en las Naves de Gamazo tras su paso por el Real Jardín Botánico de Madrid y por el Centro Cultural Las Claras de Murcia. Exposición que quedará amarrada en el puerto de Santander y en las paredes de las mencionadas Naves de Gamazo hasta el 27 de febrero del próximo año, un día después de que Eduardo Arroyo hubiera cumplido los 85 años de edad.
Esta exposición es “su gran monumento póstumo”, según se apunta en el folleto de la muestra, “concebida por el propio artista en los meses finales de su vida”, y en la que Arroyo “abarca con su mirada la cultura de nuestro tiempo”. “La técnica de trabajo de Arroyo se basa sobre todo en la alquimia del collage. Un eclecticismo deliberado lo llevará a trabajar con todos los materiales que le permitan expresar su universo”, se añade en el texto que acompaña a la muestra.
Ahora tan solo queda disfrutar de este ‘buque fantasma’ hasta su partida, allá por febrero del próximo año. Un buque con el que Eduardo Arroyo “plasma su alma de escenógrafo y pintor”, siguiendo la estela de un barco que, tal y como se recoge en la ópera de Wagner, “partió de su puerto para no poder regresar jamás…condenado a vagar sin rumbo por la eternidad”.
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