#MAKMAEscena
Desayunos MAKMA
‘La cultura como necesidad’
Con Elsa Moreno, Jesús Ge y David Trashumante
Entrevista de Merche Medina, Salva Torres, José Ramón Alarcón y Ángela Navarro
Fotografías: Paco Moreno
Col·legi Major Rector Peset
Plaça del Forn de Sant Nicolau 4, València
Los ‘Desayunos de MAKMA’, bajo el lema ‘La cultura como necesidad‘, despiertan el hambre, la duda y la reflexión. Si Platón ya encontraba en ‘El banquete’ el lugar idóneo para la reunión y el debate, nos presentamos ante este mismo escenario como un espacio para el diálogo, en nuestro caso, sobre la cultura y su papel en la sociedad.
Los invitados para intercambiar perspectivas sobre el sector fueron Elsa Moreno, poeta y gestora en Las Sin Rostro; Jesús Ge, poeta y promotor del ciclo de poesía Rimbomba en el TEM; y David Trashumante, poeta y director de Vociferio.
La reunión sobre el estado de salubridad de la cultura valenciana, celebrado en el Col·legi Major Rector Peset de la Universitat de València, abrió un debate sobre la relevancia de la cultura y los retos y conflictos a los que se enfrentan quienes trabajan por y para ella.
Como una cuestión nuclear, apareció la pregunta: ¿cómo alcanzar a un público y a una sociedad que se escudan en la falta de entendimiento para desprenderse del arte o de la cultura?
Una diatriba que continúa marcando la historia de la cultura en nuestro país, como ya alegaba Ortega y Gasset en ‘La rehumanización del arte’: “A mi juicio, lo característico del arte nuevo, ‘desde el punto de vista sociológico’, es que divide al público en estas dos clases de hombres: los que lo entienden y los que no lo entienden. Esto implica que los unos poseen un órgano de comprensión negado, por tanto, a los otros; que son dos variedades distintas de la especie humana”.
Entender que la cultura es necesaria es entender que el ser humano no es un autómata; el prisma utilitarista con el que teñimos nuestra visión sobre la cultura genera unas problemáticas que la distancian de su público. La cultura es el alimento del espíritu y, aunque se vea inmersa en la lógica mercantilista, como se adujo en la reunión, su efecto es de bálsamo y de poso, su labor es comunitaria y pedagógica, siembra el fértil campo de la duda y acoge en el conocimiento a la libertad.
Es más, el conflicto con la promoción y financiación de la cultura de masas o del entretenimiento como un medio vehicular para desactivar la reflexión y la formación de la comunidad fue otro de los temas tangibles.
Lloyd y P.Thomas, en ‘Culture and State’, ya señalaban que la cultura, tal y como la entendemos hoy en día, nacía de la mano del Estado moderno, como forma de promoción y difusión de unos valores para la nación, un medio más de control.
Pero ¿qué es de aquella cultura del pueblo y por y para el pueblo? ¿Cuál es el subterfugio institucional para la falta de fomento, financiación y desarticulación de las redes culturales y comunitarias en la actualidad?
¿Qué entendéis por cultura?
Elsa Moreno (EM): A veces, entendemos la cultura como unas manifestaciones artísticas concretas cuando la cultura es cualquier manifestación simbólica de una comunidad y de un pueblo. Creo que la cultura siempre encuentra su manera de existir. En momentos de crisis, los colectivos se organizan y aparecen proyectos, aunque no haya una institución o unos presupuestos que los cuiden. La cultura encuentra su manera de existir, pero solo los apoyos económicos permiten la profesionalización.
David Trashumante (DT): La cultura está desde siempre. La necesidad de expresar y dejar huella de nuestro paso por la tierra. Genera un espíritu crítico, no solo nutre la razón, sino también la emoción; ambas juntas son la conciencia. La cultura genera identidad y lucha por el imaginario, por una visión del mundo.
En clave social, la cultura es el último bastión de la resensibilización humana que puede confrontar, directamente, con la estrategia de desensibilización que estamos viviendo para alejarnos unas de otras y de nosotros mismos con espacios mediatizados que nos explican el mundo.
Jesús Ge (JG): Me gustaría diferenciar el entretenimiento de la cultura. La cultura es aquella que nos cuestiona: si no me cuestiona, no me interesa. Como la cultura provoca movimiento, cuestionamientos, dentro del ser humano, la duda no siempre interesa. Hay gente que prefiere que la cultura se vincule directamente al entretenimiento; es aquella que más se facilita.
A colación del carácter social que habéis destacado de la cultura, entre poetas y gestores, ¿cuál ha de ser la labor del poeta o del gestor cultural en la sociedad actual?
EM: No me atrevo a responder sobre la labor del poeta. Sin embargo, la labor del gestor cultural es la de vertebrar esas manifestaciones culturales que están sucediendo. Un gestor cultural está atento a lo que sucede y busca la forma de darle los recursos institucionales; es un mediador. Además, un buen gestor busca la forma de alimentar esos lenguajes que acontecen. Es una doble labor: atender a aquello que sucede y alimentarlo.
JG: Una de las frases que más escuchamos es “esto mi público no lo entendería”. Hay un discurso que fomenta un entretenimiento vacuo; quieren que no pensemos en todas aquellas cosas que nos hacen comunidad y pueblo, ser humano y reflexionar. Con la DANA, hemos podido ver una crisis política y ciudadana, los votantes nos hemos preguntado a quién tenemos gestionando los recursos públicos, nos hemos sumido en una reflexión colectiva. Los poetas están para poner luz sobre lugares donde otros aún no han podido ver y los gestores culturales han de agitar el avispero.
