I Festival de Cine y Música (CIM) de Castellón
Entrevista al director británico Stephen Frears
Miércoles 20 de junio de 2018, coincidiendo con el día de su 77 cumpleaños
«Stephen Frears: The Chamaleon Chronicle«, lee, buscando la expresión en inglés del título español del libro que tenemos sobre la mesa (1).
Stephen Frears: «¿Cuánto hace que lo presentamos?»
Rafael Maluenda: «En septiembre hará diez años».
SF: «Oh, my goodness!»
Frears (Leicester, 1941) hojea el libro que le dedicamos en el Festival Internacional de Cine de Valencia – Cinema Jove, y se refiere a la presentación que del mismo hicimos en Madrid en 2008 junto a su autor, Javier Hernández. Acudíamos invitados por Chema Prado, el casi mítico (o sin “casi”) director de Filmoteca Española, abriendo con ese acto una retrospectiva dedicada al maestro de la ironía entre los cineastas británicos.
El libro nacía, a su vez, de otra retrospectiva que habíamos dedicado a Stephen en nuestro homenaje de la XXI edición de Cinema Jove, en 2006. Recién aterrizado de nuevo en Valencia, regresa esta vez para apoyar la primera edición del Festival Internacional de Cinema i Música de Castellón (CIM), certamen que se apunta el tanto de haber atraído a una estrella internacional en el mismo año de su nacimiento, algo realmente meritorio. Conversamos en torno a un par de cafés, mientras echa algún que otro vistazo al libro.
RM: “Los festivales corren riesgo de convertirse en gueto para cinéfilos”, nos dijiste en Cinema Jove, aunque tuviste el detalle de excluirnos de esa zona de peligro (Risas). Ahora regresas… ¡a otro festival!
SF (Risas): ¡No me libro!
RM (Risas): ¡No, no te libras! ¿No corres muchos riesgos, entonces y ahora, aceptando la invitación de los festivales?
SF: Sí, puede que sí (bromea). Disfruté en Cinema Jove, me encantó Valencia. Del CIM me llegó una invitación muy amable. Une dos pasiones: cine y música… ¡Y adoro España! Nunca he estado en Castellón, y me apeteció conocerla.
RM: Un festival que consigue una figura internacional como tú en su primera edición, ya es una garantía…
SF: Lo hago con gusto.
Stephen visitará también Benicassim y Peñíscola. Es ciertamente un experto conocedor de España, que a sus casi 77 años [en el momento de publicación de esta entrevista ya cumplidos] ha visitado en numerosas ocasiones. Le brillan los ojos con fascinación cuando habla de sus viajes por el territorio español de finales de los 50. Especialmente de Ibiza, antes del desembarco de hippies y millonarios: “Era un lugar muy bello, primitivo”. Su interés por España se pone de manifiesto en varios momentos de nuestra charla.
SF: ¿Sigue Pedro haciendo películas? Almodóvar…
RM: Sí, desde luego. Está a punto de rodar por Valencia.
SF: Me gustó su película del avión.
RM: ‘Los amantes pasajeros’.
SF: Cuando salieron sus primeras películas era maravilloso, fue una serie de títulos increíble, cuánto talento. Le conozco desde entonces. Luego estrenaron ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’ y ‘Mi hermosa lavandería’ en Nueva York a la vez, y eso nos unió de nuevo. Hace siglos que no le he visto. Pero fui a la première de la del avión. También me gustó la que hizo con Penélope, ‘Volver’. Es un gran talento, un cineasta muy brillante.
RM: Ahora también se dedica al vino…
SF (Ríe): ¡¿Al vino?!
RM: Sí. Oí en la radio a su hermano Agustín explicando que vienen de familia vinatera y que les hace mucha ilusión. Aunque, como no son enólogos, el vino lo hacen unos amigos que sí lo son, y que han sabido entender muy bien su espíritu. Pedro ha diseñado la etiqueta, y el vino se llama, claro, Almodóvar.
SF: Si preguntas a Coppola a qué se dedica, te dirá que hace vino.
La conversación sobre Almodóvar nos lleva a hablar de nuevo de Chema Prado, amigo que los tres tenemos en común, quien incluso ha hecho algún cameo en el cine del director manchego. Chema Prado, dirigió Filmoteca Española durante más de 27 años, y ese hilo nos lleva a la película con que abrió, en el Cine Doré madrileño, el ciclo dedicado a Stephen cuando fuimos a presentar el libro.
SF: ¿Qué película era? ¿’Los timadores’?
