El espectáculo está en la calle | Marisa Gallén
MAKMA ISSUE #05 | Diseño
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2022
La semiótica define el ruido como perturbación, molestia, interferencia no deseada que causa crispación. En este sentido, podemos hablar de ruido visual cuando el exceso de elementos y estímulos visuales en el paisaje urbano dificultan su comprensión y lo convierten en agresivo y caótico.
¿Qué genera ruido visual? La mezcla desordenada de objetos, señales de tráfico, semáforos, mobiliario urbano, rotulación comercial y publicidad abusiva…
¿Cómo podemos mejorar el entorno urbano? La calidad urbana se asienta en un entorno transparente y legible que informa y orienta a ciudadanos y visitantes. Si queremos un espacio público acogedor, los elementos que se introducen, además de útiles, deben incorporar valores estéticos y culturales al entorno. A las diferentes disciplinas del diseño y la arquitectura les corresponde la construcción inteligente del paisaje urbano.
Es el momento de hacer pedagogía sobre la importancia del espacio público como elemento identificador y la capitalidad debería ser el inicio de un proceso transformador de València hacia una ciudad más sostenible, acogedora y singular.
València es una ciudad ubicada en un medio natural y envidiable. Moldeada por la cultura mediterránea, por su clima, también por una huerta que la alimenta y por el gran parque natural de la Albufera integrado en su término municipal. Por otra parte, su patrimonio urbano y monumental es destacable.
La transformación del antiguo cauce del río Turia en un enorme jardín ha convertido a València en un modelo de ciudad saludable. Se trata de una singularidad urbana que ejemplifica cómo se mejora la calidad de vida y el bienestar de las personas a través de la planificación, el diseño y la gestión del espacio público. Miles de ciudadanos disfrutan a diario del río para pasear, practicar deporte o sentarse en la hierba para ver cómo pasa la vida; aquí la vida florece porque es un espacio conectado con la naturaleza.
La capitalidad debe servir para mejorar todas estas fortalezas y, además, construir los fundamentos para convertirnos en un centro líder en creatividad y diseño. Tenemos un ecosistema del diseño maduro, con empresas, revistas especializadas, escuelas formando a futuros diseñadores y un grupo considerable de profesionales reconocidos por su excelencia… Sin embargo, la madurez de este ecosistema no se nota en sus calles. A pesar del enorme potencial del diseño para elevar la calidad de vida, lamentablemente todavía está ausente en demasiados lugares y negocios.
Blaise Cendrars, en el libro que escribió en 1935, titulado ‘El espectáculo está en la calle’, calificaba al diseñador Cassandre como “el primer director escénico” de las calles de París porque sus carteles llegaron a transformar las calles de la capital francesa en “uno de los espectáculos más prodigiosos que se puedan imaginar”. Según Blaise Cendrars, las calles de París se convirtieron en galerías de arte porque, a través del cartel, los diseñadores gráficos difundieron eficazmente algunas de las propuestas del arte moderno fuera de las salas de exposiciones y de los museos. De este modo, el diseño se convirtió en un arte próximo al espectador.
La deseada unión entre arte y técnica por parte de los artistas de las vanguardias halló en el diseño un campo idóneo de experimentación y de difusión de sus ideas, un campo que fue explorado por las escuelas-talleres de la revolución rusa y sobre todo por la Bauhaus.
En nuestras ciudades, la franja horizontal correspondiente al campo visual del transeúnte es una miscelánea de imágenes, tipografías, señales, mobiliario, etc., que devalúa visualmente el paisaje urbano. Este es un problema que sufren la casi totalidad de ciudades españolas y, respecto a otros países, unos más que otros, dependiendo de la riqueza y cultura de cada país. Los países con mayor nivel cultural tienen espacios urbanos más cuidados.
La farmacia que ocupa el bajo comercial de esta esquina al convertir sus escaparates en anuncios publicitarios no ha reparado que está haciendo un uso indebido del espacio público, además de maltratar a un bello edificio racionalista. En esta misma imagen también podemos observar otras calamidades frecuentes en fachadas: los aparatos de aire acondicionado y los cables eléctricos.
Este edificio de la plaza Cánovas podría reconciliarnos con el aspecto visual de la ciudad: se trata de un edificio bello, frente a un parterre, pero…, si nos fijamos más detenidamente, su fachada se ha llenado de rótulos comerciales que rompen la armonía arquitectónica y habría que preguntarse si son necesarios más allá de marcar territorio. Hay que persuadir a comercios y empresas de que su derecho a informar debe ser respetuoso con el espacio público.
La gama de objetos que ocupa la calle es inmensa, también los servicios que la ciudad suministra son muchos y variados (redes de abastecimiento eléctrico, telefónico, agua, pavimentación, señalética, transportes…). Los elementos se van superponiendo sin orden debido a que los servicios se administran desde instancias públicas o privadas sin organismos que coordinen las actuaciones de forma planificada. Los elementos portantes de todo tipo de señales son obstáculos impuestos al peatón que entorpecen y destruyen frecuentemente las perspectivas de la ciudad.
Si la información que hallamos en la ciudad es clara y precisa, exigirá menos tiempo y esfuerzo para su comprensión. Por el contrario, a mayor saturación informativa más ilegible es el espacio y, por tanto, se utiliza peor.
Cuando, en 2007, el alcalde de Sao Paulo prohibió la publicidad en sus calles, obtuvo un apoyo popular del 70 %. La ciudadanía suele estar a favor de las actuaciones que dignifican la ciudad porque éstas revierten en su calidad de vida.
Los modos de socialización que se dan en la ciudad mediterránea convierten la calle en una sala de estar compartida; es el escenario donde la ciudadanía se reúne para celebrar la vida. Por este motivo, una ciudad ordenada, verde y con espacios públicos acogedores favorece la felicidad de sus habitantes. También fomenta la cohesión social porque vela por la seguridad y el bienestar de todas las personas, especialmente de mujeres y grupos sociales vulnerables.
La transformación del paisaje urbano es uno de los objetivos de la capitalidad y estamos negociando la composición de un futuro consejo asesor municipal formado por expertos del diseño, arquitectura, urbanismo. Trabajando en colaboración con la Administración local, debe ser capaz de crear un marco legal en el que la promoción comercial pueda convivir con los valores patrimoniales y culturales de la ciudad.
Percibir y apreciar el orden y la armonía solo se consigue estando en contacto frecuente con ellos. La mirada del ciudadano común se habitúa a la belleza y a la coherencia cuando éstas son las cualidades cotidianas de su entorno vital.
Marisa Gallén
Premio Nacional de Diseño 2019
Este artículo fue publicado en MAKMA ISSUE #05 | Diseño (junio de 2022).