DT: Yo quiero conciliar dos de las poéticas que hemos tenido en esta ciudad: la poesía de Antonio Méndez Rubio y la de Enrique Falcón, ambas procedentes del colectivo Alicia Bajo Cero, que ya decían que hablar mundo es proponer mundo. Falcón se mantiene con el poeta como aquel que deja testimonio, ese rasgo de la poesía de ser vívida. Antonio Méndez Rubio se pregunta hablar a qué mundo y desde dónde, qué sucede cuando no hay asidero. El lugar al que agarrarse está cargado de trampas ideológicas.
En lo rural, por ejemplo, hemos tenido que adoptar roles que no nos parecían habituales, como la pedagogía. Con la reruralización empujada por la crisis de la vivienda, es necesario entender la cultura como un nudo, un tejido descentralizado. En los pueblos, no hay una cultura que busca monetizar audiencias.
Uno de los retos del gestor cultural es el acceso a la cultura. ¿Desde dónde ofrecemos cultura en el medio rural?
JG: Sin infantilización o paternalismos, el artista ofrece su obra y, como decía Cortázar, la literatura la hace el lector, es decir, quien escucha ha de interpretar. Entiendo que la exhibición ha de ir acompañada de una formación o de una continuidad. La recepción de la obra artística está en el espectador.
DT: En el público rural es muy interesante la autenticidad de la respuesta, la poca importancia que tiene el prestigio cultural. Han sufrido un abandono en lo rural, la enmienda a las políticas culturales es total, no ha interesado una cultura vertebrada en el país.
¿Hay un prejuicio sobre aquello que no entendemos? ¿Puede ser una necesidad ese no entendimiento del que se habla en cultura?
EM: El no entender es un entrenamiento del cerebro. Cuanta más compleja sea la cultura, más complejo será el pensamiento de esa sociedad y, por ende, más complejo de vehicular. Actualmente, se utiliza la cultura como una moneda de cambio, lo que la paraliza.
JG: Creo que no vamos a tener estabilidad. El arte siempre está en crisis, los gobiernos le dan la vuelta a la tortilla y tenemos momentos de más y de menos gloria.
DT: Hay una voluntad de control, se promociona la cultura que quieren para tenerla controlada. Si eres fácil de controlar, podemos financiarte. Hay un canon que tiene fisuras para aparentar normalidad. Se han desarticulado aquellos pequeños brotes para profesionalizar la cultura valenciana, que adolece ese materialismo underground.
¿Qué necesita la cultura de la política? ¿Cómo confluyen a favor o en detrimento la cultura y la política?
JG: No interesa que los ciudadanos se junten y hablen sobre sus problemáticas e intereses. Hay determinadas personas que buscan que suceda y lo apoyan subvencionando y facilitando. En cambio, otras prefieren que no suceda. Hay gente que desea un tipo de cultura exclusivamente enfocada al entretenimiento. El otro tipo de cultura cuesta más que salga adelante.
DT: La cultura lucha en el terreno que más le duele a todo gobierno político: el imaginario. Vivimos en uno de los peores momentos posibles para la cultura; hay un momento de usurpación. La cultura que requiere tiempo, participación y formación ha sufrido una banalización. Se ha determinado que la cultura forme parte del consumo y responde a la alienación.
Es necesario volver a la cultura autogestionada porque, si no, perderemos los lugares de encuentro analógicos donde la cultura sea real y no simulada. Con las ayudas, sentimos que sirven para sobrevivir, pero no para una verdadera conciliación cultural. Necesitamos a un público con el que encontrarnos, reflexionar y celebrar.
EM: Es el partido político quien decide y, al final, quien controla la cultura, controla la ideología. Se utiliza la cultura para legitimar una ideología, no desde una pulsión o desde un amor hacia la vida. Cuando desaparece esa vocación, se desprestigia y no se puede avanzar.
¿Qué opinión nos refiere que se recorte o se paralice la cultura cuando sufrimos una crisis, como ha sucedido durante las primeras semanas tras la DANA?
JG: Hay una afectación directa del ánimo; hemos tenido una gran crisis que ha sido un error político. Había que ocultar estos errores, dos semanas de parálisis, una falsa afectación para no asumir responsabilidades es un acto político. La cultura no es únicamente folclore, también hace una función de bálsamo; por ejemplo, el clown que ha permitido respirar a los niños en las zonas afectadas.
EM: La cultura se ve más afectada en contextos de crisis porque es el ámbito que más toca a lo humano. La cultura ofrece un servicio, pero apela a lo emocional; trabajamos con las emociones propias y colectivas. Hay una afección intensa y directa que, después, cuando se le permite, despunta. Los efectos de la cultura son menos inmediatos, su función es más de poso. Parece que, si nos desprendemos de ella, no pasa nada.
DT: Hay miedo, nadie se atreve. Yo soy muy crítico con la hipocresía, con la forma de tratar estos temas a nivel institucional. ¿Por qué se deja construir durante años en zonas inundables? La cultura ha hablado siempre de injusticias y del dolor humano. Los artistas siempre somos las víctimas culturales, se paraliza la cultura, pero no se cierra El Corte Inglés.
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