RM: Si no recuerdo mal, fue ‘La venganza’, el thriller que rodaste en España…
SF: Sí, en 1984. Era una road-movie. Fue una experiencia fantástica, la rodamos en seis semanas.
RM: Los actores eran magníficos. Tenías a John Hurt, a…
SF (Me interrumpe): Sí, a John, a Terence [Stamp], a Fernando Rey, a Tim Roth, y aquella chica española, maravillosa, que había estado en Carmen con Saura… Bellísima, bellísima… No Penélope, con Penélope trabajé años después…
RM: Laura del Sol.
SF: ¡Laura del Sol! ¡Era tan buena…!
RM: ¿Tuviste mucho equipo español?
SF: Sí. Un operador australiano, los jefes de equipo eran ingleses, y los técnicos españoles. Y un catering buenísimo. Empezamos el rodaje en el sur, en Andalucía, y fuimos subiendo hasta los Pirineos.
RM: Así que rodasteis la historia cronológicamente…
SF: La mayor parte, sí. Y Fernando Rey era grandioso. Había visto todas sus películas con Buñuel… ¿Cómo se llamaba el otro actor de Buñuel? También magnífico…
RM: ¿Te refieres a Francisco Rabal?
SF: ¡Eso es! ¡Qué rostro tan impresionante!
RM: ¿Conoces la anécdota de [William] Friedkin con Rabal y ‘The French Connection’?
SF: No…
RM: Friedkin quiso contratar a Rabal para el personaje del jefe de los traficantes, Alain Charnier. Pidió que contrataran a “ese actor tan bueno de las películas de Buñuel”, y cuando lo tuvo delante descubrió que le habían llevado a “ese otro actor tan bueno de las películas de Buñuel”. No se atrevió a deshacer el error, e hizo la película con Fernando Rey.
SF (Riendo): ¡Físicamente son muy diferentes, tienen tipos opuestos! Dependiendo de si tienes a uno o a otro el personaje cambia completamente. De todos modos, Fernando resultó estupendo para ‘The French Connection’.
RM: También para ‘La venganza’…
SF: Sin duda. Teníamos un guión muy bueno. De hecho, constantemente están intentando hacer remakes. Trasladando la acción a México, por ejemplo. Después, el guionista [Peter Prince] intentó reescribirlo situándola en Estados Unidos. Pero no puedo desprenderme de las voces de los actores. ¡Eran tan buenos…! Sólo puedo oír esos diálogos en las voces de Terence y John. La idea de oír a otros me resulta inconcebible.
RM: Conectando con el tema del CIM, ‘La venganza’ nos sirve como ejemplo del uso que haces de la música en tus películas…
Stephen arquea las cejas y sonríe, expectante.
SF: Estoy listo para aprender algo al respecto.
RM (Risas): …utilizas la música de Paco de Lucía como contrapunto a la tensión violenta de las escenas. A menudo en tu cine, la música funciona como contrapunto dramático.
SF: Es cierto. ¿Sabes qué fue lo maravilloso con Paco de Lucía? Venía al estudio con la guitarra cuando estábamos montando la película; traía a alguien más, creo que era su hermano; y allí mismo se ponían a tocar, ¡improvisando! ¡Improvisaba toda aquella música increíble, y el efecto en la película fue extraordinario. ¡Extraordinario era el mismo Paco, qué gran hombre!
RM: El uso de la música en tus películas juega a menudo un papel irónico. En ‘Café Irlandés’, la música irlandesa y las canciones…
Me interrumpe, con entusiasmo.
SF: ¡Oh, sí! Utilizamos ‘Can’t Help Falling In Love’, una magnífica versión de la canción de Elvis. Era de un grupo punk que no conocíamos, Lick the Tins; quedamos encantados con esta versión: funciona muy bien y aporta el tono apropiado a ‘Café irlandés’.
RM: En cuanto al trabajo con los compositores…
SF: He tenido mucha suerte, siempre he trabajado con grandes compositores: Thomas Newman, Alexandre Desplat, George Fenton…
RM: Desplat compuso la música original para ‘Florence Foster Jenkins’, que también proyecta el CIM en esta primera edición. Una película con tres compositores…
SF: ¿Tres?
RM: Desplat, desde luego, a cargo de la música original; Stephen Foster, uno de los grandes autores americanos de canciones populares, a cuya esposa hace alusión el título; y un tercer compositor aparece en la película, interpretando ‘Oh! Susanna’: Carl Davis.
Stephen ríe.
