#MAKMAEntrevistas | Eduardo Guillot (director de programación de la Mostra)
Mostra de València – Cinema del Mediterrani
Del 22 de octubre al 1 de noviembre
Viernes 16 de octubre de 2020
Eduardo Guillot, al frente de la Mostra de València como director de programación, lamenta que el festival desapareciera en 2012, por muy degradado que por aquel entonces estuviera. Recuperado hace tres años, aboga, esté quien esté dirigiéndolo, por que el certamen de cine mediterráneo no se vuelva a ver envuelto en la bronca política. Él, desde luego, no se ve como responsable del mismo durante muchos años, de manera que se limita a ir sembrando para que las mejores cosechas de ese cine mediterráneo tengan larga vida en València.
Se muestra cauto con respecto al hecho de que las series, ahora en auge, lleguen a competir en la Mostra: “Lo veo muy complicado”, aunque manifieste que “igual me desdigo de esto dentro de unos años”.
Tiene claro que la respiración de un festival pasa por su presencia en las calles, aunque eso cueste dinero, y por su difusión mediática, que lamenta sea tan escasa. Defiende que Portugal y Serbia, sin estar bañados por el Mediterráneo, puedan entrar con sus películas a competición, porque así ha sucedido desde que nació el certamen, e insiste en el espíritu romántico del cine proyectado en la gran pantalla, donde radica el alma de todo festival cinematográfico.
¿Cuándo tuvieron claro que la Mostra se celebraría de forma presencial? ¿Pensaron en un plan B online?
Pensamos en un plan B, no solo porque tal y como está la situación hay que tenerlo previsto, sino porque dependemos de una institución pública y tenemos que rendir cuentas de lo que hacemos. De manera que si la opción online estaba ahí, teníamos al menos que valorarla. José Luis Rebordinos, director del Festival de San Sebastián, dijo que San Sebastián sería presencial o no sería. Y si el Festival de Cannes, el más importante del mundo, había cancelado, nosotros no podíamos andarnos con medias tintas.
Sí es cierto que éramos pesimistas en primavera, porque veíamos que los eventos se cancelaban o se aplazaban, pero, al mismo tiempo, cuando un festival como Málaga decidió que lo haría en agosto, San Sebastián y Venecia lo mismo, teniendo además en cuenta que los cines estaban abiertos con reducciones de aforo, pensamos que sí se podía hacer presencial. Hubiera sido terrible tener que dar marcha atrás y no celebrar el festival, cuando la Mostra se está reiniciando, tras un parón de seis años.
¿Los festivales, visto lo visto, llevan camino de potenciar su carácter virtual?
La pandemia lo que ha hecho, sobre el debate de los festivales online y/o presenciales, ha sido acelerarlo un poco, pero estaba en el ambiente. Un festival no solo es un espacio donde se proyectan películas, sino un punto de encuentro. Eso el online no lo va a tener nunca, de ahí que el festival presencial no vaya a morir. Otra cosa es que si la pandemia se alarga, a lo mejor haga una criba.
Por lo que están optando algunos festivales es a hacer online las secciones de industria. Es decir, los encuentros, los pitchings, las reuniones con productores, se hacen a través de Zoom para no tener que desplazarse, pero las películas y los autores sigue siendo fundamental que sean presenciales. Ver el cine en sala sigue siendo importante, hasta el punto de que los propios creadores de las películas, cuando negocias con ellos, te preguntan si el festival es presencial u online y muchos, si les dices que va a ser online, te dicen que prefieren esperarse.
Además de un mayor presupuesto económico por parte del Ayuntamiento de València, ¿se necesita una mayor presencia visual de la Mostra en la ciudad?
Para que se respire festival tiene que haber sin duda una presencia en las calles, pero es que eso también cuesta dinero. Que los autobuses lleven publicidad, que haya banderolas, que haya mupis, todo eso requiere de una inversión económica. Nosotros no podemos ser San Sebastián, porque ellos tienen ocho millones de presupuesto y nosotros no llegamos a medio millón. Pero, por otro lado, tanto en Sebastián, como en Valladolid, Gijón o Sevilla, parte de esa respuesta que recibe el festival tiene que ver con la difusión mediática, y eso en València tampoco pasa, lo cual lamento profundamente.
Que un evento como la Mostra, de un nivel importante para la ciudad, tenga más o menos difusión en función de inversiones publicitarias, pues es una pena, aunque sepamos que se hace así porque es de dominio público. En cualquiera de los casos, en el contexto de pandemia que estamos padeciendo, el éxito de la Mostra es poder celebrarla. Y, a partir de ahí, veremos lo que nos depara el futuro.
La película inaugural de la Mostra, ‘The mystery of the Pink Flamengo’, es de los valencianos Hermanos Polo, aunque su producción no sea de ámbito local.
Bueno, cada película es un mundo. Hay de todo, pero lo que sí creo es que en València se está apoyando al sector. Nosotros este año teníamos 13 películas valencianas sobre la mesa para programar, contando con que al Festival de Málaga ya fueron otras 12. Estamos hablando de un volumen de producción que en València hace unos años era impensable. Después, hasta dónde llegan esas películas, cuáles son valencianas o no, pues son temas para entrar en detalle en cada uno de los títulos.
