‘Terrenos baldíos. Comunicado urgente contra el despilfarro’, de Javier Almalé y Jesús Bondía
Comisariada por Chus Tudelilla
Programa ‘Ens declarem en estat d’emergència climática!’
Centre del Carme Cultura Contemporània (CCCC)
Museu 2, València
Hasta el 14 de febrero de 2021
En el marco del programa ‘Ens declarem en estat d’emergència climática!’, del Centro del Carme Cultura Contemporània (CCCC), encontramos la exposición ‘Terrenos baldíos. Comunicado urgente contra el despilfarro’, en la que los artistas Javier Almalé y Jesús Bondía presentan dos proyectos iniciados en 2017: ‘Residuos’ e ‘Historias de un lugar’.
La exposición, comisariada por la historiadora del arte Chus Tudelilla e inaugurada el pasado viernes, supone una reflexión sobre el excesivo consumo que conduce al despilfarro y toma prestado, por ello, el título del manifiesto de la Comuna Antinacionalista Zamorana escrito por Agustín García Calvo en 1972. No es una denuncia contra el consumo, sino contra el abuso de este.
Almalé y Bondía exploran los mecanismos de percepción que construyen el paisaje, tomándolo como hilo conductor para dar visibilidad a este despilfarro. Los terrenos baldíos son lugares residuales e improductivos en los que se acumula la basura, consecuencia directa del consumo desmedido al que nos aboca la sociedad capitalista. Espacios escondidos y anónimos que tan solo se convierten en paisaje ante la mirada humana, en un proceso en el que los artistas cobran especial importancia, ya que nos enseñan a mirarlo desde un punto de vista crítico.
La estética de las presentes obras, que ha permitido elevar estos montones de escombros a la categoría de arte, atrae la atención del espectador, que se encuentra ante fotografías de esculturas creadas a partir de metales, tuberías o electrodomésticos; bodegones al estilo barroco con grandes reminiscencias tenebristas a partir de residuos plásticos; elementos provenientes del abandono de construcciones debido a la crisis de la burbuja inmobiliaria, presentados como si fueran restos de civilizaciones antiguas; o, incluso, una escultura de varios metros de altura formada por tuberías de polietileno que nos remite a las obras más destacadas de la corriente artística del land art.
Sin embargo, no debemos dejar de lado el verdadero objetivo de las obras: los artistas, lejos de romantizar el despilfarro protagonista de la exposición, ofrecen una segunda vida a estos desechos para concienciar al espectador de las graves consecuencias que conlleva un acto tan sencillo como cambiar de móvil cuando todavía funciona el que tenemos.
Esta apelación directa al individuo se aprecia especialmente en la serie ‘Objetos-mundo’, compuesta por las fotografías de los bodegones mencionados. La combinación del fondo negro y el metacrilato permite que el espectador se vea reflejado en la obra como si de un espejo se tratara, de modo que tenga presente que puede contribuir a frenar esta situación. Asimismo, también está patente en la videoinstalación ‘Paisajes ocultos’, en la que vemos caer una maleta que se rompe como los sueños que una vez representó, mostrando así los desechos como reflejo de nuestras propias vidas.
Por otro lado, los artistas rescatan estos paisajes del anonimato, devolviéndoles su identidad, como se puede ver en las cartelas de la serie ‘Residuos’, que muestran las coordenadas de la ubicación de las escombreras retratadas. Esta serie se inicia con una fotografía que muestra un conjunto de ramas agolpadas por el viento. Dicha fotografía contrasta con el resto de las obras de la serie –y, dicho sea de paso, de la exposición–, pues es la única que representa la naturaleza sin que en ella haya intervenido ningún elemento artificial. Los artistas denuncian, de esta manera, que estos paisajes baldíos se han convertido en víctimas de la acción humana.
Pero, ¿qué vemos si miramos hacia adelante? En ese danzar que nos exigen las obras de arte, como explica Chus Tudelilla, vamos descubriendo diferentes detalles según nos acercamos o nos alejamos de ellas. Es este baile el que nos permite apreciar el horizonte en la videoinstalación ‘Biografía de un paisaje’. Un horizonte visto a través de la construcción abandonada en 2008 de la urbanización El Saboyal, en el que, en palabras de la comisaria, “parece que no pasa nada, y no pasa nada más ni nada menos que el tiempo”, un tiempo que apreciamos gracias al suave movimiento que la brisa ejerce sobre la escasa naturaleza salvaje.
Este horizonte, que se podría interpretar como una metáfora del futuro, es inescrutable, hecho que enlaza con la conferencia de Cristina Monge, ‘Sociedades temerosas. Sociedades AC/DC (Antes de la Covid/Después de la Covid)’, también celebrada el 20 de noviembre.
En la presente exposición, vemos cómo el arte logra actuar como –en palabras del filósofo francés Alain Roger– “un mediador entre el país y el paisaje”. En consecuencia, acerca a los espectadores a una de las grandes problemáticas de la sociedad actual –la emergencia climática–, haciéndolos partícipes y fomentando la reflexión en torno a su papel.
Está claro lo que vemos: montones de basura acumulados en espacios inútiles. Sin embargo, tal y como afirma Chus Tudelilla, esa no es la pregunta que debemos hacernos. La pregunta es: ¿qué no vemos? Y la respuesta, el despilfarro del modo de vida de la modernidad tardía en la que, como apunta Zygmunt Bauman, “solo existen consumidores de mercancías de obsolescencia programada”.
Así, la exposición, presentada por el director del CCCC, José Luis Pérez Pont, por la comisaria Chus Tudelilla y por los artistas Javier Almalé y Jesús Bondía, acompañados por la directora general del Cambio Climático de la Generalitat Valenciana, Celsa Monrós, supone un manifiesto o, como su propio título indica, un comunicado urgente contra esta grave situación.
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