RM: ¿Cómo incluiste a Carl Davis en la película, incorporando a un personaje?
SF: No sé, lo llamé por teléfono (risas). La escena requería a alguien que tocara ‘Oh Susanna!’ al piano, y recordé que una vez Carl me contó que él había empezado así, como el pianista que debía aparecer en la película, haciendo cosas parecidas.
RM: Su música para los clásicos del cine mudo es fantástica.
SF (Ríe): ¡Maravillosa, maravillosa! Sí, ya ves cuánta suerte he tenido con los compositores. Admiro muchísimo a Davis, y todo lo que su música ha hecho por dar a conocer el cine mudo en nuestros días. Me gusta especialmente su partitura para el ‘Napoleón’ de Abel Gance.
RM: Impresionante. También puso música a ‘El viento’ y a ‘El ladrón de Bagdad’…
SF: …para la versión de Douglas Fairbanks. Me gusta mucho esta película… También me gusta mucho la versión de Michael Powell.
RM: Desde luego. A mí me fascina la obra entera de Michael Powell.
SF: ¡Naturalmente!
RM: A propósito de George Fenton, cuando vi por primera vez ‘Las amistades peligrosas’, en el momento de su estreno, la música me llevaba una y otra vez a pensar en la de Bernard Herrmann para ‘Con la muerte en los talones’, y…
SF: ¡Estás de broma!
RM: Te doy mi palabra. Tiempo después, leí en una entrevista que le pediste que viera la película de Hitchcock…
SF: George vino a verme con una cinta en la que había grabado música barroca. Le dije: “no está mal, pero… ¿Has visto ‘Con la muerte en los talones’?” (Risas). Para mí, ‘Las amistades peligrosas’ era como una película de Hitchcock… También tuve en mente ‘Encadenados’…
RM: El uso de la tensión, el suspense construido en torno a objetos: una carta, una llave…
SF: Sin duda. Vi por entonces una presentación de Jean Renoir para ‘La regla del juego’, y en ella aludía a la yuxtaposición de lo moderno y lo clásico. Me dije: esto es precisamente lo que estoy haciendo ahora.
Stephen ha citado la película de Renoir por su título original en francés. Probablemente alude a una presentación filmada en 1962. Renoir dice en ella -resumiendo, aunque casi literalmente- que la película responde a su deseo de volver al espíritu clásico, de huir del naturalismo de ‘La bestia humana’, su anterior película, huir incluso de Flaubert, y a su deseo de reencontrarse con Marivaux, Beas-Marcháis y Molière. Así, esta tentativa de obra clásica se acompaña de música clásica para darle forma de comedia, a la manera de la comedia del arte, a la manera de la pantomima. El retrato de la sociedad en decadencia deja al descubierto a los personajes.
RM: ¿Es así como trabajas normalmente con los compositores?
SF: Normalmente George Fenton traía sus composiciones grabadas, me ponía las cintas, y yo iba decidiendo. Así es también con Desplat. En mí, el proceso de elección es instintivo, es algo que no puedo intelectualizar. Como decía, soy muy afortunado con los compositores, todos ellos personas muy brillantes.
RM: Sobre ‘Alta Fidelidad’, te oí en una entrevista que dejaste la elección de las canciones a los demás…
SF (Risas de nuevo): Era gente joven, y me llevaban loco… Preparé la película, y John Cusack y sus amigos co-guionistas venían con las canciones. Traían sus ideas. Pensé: si contrapongo mis ideas, tendremos pelea, y no puedo soportar la idea de pelear (risas). Acordamos que ellos me traerían sus propuestas, pero yo tendría la última decisión para que todo guardara sentido. Pensé: Si te pones a discutir sobre las canciones, acabarás provocándote un infarto. ¿Era buena la selección?
RM: Pienso que sí, las canciones funcionan estupendamente en la película.
SF: Es como debe ser. El trabajo del director consiste en proteger la película.
RM: Siguiendo con ‘Alta Fidelidad’, que es la película que presentas en el CIM, ¿cómo llegaste a la idea de hacer que el personaje de Cusack hablara a cámara? Creo que en el primer guión estaba resuelto con voice over (2).
SF: Así es, en el guión (3) que me mandaron había voice over, pero dije: esto no tiene la fuerza suficiente. Me reuní con John y sus amigos y expuse el tema. Decidimos que el personaje hablara directamente a cámara. Me gusta esta técnica. De haber recurrido a la voice over no habríamos logrado toda esa atención sobre el personaje. John se implicó absolutamente con este recurso, durante el rodaje a veces decía: “Un momento, creo que la cámara está demasiado cerca”, y observaciones así. Fue muy sensible sobre cuanto implicaba tenerle hablando a cámara. ¿De qué año es ‘Alta Fidelidad’?