Hay películas dentro de la Mostra que son de Portugal y de Serbia, países ajenos a la cuenca mediterránea.
Nosotros cuando llegamos dijimos que queríamos recuperar el espíritu de la Mostra original. Y en el 80, cuando empezó el festival, Portugal ya formaba parte del mismo, porque, si bien es cierto que geográficamente no toca el Mediterráneo, si queremos hablar de cultura ibérica, que siempre ha estado ahí. Lo incluía la Mostra desde sus orígenes y nos pareció que debíamos mantenerlo.
También en la década de los 80 participaba Yugoslavia y nuestro criterio desde el principio ha sido que todos los países surgidos de la antigua Yugoslavia formaran parte de la Mostra. Los límites son siempre un poco elásticos, pero las únicas excepciones de países no bañados por el Mediterráneo son ésas.
Hay una sección de películas dedicada al conflicto vasco, de moda por las series ‘La línea invisible’, de Mariano Barroso, o ‘Patria’, de Aitor Garmendia. ¿Las series terminarán siendo parte de los festivales de cine?
Las series forman parte de los contenidos audiovisuales hoy en día y nosotros no les cerramos la puerta. Igual me desdigo de esto dentro de unos años, pero veo muy complicado que una serie esté en una competición oficial de la Mostra. En las competiciones paralelas sí se puede estrenar alguna, como ya sucedió con ‘Parany’, o si dentro de un ciclo hay algo en televisión que nos parece interesante, por supuesto que vamos a contar con ello.
Hacer maratones, como hacen otros festivales, solo tiene sentido si estrenas la serie, como ocurrió con ‘Patria’ en el Festival de San Sebastián. En nuestro caso, no creo que en un futuro cercano, ni a medio plazo, vayamos a tener una sección de series, ni nada por el estilo.
¿Qué películas de las que compiten en la Mostra conviene subrayar?
Estoy encantado con muchas de las películas de la ‘Sección Oficial’, pero entiendo que no debo hablar de unas sobre otras, porque todas tienen valores y motivos para estar ahí. Pero sí es cierto que, por subrayar alguna, estaría ‘Kala Azar’, ópera prima de Janis Rafa, que es una artista visual griega; ‘Luxor’, de Zeina Durra, artista egipcia afincada en Londres, o ‘Between heaven and earth’, de la directora palestina Najwa Najjar.
La buena noticia, con todo esto, es que no tenemos que buscar películas de directoras, simplemente llegan. En el caso de ‘Coses a fer abans de morir’, que es una película valenciana, ha sido también una sorpresa, porque Cristina Fernández es sobre todo actriz y Miguel Llorens director de fotografía, y se han aliado un poco los dos, a partir de un guion de Cristina, para hacer su primer largo juntos.
¿El público que acude a los cines en nuestro país, como ha señalado en alguna ocasión el director Jaime Rosales, es conservador?
Al final es una cuestión de educar la mirada. Nosotros tenemos películas que son del alcance de todos los públicos, junto a otras quizás más lentas o raras o difíciles. Sí es cierto que cuando volvimos en 2018, una de las dudas que teníamos era saber si el público vendría, porque, si no viene, carece de sentido el festival. En este sentido, va creciendo cada año. Conservar públicos cuesta, pero crearlos cuesta todavía más. Ése es uno de los objetivos del festival y creo que estamos en el buen camino.
La artista Marina Abramovic es uno de los platos fuertes de la Mostra.
A Marina Abramovic la vamos a tener en directo, lo que pasa es que va a ser online porque, dada la edad que tiene, es persona de riesgo. La esencia del festival es la presencia de los autores e invitados, pero, en un año como éste, tener a Marina Abramovic, aunque fuera online, es un lujo.
La Mostra de València fue objeto, antes de su desaparición hace ocho años, de intensa confrontación política. ¿Han entendido los partidos políticos que el festival hay que dejarlo al margen de las disputas ideológicas?
A mi me gustaría que fuera así. Cuando la Mostra desapareció en 2012 yo trabajaba como periodista y a mí me resultó muy triste constatar que las reacciones eran contrarias, aunque fuera cierto que el festival se había degradado mucho; se había desnaturalizado. Lo que yo lamentaba, con todo, era que se perdía una dotación cultural para la ciudad. Nosotros dependemos del Ayuntamiento y de un Consejo Rector en el que están representados todos los partidos políticos y al que rendimos cuentas.
Pues bien, cuando hablamos del festival en ese consejo, nos encontramos con una receptividad por parte de la oposición que me sorprende. Creo que han entendido perfectamente el proyecto. Y que el festival siga será señal, esté quien esté, de que València tiene una oferta cultural interesante. Cualquier evento cultural que desaparece es una pérdida para la ciudad. Incluso la Mostra de 2012 fue una pérdida para la ciudad, por lo degradada que estuviera, pero es que se trataba de tenerla degradada o no tenerla.
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