Distancia 7 Minutos, de Titzina Teatro (Barcelona)
Premi Makma al Millor Espectacle Nacional de Teatro
VII Edició Premis del Públic de Sala Russafa
C / Dénia, 55. Valencia
Domingo 17 de junio de 2018
El resto de la lista de premiados: Premi Urban-Levante (EMV) al Millor Espectacle Valencià de Teatre para ‘Flores azules’, de La Dramática Producciones (València); Premi Menkes al Millor Espectacle de Dansa para ‘Drap’, de Mou Dansa-ONGD Setem (València); Premi C.C. Nuevo Centro al Millor Espectacle Teatral per a xiques i xiquetes para ‘El caso del fantasma percusionista’, de La Gotera de Lazotea (Jerez de la Frontera); Premi El Diario C.V.es a l’Espectacle Revelació 2018 para ‘La dislexia de los conejos’, de Conejos Teatro (València); Premi Mondo Sonoro al Millor Directe Musical para el grupo de música ‘Badlands’ (València); Premi Fundació Bromera al Millor Espectacle Treball Escolar para Noa Mª Paavola España, del CEIP Alejandra Soler; Premi Fundació Bromera al Millor Col.legi Assistent para el Centre Privat Color de Monte Colorado, y Premi a l’Espectador 2018 patrocinado por Sala Russafa (otorgado por sorteo) a José Julián Ibañez Primo.
[A continuación reproducimos la entrevista que con motivo del pase de su obra ‘Distancia 7 Minutos’ realizamos a uno de los creadores de Titzina Teatro en noviembre de 2017]
La metáfora es muy ilustrativa: una plaga de termitas obliga a un juez abandonar su casa para tener que vivir con su padre una temporada. Al mismo tiempo, el vehículo espacial Curiosity aterrizaba en Marte para explorar su superficie, manteniendo en vilo durante siete minutos a la NASA al desaparecer la señal que debía confirmar el éxito de la operación. El espacio y el tiempo dándose conflictivamente la mano. Lo mayúsculo y lo minúsculo entrelazados en una historia a la que Titzina Teatro saca chispas en Distancia 7 Minutos, la obra que felizmente se estrena en Valencia gracias a la Sala Russafa.
“La distancia entre las personas, en este caso entre un juez y su padre, reflejada en esos siete minutos de terror que supuso no saber si el aparato había tocado tierra o se había estrellado”, explica Pako Merino que, junto a Diego Lorca, protagoniza y dirige una obra que supera ya las 350 representaciones, con más de 100.000 espectadores durante su gira por España y países de Latinoamérica. “Son siete minutos de espera que se relacionan con otras partes de la obra”, precisa Merino, quien encarna a diversos personajes.
Esa distancia humana a la que da pie una simple plaga de termitas tiene su reflejo en esa distancia planetaria referida en la misión espacial del Curiosity. “El teatro es un acto vivo donde se representa de forma microscópica la vida”, sostiene Pako Merino, quien recuerda con orgullo lo que le dijo un espectador al término de una función: “Me habéis removido cosas por dentro”. Y es que el teatro de Titzina apela a esa introspección personal desde el mejor de los entretenimientos.
“La obra no solo habla del choque generacional, sino del modo en que asumimos gestos que son de nuestros padres, en contra de nuestra voluntad”. Ese juez que interpreta Diego Lorca se verá de pronto conviviendo con un padre que le saca de sus casillas. “Vistos desde fuera los problemas de los demás pueden parecer cómicos”. Merino lo dice después de asistir a diversos juicios para recabar información de cara a la obra. “Comprobamos que muchos problemas se podrían resolver entre las personas, sin necesidad de tener que acudir a un juez, y que uno se siente tranquilo porque el sistema judicial funciona”.
¿Funciona? “En todo caso, el fracaso es de la sociedad y no de la justicia”, a la que Merino defiende tras conocer a muchos de esos jueces de entre 30 y 40 años a los que entrevistaron: “Su función no es fácil, para nada”. Como no son fáciles las relaciones paterno filiales. Y en esto la metáfora de las termitas es reveladora: “La madera aparece por fuera toda barnizada, pulida, pero por dentro oculta un mundo familiar siniestro”. Un mundo, nunca mejor dicho, corrompido, del que Titzina se hace cargo a base de un teatro minimalista que busca la esencia de los actos y las situaciones.
“Es nuestro sello. Minimizamos los objetos, y esencializamos el espacio y los gestos. Le dedicamos mucho tiempo a la construcción de la obra; todo tiene que estar en su sitio, cuestionándolo todo cientos de veces. Solemos hacer un test de fuerza antes del estreno”. El resultado es un espectáculo aclamado por espectadores y crítica, que han visto en Distancia 7 Minutos “teatro de verdad”, como afirma Merino habérselo dicho el público en diversas ocasiones.
Titzina, he ahí otra de sus virtudes, trata a ese público con respeto, ofreciéndole un producto de entretenimiento con carga de profundidad. “El público rellena los espacios vacíos con su imaginación”. De ahí la escenografía reducida a los mínimos elementos, al igual que el vestuario y los gestos: “Nos han llegado a decir que con qué poco, un gesto o un cambio de chaqueta, han visto a otra persona”. La distancia que atraviesa el conjunto de la obra juega con esa misma dialéctica de lo próximo y lo ajeno: “La cercanía que se supone existe en toda familia, resulta que revela también una distancia enorme”. Y Pako Merino concluye diciendo que Titzina seguirá insistiendo en “textos cada vez más profundos, porque queremos evolucionar y no repetirnos”.
Salva Torres
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