RM: Del 2000.
SF: ¿Del 2000?! ¡Casi veinte años ya…! ¿El CIM proyecta la película? No la he visto en estos veinte años, espero que funcione…
RM: He vuelto a verla esta semana, y se mantiene fresca y en forma.
SF: ¿De verdad hace veinte años? Es la película que lanzó a Jack Black, ¿hace ya tanto? Jack estuvo maravilloso.
RM: ¿Conociste ahí a Jack Black?
SF: Sí. Lo conocí en mi película.
RM: ¿Dirías que fue un descubrimiento?
SF: Sí, supongo que sí.
RM: Algo que encontramos siempre en tus películas es la presencia de actores extraordinarios: Judy Dench, Glenn Close, Annette Bening, Helen Mirren, John Malkovich, Michelle Pfeiffer, Frank Langella, Christopher Plummer, Bruce Willis, Chiwetel Ejiofor, Hugh Grant, Kathy Bates, Daniel Day-Lewis, Gary Oldman, Vanessa Redgrave, Meryl Streep, Donal O’Kelly, Colm Meaney, Alfred Molina, Pat Hingle, Angelica Huston, Julia Roberts, Audrey Tatou, Uma Thurman, Dustin Hoffman… Entre muchos otros no tan conocidos, pero no menos brillantes que éstos.
SF: Sí, es cierto. Inmensamente dotados.
RM: Actores con estilos interpretativos muy distintos, pero que funcionan todos con gran precisión.
SF: Trato de encontrar al actor adecuado para cada historia. Si es el actor correcto para la película, todo irá bien.
RM: ¿Dirías entonces que buena parte del trabajo queda resuelto en el momento del casting?
SF: Es lo que solía decir John Huston. Pienso que construyes la película sobre ellos. Recuerdo que cuando iba a hacer Las amistades peligrosas me preguntaba: ¿cómo puedo construir ese mundo? Puedo hacerlo sobre estos personajes. ¿Y cómo construyo estos personajes? Ah, con estas personas, con estos actores. Se trata de dar con los adecuados.
RM: ¿Y cómo trabajas con ellos? ¿Ensayáis mucho?
SF: Ensayamos poco. Todos son muy brillantes. Bueno, si siento que están haciendo algo que no tiene sentido, se lo digo. Pero son muy buenos. Sólo hay que asegurarse de que sepan en qué tipo de película están. De lo que hay que ocuparse es de la caracterización. Pero si los has escogido bien, lo demás no es difícil.
RM: Hugh Grant ha vuelto a trabajar contigo, después de su personaje en ‘Florence Foster Jenkins’, esta vez en una serie. Has vuelto a rodar para la televisión, como en tus comienzos…
SF: No olvides que empecé en el teatro… La televisión vino después, en mi caso.
RM: … ‘A Very English Scandal’, tres episodios (4).
SF: Sí, acaba de emitirse, y ha tenido un éxito enorme (ríe). Como decíamos antes, concurre lo trágico junto a lo ridículo: es una historia terrible sobre un político que intenta asesinar a su novio, y a la vez una historia muy divertida.
RM: Estoy deseando verla.
SF: No te la pierdas, te va a encantar. Es muy divertida, muy loca.
RM: ¿Tienes intención de seguir dirigiendo series de televisión?
SF: Pues no sé. Depende: si los guiones son buenos, desde luego. Veo que las series están teniendo mucho éxito, y no soy tonto, muchas de las mejores historias están en la televisión, hay muy buenos escritores. Al final, depende de los guiones que me manden, de modo que espero pasivamente, indefenso (sonríe).
Stephen hojea de nuevo el libro… Tras unos instantes, comenta con total sencillez, desprovisto de afección:
SF: Veo que mi obra es muy, muy interesante… Parece una obra totalmente original… pero todo surge de la lectura de guiones ajenos. Siempre parto del guión.
RM: Cuando te envían los guiones, ¿trabajas en ellos?
SF: Sí, siempre trabajo un poco en ellos, una vez he decidido hacer la película.
RM: Pero nunca has querido aparecer acreditado como guionista.
Niega vehemente con la cabeza.
SF: ¡No, no, no, porque no sé escribir! Los guionistas lo escriben todo, yo sólo les complico la vida (sonríe burlón).
