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‘El mètode Farrer’, de Esther Morente
Fotografía: Carlos Aparicio
Montaje: Alfonso Suárez
Producción: Ramiro Acero
79′, España, 2023
Premio ‘Mirades’ al mejor largometraje documental valenciano
Festival DocsValència 2024
Lo normal, obsérvese, es que cuando se escribe una carta sea para alguien, no para uno mismo, y, además, que se inscriba en ella el deseo implícito de una respuesta. Pero pudiese ocurrir todo lo contrario: que quien la firme sea el destinatario de una carta que escribió de su puño y letra tiempo atrás. Toda una anomalía en la lógica de cualquier hilo de correspondencia.
Pues bien, el documental ‘El mètode Farrer’, premio ‘Mirades’ al mejor largometraje documental valenciano del Festival DocsValència, de la novel directora valenciana Esther Morente, narra cómo puede ocurrir este suceso, tan cercano a una trama de un cuento maravilloso.
Por ello, para que no haya equívocos acerca de si nos encontramos ante una historia verídica o fantástica, la narradora del documental –cuya voz es de la actriz Rosana Pastor– nos aclara al inicio del relato: “Esta historia os puede parecer extraña, surrealista o inventada. Un cuento, vamos. Pero no. No es un cuento. Esto es un documental y aquí todo es real”.
Y así es. ‘El mètodo Farrer’ está basado en una fantástica –en el sentido de magnífica, no de misteriosa– experiencia docente del maestro Bruce Farrer. El documental relata la historia de este maestro de instituto, de una pequeña localidad de Canadá, que desde mediados de los años 70 del siglo XX lleva encargando a sus alumnos de 14 años que se escriban una carta a sí mismos, donde cuenten cómo imaginan su vida dentro de veinte años.
Cartas que Farrer guarda en su casa hasta pasados esos cuatro lustros para, entonces, enviarlas una por una a sus respectivos destinatarios. ‘El mètode Farrer’ no solo narra la comprometida labor educativa de este profesor, sino también el impacto emocional que produce en los destinatarios recibir esas cartas, ya adultos, hablando de sus sueños, miedos y sentimientos adolescentes.
De tal modo, el documental va desvelando, con gran ritmo narrativo y elegante frescura visual, la personalidad y el objetivo del profesor, a través de las declaraciones de él mismo, de los exalumnos y compañeros de Farrer.
Así, por una parte, Farrer declara que “lo que quería era que mostraran qué tipo de adolescentes eran y cómo se imaginaban siendo adultos dentro de veinte años. Me tenían que dar la carta sin sellar, porque yo tenía que contarlas para asegurarme que tenían diez páginas. Un ensayo de diez páginas no es una cosa de un folio y ya está”.
Por otro lado, los exalumnos consideran que la tarea de escribir la carta y, después, recibirla muestra la honestidad docente de su maestro. “Me sorprendió que hubiera un profesor tan dedicado a los alumnos. Era muy excepcional. Me quedé sorprendido cuando mi madre me llamó y me dijo: ‘Tienes una carta de ti mismo’. Había tenido esto veinte años. ¡Increíble! Abrías la carta y, ¡bum!, estabas otra vez en 1983. Y, entonces, todos los recuerdos del pasado vuelven”, confiesa uno de sus exalumnos, con un tono de excitante nostalgia.
Y, por último, los otros profesores del instituto reconocen que “Bruce siempre ha ido más allá y eso es parte de su personalidad. Ese proyecto, y el modo en que lo hizo, es totalmente único. No conozco a nadie que pudiera hacer ese trabajo. Tantos años después haciendo eso. Fue épico. Futurista. 100 % Bruce, sin duda”.
Desde luego, hay algo “épico” en esta tarea iniciada por Farrer en los años 70 del siglo pasado y que termina en 2021 con la entrega de la última carta en mano (debido a que su destinataria ya no vive en la dirección indicada). Será el periplo de la entrega de esta última carta el que guíe la línea argumental de la película.
Una elección narrativa muy acertada por parte de la directora y guionista Esther Morente, ya que enfatiza no solo los valores humanos y compromiso docente de este profesor de Historia de 81 años de edad, sino también su tenaz y honesto carácter vital.
Un profesor y un hombre que mantiene la promesa hecha a sus estudiantes. “Cada año, la reacción era siempre la misma: ‘¿Qué pasa si te mueres? ¿Cómo recibiremos nuestras cartas?’. A lo que el maestro contestaba: ‘Mi familia se asegurará que os lleguen las cartas. De todos modos, todavía estoy vivo, así que yo me aseguro de que recibiréis las cartas estéis donde estéis’”, explica Farrer.
Un maestro, como señala Massimo Recalcati en su libro ‘La hora de clase. Por una erótica de la enseñanza’, que sigue creyendo que “el verdadero corazón de la Escuela está formado por horas de clase que pueden ser aventuras, encuentros, hondas experiencias intelectuales y emocionales”. Pero que, además, sabe que la pasión y el compromiso de un maestro por el conocimiento y por sus estudiantes puede cambiar la vida.
Para concluir, esta ópera prima de Esther Morente es, tal y como ella declara, “una sorprendente reflexión sobre la memoria” a través de la sencilla tarea escolar de los alumnos del maestro Bruce Farrer, para quien conservar los recuerdos no es solo contar la historia personal de cada uno de sus alumnos, sino mantener la Historia, así, con mayúscula.
La mirada de Morente penetra en la experiencia educativa de Bruce Farrer con la misma vitalidad y tenacidad del protagonista de su historia, el propio maestro: “El guardián de los recuerdos”, tal y como se le nombra en el documental.
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