Burning Birds, de Sanjeewa Pushpakumara
Sección Oficial de Largometrajes
Festival Internacional de Cine de Valencia – Cinema Jove
Del 23 de junio al 1 de julio de 2017
A Sanjeewa Pushpakumara, más allá del conflicto político que da origen a su película Burning Birds, le interesa mostrar los efectos que el odio étnico puede producir en el seno de una humilde familia en Sri Lanka. De manera que una mujer, Kusum, se verá obligada a sacar adelante ella sola a sus ocho hijos y su suegra, tras el asesinato de su marido a manos de fuerzas paramilitares. La delación por parte del director de la escuela del pueblo será determinante. A partir de esa muerte, sin duda injusta, se irán desencadenando los hechos que provocan el descenso paulatino a los infiernos de esa mujer honrada, incapaz de hallar trabajo con el que poder alimentar a su prole.
La película, tan áspera y sin concesiones como extrañamente bella a la hora de mostrar la sucesión de tropelías que se ceban sobre Kusum, sigue los avatares de la protagonista (Anoma Janadari) en su caída hacia el abismo. Y aunque sin duda el sucio gesto político es tan sólo la chispa que desencadena el incendio, lo cierto es que su huella se mantiene imborrable a lo largo del trayecto fílmico, hasta el punto de asolar progresivamente a la mujer, que termina por asumir como propia esa huella deleznable sobre su marcado cuerpo.
En un contexto presidido por el comportamiento canalla de jefes y policías, la lucha por la supervivencia se convierte en un calvario. Porque es de supervivencia pura y dura de lo que habla la película. De ahí que Pushpakumara subraye con la cámara los instantes en que la familia come en el interior de la humilde casa. El alimento lo es todo, sobre todo cuando adquiere un valor doble por su escasez. La mirada de Kusum, advirtiendo la dificultad cada vez mayor de poder alimentar a sus hijos, es todo un poema del que el director saca chispas.
Su agónica situación laboral, tras perder el trabajo en una cantera y en un matadero del que huye no sin antes haber sido violada, le condenará al ejercicio de la prostitución. Pushpakumara dijo, tras el pase de la película en la Sección Oficial de Largometrajes de Cinema Jove, que le interesaba ahondar en el papel de la víctima. Y lo hace llevándolo hasta las profundidades de la desolación, lo que convierte a Burning Birds en un vía crucis descarnado del sufrimiento humano.
La muerte del marido, cuya fotografía cuelga en todo momento de una de las paredes de la casa, provoca el vacío que irá llenando de pesadumbre la vida de esa mujer. En su afán por dar de comer a sus hijos, los irá perdiendo al verse arrastrada hacia una prostitución que lejos de ser salida desesperada, se convierte en la prisión de todos sus males. Pushpakumara muestra ese descenso a los infiernos sin cebarse en el calor de las llamas, aunque sean éstas las que desde un principio se erijan en protagonistas de la trama. De ahí, Burning Birds, unos pájaros incapaces de volar de tanto arder.
Salva Torres
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