RM: ¿Podríamos hablar un poco de tu estilo?
SF: ¡Pero si yo no tengo estilo…!
RM (Risas): Eso dices siempre…
SF: No, no tengo estilo…
RM: Sé que te incomoda la palabra “artista” cuando va referida a ti.
SF: Sí, pero aún me incomoda más la palabra “autor”, porque otros escriben los guiones, y yo siempre parto del guión. Así que no sé porqué debería concedérseme ese protagonismo. Es decir, espero hacer bien mi trabajo (ríe), pero no me considero un artista.
RM: Pero si piensas en tus películas…
SF (Interrumpe): No, no las veo nunca. Nunca. Aunque… Es interesante: recientemente, volví a ver mi primera película [‘Detective sin licencia’ (Gumshoe, 1971)], y también vi una película que me encanta desde los doce años, una película con chistes y bromas. Y me dije: ¡Por Dios! ¡Si resulta que mi gusto se conformó cuando era niño! Era una película de los Hermanos Marx.
RM: ¡De los Marx! ¿Cuál de ellas?
SF: ‘Una noche en la ópera’. Así que mi gusto nació muy, muy temprano.
RM: Tu referencia a los Marx nos lleva a uno de los rasgos característicos de tu cine: el humor. Como mínimo, y no es poco, podemos decir que hay una mirada humorística en tus películas, que proviene de tu carácter, de tu modo de entender el mundo.
SF: Bueno, podemos decir que es una mezcla de humor y sufrimiento. Me gusta esa idea.
RM: Pienso que tus películas tienen ese rasgo común, y que adquieren su forma tras una selección de historias por tu parte y, por tanto, de temas. Tanto si humor y sufrimiento están ya en el guión que te hacen llegar, como si llegan por decisiones que tienen que ver con tu enfoque del la historia…
Frears, que ha estado pensativo, me interrumpe.
SF: Hmm… Bueno… sí… ¡Pero mira lo que está ocurriendo en mi país con el Brexit! Es a la vez… terrible y completamente ridículo. Es una absoluta idiotez. Pero también es una tragedia.
RM: Ya. Es decir, que lo trágico y lo ridículo, sufrimiento y humor, vienen ya juntos en la vida real.
SF: Eso es. Todo el mundo se ríe de este o aquel Primer Ministro, todos se burlan de los políticos, pero al mismo tiempo éstos empujan el país al precipicio, lo cual es espantoso.
RM: Pero, en cualquier caso, tus películas están filtradas por un humor y un sufrimiento que responden a una visión propia, que corresponde a tu mirada. Humor y sufrimiento están en el cine de Berlanga, de Buñuel, de Hitchcock, de Lynch, de otros cineastas, y sin embargo en cada caso están tratados de un modo muy personal y único. De hecho, pienso que si otros cineastas hubieran dirigido los mismos guiones que tú, habrían dado lugar a películas distintas e igualmente personales.
Stephen parece darle vueltas en su pensamiento a esta cuestión. Aprovecho para abordar estos temas desde otro flanco.
RM: Viendo tus películas, se puede aprender mucho sobre la historia de tu país…
Stephen suelta una sonora carcajada. Y piensa por un instante. Responde ya más serio.
SF: Bueno… pues es verdad.
RM: Ya ves que Javier Hernández, el autor de ese libro, lo tituló: ‘Stephen Frears, el cronista camaleónico’. ¿Compartes esta idea?
SF (Ríe): Bueno, yo no me daría tanta importancia a mí mismo… Aunque creo que algunas de mis películas podrían responder a esa idea.
RM: Cuando viniste a Cinema Jove estabas acabando el montaje de ‘La Reina’ para presentarla en Venecia. Recuerdo que cenábamos con Chema Prado y Greta Scacchi, y que ella te preguntó: “Stephen, ¿te has portado bien con Su Majestad?” Tú soltaste un sí burlón, travieso, que hacía pensar todo lo contrario. Mi sorpresa, cuando vi la película, fue que, efectivamente, te habías portado bien con la Reina. Es decir, creo que la película trata sobre la amistad entre dos individuos; el tema del poder está también ahí, pero alrededor de los personajes…
SF: ‘La Reina’ nos recuerda a nuestras madres (risas). Es bastante sosa, pero ¿fui amable con ella? Creo que la presenté como ser humano.
RM: Su relación personal con Blair ganaba al plano político. En ‘Victoria & Abdul’ (2017), esa voluntad de mostrar seres humanos queda explícita en el título, ya en sí una declaración de intenciones. El título español, ‘La reina Victoria & Abdul’, rompe con tu intención.
