El Nadir, sello editorial
Los pioneros del cómic
Nadir es un término de origen árabe que se utiliza tanto en astronomía como en medicina para designar el punto más bajo en un proceso. Es el nombre cargado de ironía que eligió un grupo de amantes de la literatura para crear una asociación que, en 2003, mudó en sello editorial El Nadir. Blas Parra, Carmen Botello, Elena Lambies y Jorge Beltrán son los pilares que mantienen en pie el proyecto a lo largo de estos años logrando sobrevivir al margen de las corrientes dominantes apostando por la calidad y lo diferente.
Hace cuatro años el núcleo original se rejuveneció al incorporarse una segunda generación de veinteañeros, René Parra y César Sebastián, entre otros colaboradores, los llamados Inefables, que inauguraron una nueva línea dedicada a recuperar a los pioneros del cómic, los grandes y a veces olvidados maestros del humor gráfico. Rodolphe Töpffer, Oskar Andersson, Henry Yoshitaka y Gustave Doré entre otros maestros.
Editor fusilado
No se trata sólo de nombres extranjeros. Uno de sus títulos más cuidados es un ensayo que rescata la memoria del prolífico editor valenciano Vicente Miguel Carceller, personaje clave de la cultura popular en España durante el primer tercio del siglo XX. Un estudio de Antonio Laguna, Catedrático de Historia de la Universidad Castilla-La Mancha, que siguió su pista borrada por la censura y el olvido durante veinte años. Gran promotor de la literatura en valenciano, Carceller fue director de la difundida revista satírica La Traca, máximo exponente del erotismo, republicanismo y anticlericalismo de su época. En junio de 1940, la justicia franquista lo fusiló, junto al caricaturista Bluff.
Los artífices de El Nadir se autoproclaman francotiradores en un campo de batalla caracterizado por el minifundismo, unas 700 editoriales en España polarizadas entre Madrid y Barcelona, y dominando por las grandes multinacionales del libro. Desde el principio apostaron por la radicalidad y la literatura combativa hecha por mujeres. Su colección DePaso cuenta ya con un centenar de títulos primeras traducciones al español de significativas obras de autores de la gran literatura europea de entreguerras y literatura de mujeres, adelantados a su tiempo en nuevas formas de expresión artística. Incluye obras de ciencia ficción, novela gótica y de misterio, novela negra, etcétera.
“En esta colección caben tanto obras de crítica y pensamiento, como cualquier viaje o aventura cuya singularidad merezca ser recordado”, dice Parra. ¿Cuál es la fórmula? “Algunos libros se venden más que otros mientras nos mantenemos en un ideal de supervivencia y una trayectoria elegante dando una vuelta de tuerca, apostando por lo distinto y significativo”.
Poder de la imagen
En la colección El Nadir Gráfica “indagamos los orígenes del cómic, y ante ciertos olvidos incomprensibles recuperamos la obra de grandes maestros del pasado junto a otras manifestaciones alternativas, clásicas o modernas, que conectan con nuestro presente”, señala René Parra. Los amantes del cómic tienen acceso a obras cumbres como El hombre que hace lo que le viene en gana, del sueco Oskar Andersson. Un brillante antecesor del surrealismo que tuvo una malograda trayectoria al suicidarse con sólo 29 años.
Otro hito recuperado es Henry Yoshitaka Kiyama, autor de El manga de los 4 inmigrantes (1931), una crónica visual de la experiencia de su autor como inmigrante en los Estados Unidos. Publicado originalmente en japonés e inglés y dibujado en un estilo cercano al cartoon, la historia es un fascinante retrato de los primeros forcejeos, coincidencias y desencuentros entre Asia y América.
Monsieur Cryptogame y otras historias incluye algunos de los pioneros del cómic durante la época dorada de la caricatura en Francia. Reúne las historias de Monsieur Cryptogame, de Rodolphe Töpffer, el auténtico padre de la historieta, Los trabajos de Hércules de Gustave Doré, Las historias campesinas de Petit y Las Impresiones del viaje de Monsieur Boniface de Cham. Las Biblias de Tijuana, una selección de cómics underground de contenido erótico que excitaron la imaginación de los americanos ha sido su título más vendido. El sexo siempre vende más.
Ahora preparan una edición de Historia de la Santa Rusia (1854) de Gustave Doré en su etapa juvenil, más fresco e irreverente del que posteriormente alcanzó la fama.
Bel Carrasco
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