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Espai d’Art Contemporani de Castelló (EACC)
Carrer de Prim, s/n. Castellón
Cuando está a punto de saberse quién de los cuatro candidatos (Irene Gras, Víctor Pérez Ballestero, Isabel Puig y Carles Ángel Saurí) que se han presentado a la plaza para dirigir el Espai d’Art Contemporani de Castelló (EACC) ha sido el elegido, el revuelo que se formó, tras conocerse el procedimiento administrativo que deberían seguir quienes optaran a dicha plaza, continúa vigente. Y lo seguirá estando, porque lo que se ha manifestado a raíz del lanzamiento de la convocatoria para dirigir el EACC viene de lejos.
El comunicado lanzado por la Asociación Valenciana de Críticos de Arte (AVCA) de la Comunitat Valenciana, denunciando la “precarización y mercantilización” a la que se ve abocado el sector de las artes plásticas y visuales, por “culpa” de licitaciones como la propuesta por el Institut Valencià de Cultura (IVC) para dirigir espacios públicos como el de Castellón, no ha hecho más que poner la lupa sobre un asunto espinoso, focalizado en el pétreo sistema burocrático administrativo, que impide realizar contrataciones para puestos de alta dirección.
AVCA, tras reunirse la junta directiva, formuló en ese comunicado fechado el 5 de octubre, su disconformidad con esa licitación por entender que se trataba de un procedimiento que “no debería utilizarse para cubrir un perfil profesional de estas características, ya que convierte una relación laboral en una relación mercantil”, subrayando su postura “a favor de las convocatorias públicas”. El comunicado, ya convertido en denuncia formal, fue presentado mediante el registro oficial en el IVC.
Abel Guarinos, director general del instituto valenciano, se puso entonces en contacto con la presidenta de AVCA, Irene Gras, según señalan desde la asociación de críticos, para ofrecer explicaciones acerca de la licitación. Paralelamente, Gras decidió presentarse como candidata al EACC.
Miembros de la junta directiva, siempre según esas mismas fuentes, pidieron a su presidenta que se pronunciara por lo que consideraban “contradictorio”, como era el hecho de “criticar públicamente una convocatoria y, por otro, participar en esta misma convocatoria”. “No se puede decir una cosa y hacer la contraria”, añadían, destacando lo que consideran una «falta de ética», sin duda vinculada con el flaco favor que dicho comportamiento hace a quienes combaten por dignificar las condiciones del sector artístico.
Por esta razón, Gras dimitió de su cargo y abandonó la asociación “sin ni siquiera convocar una junta directiva para tratar el tema”, apuntan estas mismas fuentes, molestas a su vez con la actitud de la presidenta por lo que consideran su indefinición con respecto al procedimiento administrativo objeto de la denuncia: “Desde el primer momento, la actitud de Gras respecto a la licitación no fue clara”.
Puestos en contacto con Irene Gras, la ya ex presidenta prefirió no hacer declaraciones. “Que un puesto de alta dirección se intente solventar con una licitación, que suele utilizarse para prestación de servicios, es degradar la importancia de un puesto de estas características”, afirma Concha Ros, presidenta de la delegación del Instituto de Arte Contemporáneo (IAC) en la Comunitat Valenciana, centrando de nuevo la polémica en el hecho primordial del encaje de bolillos que ha de hacer el Institut Valencià de Cultura para sacar a concurso la plaza de un espacio público como el EACC.
Así como Irene Gras prefirió, tras contactar con ella, no alimentar con sus declaraciones la polémica, con Abel Guarinos los contactos resultaron infructuosos. No obstante, Concha Ros, tras reunión mantenida con el director general del IVC, que la citó para aclarar la cuestión, pudo conocer de primera mano sus explicaciones, que a buen seguro trasladó igualmente a Gras, acerca de los obstáculos burocráticos que impiden hacer otra cosa que no sea la cuestionada licitación. Explicaciones que, según consta en el escrito de Guarinos, “también le hacemos llegar a cualquier persona o asociación que nos solicita información al respecto”.
En ese documento, señala que al IVC, dado el volumen de trabajadores que tiene (260 más personal artístico temporal), le corresponden el máximo de un director general y tres plazas de alta dirección, a la que se ha sumado una cuarta, aprobada el pasado mes de julio, “de una manera excepcional y muy trabajada”, de forma que “ya no se podía hacer lo mismo con el EACC”.
“Exploradas sin éxito las posibilidades de una plaza con contrato laboral de cuatro a cinco años [porque esto requería para su aprobación al menos tres años], la única posibilidad que nos queda, ratificada por los servicios jurídicos de la Abogacía de la Generalitat Valenciana, es el contrato menor o la licitación”, según se recoge en el citado documento.
Y dado que el contrato menor tiene un tope de 15.000€ + IVA, “y con esta remuneración no se puede satisfacer la dirección anual de un espacio como el EACC” (para cuya dirección artística se requiere un mínimo de 40.000€ + IVA), el IVC considera la licitación como “único viable y factible en estos momentos”.
Con respecto a la polémica suscitada por el hecho de que los candidatos debían acreditar solvencia económica, de acuerdo a los importes de su contrato, lo que dificultaba el acceso de un trabajador autónomo a dicha plaza, Guarinos subraya en su escrito que dicho coste solo se debía realizar una vez adjudicada la licitación. Además, atendiendo a las cifras del contrato, la cantidad finalmente exigida rondaría los 23,20€ al mes, en una póliza de seguros de indemnización para riesgos profesionales.
“En todo caso, estamos hablando de cantidades inferiores a los 300€ al año, como bien se puede comprobar con las tres personas físicas que ganaron las licitaciones en las direcciones artísticas de Cinema Jove [Carlos Madrid], Dansa València [María José Mora] y Espai La Granja [Guillermo Arazo]”, según se añade en el escrito. “El hecho de que la licitación a la dirección artística solo sea por dos años, pero prorrogable a otros dos, atiende también a la posibilidad de cambios legislativos en la contratación de personal de ‘alta dirección’ o figura parecida”, lo cual, según el IVC, no podía llevar al “inmovilismo” pensando en esa posibilidad futura.
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