SF: ‘Victoria & Abdul’ es mucho más cómica. Me encanta ser cómico, creo que acerca mejor los personajes al público.
RM: John Ford decía que no hacía películas sobre grupos políticos o sociales, sino sobre individuos forzados a enfrentarse a conflictos…
SF: Es una visión del mundo. Diría que tengo una visión del mundo, pero estilo… Cuando hablamos de estilo pienso en movimientos de cámara y cosas así.
RM: El Conde de Buffon, en su ‘Discurso sobre el estilo’ (5) aseveraba que “El estilo es el hombre mismo”. Y tus películas son, hasta donde vemos, “el hombre mismo”…
SF: Sí… sospecho que eso es correcto… (sonríe) pero me resisto a admitirlo.
1. Javier Hernández. Stephen Frears: el cronista camaleónico. Ed. IVAC-La Filmoteca, para el Festival Internacional de Cine de Valencia – Cinema Jove. Valencia, 2008.
2. Voice over. He decidido usar literalmente el término que utiliza Frears, en lugar de sustituirlo por el de voz en off, como normalmente se utiliza en español. Voice over y voice off no se refieren al mismo recurso: mientras en el primero oímos la voz de alguien que no habla desde su participación en la escena que estamos viendo, en el caso del segundo oímos la voz de alguien a quien no vemos en el plano, pero sí está participando en la escena (desde el contracampo, o desde una estancia adyacente, por ejemplo). El ejemplo más claro de voice over es el de la voz de un narrador que habla desde un espacio que no está representado en escena, y que es el recurso al que se refiere aquí Frears.
3. El guión de Alta Fidelidad es una adaptación de una novela de Nick Hornby. Frears leyó la novela en el momento de su primera edición, y le gustó mucho, pero pensó que no podía hacerse una película de ella. Tiempo después, John Cusack le hizo llegar el guión que había co-escrito con varios amigos (D.V. DeVincentis, Steve Pink y Scott Rosenberg), trasladando la acción de Londres a Chicago. Frears desconfió, porque la novela reflejaba el puro Londres, y cualquier idea que desligara la historia de la ciudad le parecía descabellada. Pero al leer el guión comprobó que era muy bueno: habían conseguido convertir la novela en película, y el “traslado” a Chicago se había hecho con sentido.
4. A Very English Scandal. Director: Stephen Frears. Guionistas: Russell T. Davis, John Preston. (Blueprint Pictures – BBC). 2015. Georges-Louis Leclerc, Conde de Buffon (1707-1788). Discours sur le style, discurso pronunciado el 25 de Agosto de 1753, con motivo de su ingreso en la Academia Francesa.
Películas citadas (por orden de aparición):
Los amantes pasajeros. Pedro Almodóvar (2013)
Mujeres al borde de un ataque de nervios. Pedro Almodóvar (1988)
Mi hermosa lavandería (My Beautiful Laundrette). Stephen Frears (1985)
Volver. Pedro Almodóvar (2006)
Los timadores (The Grifters). Stephen Frears (1990)
La venganza (The Hit). Stephen Frears (1984)
Carmen. Carlos Saura (1983)
The French Connection. William Friedkin (1971)
Café irlandés (The Snapper). Stephen Frears (1993)
Florence Foster Jenkins. Stephen Frears (2016)
Napoleón (Napoléon vu par Abel Gance). Abel Gance (1927)
El viento (The Wind). Victor Sjöström (1928)
El ladrón de Bagdad (The Thief of Bagdad). Raoul Walsh (1924)
El ladrón de Bagdad (The Thief of Bagdad). Ludwig Berger y Michael Powell (1940)
Las amistades peligrosas (Dangerous Liasons). Stephen Frears (1988)
Con la muerte en los talones (North by Northwest). Alfred Hitchcock (1959)
Encadenados (Notorious). Alfred Hitchcock (1946)
La regla del juego (La règle du jeu). Jean Renoir (1939)
La bestia humana. (La bête humaine). Jean Renoir (1938)
Alta Fidelidad (High Fidelity). Stephen Frears (2000)
Detective sin licencia (Gumshoe). Stephen Frears (1971)
Una noche en la ópera (A Night at the Opera). Sam Wood (1935)
La Reina (The Queen). Stephen Frears (2006)
La reina Victoria & Abdul (Victoria & Abdul). Stephen Frears (2017)
Rafael Maluenda
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