#MAKMAArte
‘La máquina de coser, un digno medio de vida’
Luis de Pedro
Museo de Orduña
Andra Mari Plaza, Orduña (Bizkaia)
Desde el 27 de enero hasta el 24 de septiembre de 2023
Después de servir escenario a la nueva película de Ibon Cormenzana (‘El bus de la vida’), la ciudad de Orduña ha presentado recientemente ‘Trabajar para Balenciaga, trabajar para la perfección’, charla-coloquio de la modista vizcaína Mila Bohoyo, trabajadora de los talleres del diseñador en París. Mila Bohoyo ha sido también asesora de la serie ‘Balenciaga’, la primera producción española de Disney+ sobre el genio vasco de la alta costura que está a punto de estrenarse.
Lo hizo, además, en el mejor marco posible: la colección de máquinas de coser que Luis de Pedro expone actualmente en el Museo de Orduña. La exposición, titulada ‘La máquina de coser, un digno medio de vida’, muestra una de las más importantes colecciones del mundo, con más de 350 modelos que, como él mismo dice, también “funcionan a la perfección”. Algunas de las máquinas expuestas fueron cedidas por el coleccionista para el rodaje de la serie protagonizada por Alberto San Juan mencionada antes y que relatará las entretelas del gran diseñador.
Mila Bohoyo contó su experiencia en la alta costura y sus vivencias personales con Balenciaga, el hombre que revolucionó el mundo de la moda y cuya historia está envuelta en luces y sombras, como narra la serie de Disney+. Las seis películas de 50 minutos que la componen han contado, además, con la creadora Lourdes Iglesias, la diseñadora de vestuario Dina Daigeler, el productor Xabier Berzosa y los directores Aitor Arregi, Jon Garaño y José Mari Goenaga (creadores de ‘Loreak’, ‘Handia’ y ‘La trinchera infinita’).
La colección de Luis de Pedro, reunida durante los últimos treinta años en ferias nacionales y europeas, con viajes a Inglaterra, Francia, Alemania o Noruega, y que marca la trayectoria de las máquinas a lo largo de siglo y medio, ha sido expuesta en distintas localidades con gran éxito de público, como la que tuvo lugar en Bilbao Exhibition Centre en 2019.
Su historia comienza en una feria de Barcelona a principios de los 90, cuando se queda impresionado del interés que las máquinas antiguas suscitaban en la gente. “A raíz de tener la primera me entró la fiebre”, dice el coleccionista. “Cada lugar al que iba y sabía que había una máquina, la compraba”.
En 1790, Thomas Saint inventó la máquina de coser, pero su patente no se descubrió hasta cuarenta años después de la de Barthélemy Thimonnier, que la patentó junto con el ingeniero Augusto Ferrando. Apoyados por el gobierno francés, abrieron la primera fábrica para coser los uniformes militares.
Pero como suele suceder con las nuevas tecnologías, creando nuevos puestos de trabajo a la vez que destruyen otros, los sastres de la época, sintiendo amenazada su profesión, quemaron la fábrica. “Si un sastre daba unas 25 puntadas por minuto –dice Luis de Pedro–, una maquina daba 200 al minuto, aunque ahora han llegado hasta los 7.000. Era un invento que no gustó a todos”.
En esta exposición del Museo de Orduña, donde, aparte de las propias máquinas, se muestran sus muebles y cajas, carteles publicitarios de la época y artículos de prensa, se puede apreciar su evolución desde sus comienzos, siendo la pieza más antigua una Bradbury de 1852, hasta las electrónicas de última generación.
La colección incluye marcas como Singer, Bradbury, Pfaff, Bernina, Alfa y Sigma, Refrey y Escuder. Modelos únicos, como una Junker Ruh para coser aperos de caballo, modelos especiales para zapatos o guantes, o una Singer de 1917 como la que aprendería a usar Balenciaga de su madre costurera y que ha sido utilizada para la serie de Disney+.
En la sala traquetea, a ritmo de pedal, la latencia de ese mundo de patrones, hilvanes y pespuntes en las sedas, las gasas y las lanas, de bordados y drapeados y cortes princesa, de talles, entrepiernas y costuras francesas. La colección de Luis de Pedro muestra ese hilo invisible que une los destinos más dispares, siendo las mismas máquinas que cosían la ropa de las familias sencillas para sobrevivir en tiempos difíciles, las que tejían los elegantes vestidos de las mejores casas.
El biólogo y fotógrafo Koldo Badillo, director del Museo de Orduña, nos dice que el primer objetivo del museo es recopilar y salvaguardar del olvido y la destrucción el patrimonio histórico de Orduña. Luego divulgarlo. Y luego dinamizarlo entre sus propios habitantes, especialmente los más jóvenes. El resultado es esa historia entendida como flujo constante y activo en el presente.
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