Grüsse Aus Spanien, de Sergio Belinchón
Espai Tactel
C / Denia, 25. Valencia
Hasta el 23 de diciembre de 2015
“¿No habíamos pasado antes por esta calle? Creo que sí; creo que la cambian de lugar cada tantos años pero regresa siempre… con sus aceras desmoronándose, sus filas de gente recién salidas de un paisaje que desaparece cuando lo abandonan”. (Mark Strand)
Sergio Belinchón ha contribuido a la construcción de un atlas de urbanismo que se nutre de un limbo arquitectónico. Una forma de representar el paisaje con la que ha conseguido captar una suerte de vista metafísica que reproduce una realidad perturbadora revelada como surreal, en la que, bajo una mirada crítica, las construcciones (u otras entidades espaciales) son fotografiadas sin presencia humana, o frente a unos personajes con los que establecen una relación inquietante. Grüsse Aus Spanien es una muestra de fotografía y video, que podemos leer como el análisis del idilio entre el turista y los espacios con los que este participa en el diseño de una iconografía que perpetúa los clichés de nuestro país.
Las imágenes de lo típicamente español, una miscelánea de tropos que el turista selecciona previamente a su llegada al destino, es producto de la diferenciación y exageración de los estereotipos culturales que llevaron a cabo los pintores del siglo XIX. Un catálogo en muchos casos inalterado y heredado por un turismo que no recuerda a quienes huían de la urbe moderna por culpa de la ansiedad y la saturación que esta les provocaba.
Belinchón elabora una versión del espacio urbano de desorientación encubierta en el que se produce una interpenetración entre el lugar y el no lugar, y por el que deambulan turistas pertenecientes a dos entidades temporales diferentes (los comienzos del siglo XXI y los años setenta del siglo pasado), que en la sala expositiva se vuelven simultáneos.
En las fotografías seleccionadas, con las que el artista indaga en aspectos como el turismo/exotismo español o la ambigüedad arquitectónico-natural de los fenómenos inmobiliarios (esos monumentos a la hiperrealidad), el visitante se regocija en las características de la nueva urbe (cuento, sueño, deseo y simulacro), perdido, ajeno a una lectura menos simplificadora de nuestro país, así como a la cámara que le captura.
El material fotográfico se acompaña de unas piezas de found footage elaboradas a partir de los rollos de película Super 8 encontrados por Belinchón en rastros y filmados por turistas alemanes durante su estancia vacacional en España. Esta segunda parte continúa la tradición de la búsqueda del objeto encontrado, próxima a la actitud de Breton cuando se topa en un mercado (lugar propicio para hallar lo “maravilloso cotidiano”) con la cuchara-zapato que describe en El amor loco, o al proceder de John Armleder respecto a la búsqueda como paso previo al ensamblaje.
En el caso de Belinchón, tampoco se trata de un encuentro con una finalidad preservacionista, sino de una apropiación organizada durante varios años, guiada por una voluntad manipuladora para ofrecer otra oportunidad a unas imágenes-souvenir, algo que sitúa el segundo montaje fílmico, siguiendo a Didi-Huberman, en “el resultado de nuestros desplazamientos más íntimos, de nuestras derivas pulsionales o conceptuales, visuales o corporales, sentimentales o políticas o de nuestras biografías”.
A la vez que esta batería de escenarios-recuerdo (en las que resuena Edward Ruscha o Stan Douglas) funciona como otra posible versión de la estética del post-turismo, se produce un potente e inmediato diálogo entre las formas artísticas presentes en esta muestra. Los paisajes urbanos del capitalismo contemporáneo de las fotografías (en concreto el caos inmobiliario de las costas españolas, el “responsable” de nuestro Aprendiendo de Las Vegas), se completan con los personajes del material fílmico encontrado, es decir, el resultado del ejercicio mental con el que podemos intentar identificar a los “actores” de estas películas con los turistas del material fotográfico, como si creyéramos reconocerlos.
Los “souvenirs” de Sergio Belinchón devienen en nostalgia de ida y vuelta, en un documento del turismo en España y de la desorientación que no se extingue al llegar al destino (la que vive en la sonrisa del turista alemán que se fotografía junto a la escultura del caudillo), y en una metáfora del fenómeno urbano. Un intercambio de instantáneas y de material encontrado que funciona, utilizando las palabras del sociólogo Giandomenico Amendola, como “un juego de superficies reflectantes o de actores que se envían unos a otros sus propias imágenes sin retener prácticamente nada”.
Francisco Ramallo
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