Festival del libro Sindokma
La Nau de la Universitat de València
Del 27 al 29 de octubre de 2017
Las editoriales independientes y los sellos dedicados al libro de artista tuvieron un escaparate privilegiado en Sindokma, el festival del libro que celebró en Valencia su tercera edición del 27 al 29 de octubre. Lo hicieron dando un gran salto. Primero, porque se abrió a Iberoamérica teniendo este año como país invitado a México. Segundo, porque estrenó sede en La Nau de la Universitat de Valéncia, en cuyo claustro acogió los expositores y un buen número de actividades que dieron forma al festival. Y tercero, porque duplicó la participación, alojando a medio centenar de editoriales y sellos independientes tanto locales como nacionales y del extranjero.
“Quien vino al festival pudo encontrar ejemplares y libros que es difícil ver en las librerías tradicionales”, subrayó Vicente Chambó, uno de los miembros del equipo organizador, junto a Jose Ramón Alarcón, Merche Medina e Ismael Teira. “Sindokma cubre una parcela del mundo editorial que la gente no suele ver”, apuntó Medina. “Es una radiografía del mapa editorial independiente”, precisó Alarcón. “Los niños de la generación de la pantalla supieron a través de este festival que existe el papel”, agregó Teira.
Es ese papel, dado por muerto con atrevida antelación, el que protagonizó el festival del libro coorganizado por MAKMA, revista de artes visuales y cultura contemporánea, la Direcció General de Cultura i Patrimoni de la Generalitat Valenciana y el Centre Cultural La Nau, y al que asistió un numeroso público durante los tres días que duró el evento. Un papel convertido en pieza de arte gracias al trabajo de editores que apuestan por él como medio de expresión distinto al estrictamente comercial. “Está destinado a los amantes del arte, porque quienes se acercaron pudieron ver piezas únicas”, destacó Chambó. También ha cumplido “una labor pedagógica”, señaló Alarcón, puesto que el festival está pensado para un público infantil semilla de futuros y singulares lectores.
Los surrealistas ya vieron en la modalidad del libro de artista fuente de inagotable creatividad. Lo mismo que después sucedió con el grupo Fluxus o el Pop Art. Robert Filliou teorizó sobre Fluxus diciendo que se trataba antes que nada de un “estado del espíritu”, de cuyo nacimiento nunca se supo, “luego no hay razón para que termine”, concluyó. Sindokma, en cambio, se sabe que nació hace tres años y sus organizadores apuestan igualmente por las razones que ya atesoran para pensar en su larga vida, tras el refrendo alcanzado en su edición recién finalizada en La Nau.
En el festival han colaborado las dos universidades públicas valencianas (UV y UPV), las escuelas ESAT (Escuela Superior de Arte y Tecnología) y EASD (Escola d’Art i Superior de Disenny), así como múltiples editoriales, entre las que cabe destacar Canibaal, Contrabando o Denes. El espíritu de Sindokma se caracteriza igualmente por su “carácter inclusivo”, según remarcó Chambó, como lo prueba el hecho de que haya participado Masquelibros, la feria de libro de artista de Madrid que cerró sus puertas y de la que vinieron a hablar Raquel de Prada, Malile Crespo y Ángel Cajal.
“Queremos que cada año sigue habiendo un país invitado”, señaló Chambó, quien subrayó la importancia que supone para el festival su apertura este año a Iberoamérica. Jim Lorena, Antonio Damián y Antonio Alcaraz acercaron la experiencia editorial de México mediante conferencia vía streaming, que se realizó en diferido permitiendo la conexión con más de 10.000 profesionales de la Red Libro de Artista. Alcaraz y Damián repitieron participación como responsables de la exposición Tipografía y Dadá Libros, que coordinó el propio Vicente Chambó y que ha permanecido en la Sala Oberta durante los días del festival.
La muestra homenajeó al gran tipógrafo alemán Emilio Sdun, de quien Alcaraz recordó que formó “a un montón de gente” en los talleres que impartió en la Universitat Politècnica de València, “entre ellos a Marta Pina y Eva Mengual, a quien llegó a regalar gran parte de lo que ahora tiene”. “Muchos han conocido aquí la letra por él, letras que trabajaba de forma poco ortodoxa”, agregó Alcaraz. Esa heterodoxia forma igualmente parte del espíritu de Sindokma, al acoger editoriales y sellos que se caracterizan por su libertad creativa y singular propuesta dentro del mundo del libro.
La Plaza del Patriarca, por medio del proyecto La Plaza Se Mueve del restaurante Mar de Avellanas, acogió una serie de talleres destinados a ese público infantil al que se quiere atraer por su futuro potencial. Así, Pinta Valencia ofreció la oportunidad de crear sus propios libros a los niños mediante la práctica Una historia: papel-libro-artista: “A través de un recorrido por esa historia del papel, desde sus orígenes árabes a Xàtiva, hemos querido que los chavales terminaran haciendo su libro objeto que luego se pudieron llevar a casa”, comentó Ismael Teira.
El Museo Joan Fuster propuso también un acercamiento al modo en que trabajaba el escritor Joan Fuster, mediante una máquina de escribir parecida a la utilizada por el autor de Sueca. Y l’Horta Gràfica se encargó de enseñar a quienes participaron en su taller Huellas Frescas, y a través de una imprenta Minerva, el modo en que se compone letra a letra un texto, para que luego pudieran imprimirlo. Una experiencia única de elaboración artesanal de un libro.
Hubo más actividades paralelas que vinieron a completar el carácter expositivo del festival. Además de las reseñadas que tuvieron lugar en la Plaza del Patriarca, hubo muchas otras en el Aula Magna de La Nau. Por ejemplo, el encuentro entre expertos en teleseries que abordaron el fenómeno de su eclosión en los últimos años. Hablaron de ello, Paloma Corpas, Carolina Hermida, Mikel Labastida, Áurea Ortiz y Begoña Siles.
Paz Fernández, directora de la Biblioteca Juan March, puso el acento en el tema digital, en una conferencia que llevó por título El acceso digital a los catálogos de arte de la Fundación Juan March, mientras que Sergio Guillem relacionó lectura y deporte infantil, dos ámbitos aparentemente alejados entre sí. Y del deporte a la música, especialidad de la que se hizo cargo Juanjo Mestre a la hora de presentar su libro 1040 discos cardinales, en el que repasa ese millar de temas que deben formar parte del espíritu humano.
Javier Valenzuela compareció en Sindokma para introducirnos en la corrupción que atraviesa su última novela Tánger. Isla Tortuga literaria, un viaje al fondo de uno de los males que aquejan las sociedades opulentas contemporáneas. Las revistas también tuvieron su hueco en el festival, con D(X)I Magazine, Eme Magazine, Revista Mètode, Revista Valenciana d’Etnologia (Museu Valencià d’Etnologia) y Canibaal, revista de arte, literatura y filosofía (del colmillo).
“El perfil vocacional del editor y su carácter emprendedor”, señaló Chambó, es figura clave de Sindokma, como lo es su público, del que Teira apuntó en tono bíblico: “Dejad que los niños se acerquen al papel”. Y lo hicieron llenando su taller. Un papel igualmente clave para entender lo que se juega en un festival del libro que se proclama altavoz de los resistentes a su desaparición. Umberto Eco llegó a decir: “El mundo está lleno de libros preciosos, que nadie lee”. Sindokma ha nacido también para enmendarle la plana al ensayista italiano.
Salva Torres
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