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‘Berlanga per El Flaco’, de José García Poveda El Flaco
Sala Alfons Roig
Museu Valencià de la I·lustració i de la Modernitat (MuVIM)
Quevedo 10, València
Hasta el 19 de septiembre de 2021
“Parece una bombonera”, proclama José García Poveda El Flaco al ver su propia exposición en el MuVIM. Y no le falta razón si atendemos a lo que la Real Academia Española (RAE) dice: “Cajita para bombones”, pero, sobre todo, “recinto de reducidas dimensiones adornado con coquetería”. Las 80 fotografías seleccionadas de su archivo personal en torno a Luis García Berlanga aparecen dispuestas a modo de pequeñas grandes exquisiteces para degustar el genio y la figura del cineasta valenciano.
Un conjunto de imágenes en blanco y negro con las que El Flaco, haciendo de la necesidad virtud, esto es, adaptándose con ingenio a un espacio reducido, gracias a la pericia de Pepe Beltrán, muestra a un Berlanga próximo, íntimo y diríase que doméstico, por obra y gracia de una serie de “retratos robados”. “No son de pose, sino que los he hecho con teleobjetivo, de manera que son más espontáneos”, admite quien, a su vez, reconoce la suerte que tuvo de contar siempre con su complicidad.
“Siempre me transmitió buen rollo Berlanga”, dice, mostrándose, siempre que le pedía, dispuesto a ponerse delante de su cámara. Retratos robados que Amador Griñó, jefe de exposiciones del MuVIM, quiso aclarar: “No son robados, porque este es un concepto más ligado a la prensa amarilla, sino que tienen ese componente de registrar el momento, de ser testimonios de la realidad”. Retratos que El Flaco combina con esas otras imágenes ligadas a su vida social, en las que aparece junto a compañeros de profesión y personajes valencianos, sirviendo de radiografía del periodo que le tocó vivir.
‘Berlanga per El Flaco’, que el MuVIM reúne en su “bombonera” de la Sala Alfons Roig, es, como apunta Rafael Company, director del museo, “una declaración de amistad intensa hacia el cineasta, surgida de los recuerdos de un fotógrafo que compartió con él momentos claramente imborrables”. Momentos vividos en algunas ediciones de la Mostra de Cine de València, tras la recepción del primer Premio Turia de 1992, que sirve para ilustrar el cartel de la exposición, o durante algunas comidas y largas sobremesas, que sacan a relucir su genio: “Fue una gozada conocerlo de cerca y compartir su risa, su sana mala leche y su buen humor”, subraya El Flaco.
En la exposición, acompañando a Berlanga, se puede ver a actores como Concha Velasco, Amparo Soler Leal, Elvira Quintillá, Juan Diego, Nino Manfredi o Michel Piccoli, el guionista Rafael Azcona, junto a directores como Elia Kazan, Marco Ferreri o Juan Antonio Bardem, con quien dirigió ‘Esa pareja feliz’ y estuvo enfrentado durante años, y que El Flaco, por mediación de Ricardo Muñoz Suay, logró reunir en una foto sin duda histórica. Company recordó que a Bardem y Berlanga les llamaban “las dos palmeras”, porque, “en el desierto del cine español, eran los únicos directores”. “Fue una de las grandes rupturas del cine y en la foto de El Flaco parecen muy felices, muy cariñosos”.
También aparecen personajes de la vida pública valenciana, entre los que se hallan la escritora y ex Consellera de Cultura Pilar Pedraza, José Vanaclocha o Antonio Llorens, de la cartelera Turia, o la mismísima Rita Barberá, ex alcaldesa de Valencia. “No está todo lo que hizo Berlanga en València en mis tiempos de fotógrafo. Por ejemplo, cuando lo nombraron doctor honoris causa por la Universitat Politècnica de València, yo estaba en Cuba en el entierro del Che Guevara… Me lo perdí por los pelos”, recuerda.
De hecho, El Flaco, inquieto como pocos, ha estado prácticamente en todos los acontecimientos culturales de relevancia en València durante los últimos cinco lustros, unas veces saliendo en la parrilla de salida y en otras ocasiones teniendo que remontar posiciones para llegar al centro de la noticia. Su constancia, no exenta de habilidad para abrirse hueco sin necesidad de taladros, podría fácilmente rimar con la del maestro Berlanga, siguiendo en esto a Francisco Umbral en la presentación del libro de Manuel Hidalgo y Juan Hernández Les.
Allí, Umbral señala que todo el cine de Berlanga “está como enzapatillado” y que “sugiere a media voz lo que otros querían denunciar a voces”, después de colocar al autor de ‘El verdugo’ como uno de los tres grandes cachondos nacionales de la dictadura (“cuando el cachondeo era una forma de resistencia pasiva”), junto a Cela en la novela y Fernán Gómez en el teatro. Tirando de este mismo hilo, podría decirse que El Flaco ha ido pasándose por los diferentes escenarios de la cultura valenciana con el sigilo ruidoso de quienes testimonian la realidad de puntillas, mientras daba pasos firmes con su cámara disparando seriamente sin perder de vista el cachondeo circundante.
“Con Berlanga ocurre como con los clásicos en general”, resaltó Company, preguntado por la atención que merece actualmente entre el público más joven. “Los clásicos existen para determinadas generaciones, las que conforman un público con vivencias, que ahora los jóvenes no tienen”. De manera que el reto, dijo, “está en poner a Berlanga en las plataformas digitales”, poniendo como ejemplo, para entender esta deriva, que activistas en contra de la pena de muerte, “jóvenes de Amnistía Internacional, desconocen una película como ‘El verdugo’”. Para subsanar este desconocimiento, “todo el mundo tendrá que arrimar el hombro”, añadió.
El Flaco, con su exquisita exposición, arrima el suyo, mostrando lo que el director del MuVIM calificó de “imagen poliédrica de Berlanga”. Una imagen que sigue en construcción, porque, según Company, “Berlanga no se acaba nunca”. El Flaco se ha limitado, dice, “a recordar al inolvidable Luis García Berlanga, quien nos ha enseñado a pensar, sufrir y disfrutar con sus grandes obras, claves en la historia del cine”.
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