Esa pareja feliz

#MAKMAAudiovisual
Ciclo cine a la fresca 2024
Colegio Territorial de Arquitectos de València
Hernán Cortés 6, València
‘Esa pareja feliz’, de Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga
Reparto: Fernando Fernán Gómez, Elvira Quintillá, José Luis Ozores, Félix Fernández, Manuel Arbó, Matilde Muñoz Sampedro
Música: Jesús García Leoz
España, 1951, 90 min.
Moderan: Begoña Siles y Salva Torres
Martes 23 de julio de 2024, a las 20.00h

Esa pareja feliz’ (1951), el primer largometraje de Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga, dos de los grandes directores del cine español, ficciona con tono de sainete las ideas del psicoanalista Sigmund Freud, en su ensayo ´El malestar en la cultura´ (1929).  En concreto, ante las siguientes preguntas que se hace el autor -«¿qué esperan los hombres de la vida? ¿qué pretenden alcanzar en ella?», Freud contesta: “Es difícil equivocarse en la respuesta: aspiran a la felicidad, quieren llegar a ser felices, no quieren dejar de serlo».

Y el matrimonio protagonista de ´Esa pareja feliz´, interpretado magníficamente por Fernando Fernán Gómez y Elvira Quintillá, en sus papeles de Juan y Carmen, aspira a alcanzar la felicidad: «El caso es ser feliz”, como Juan le dice a Carmen, en el marco de una película que forma parte del ‘Ciclo de cine a la fresca’ del Colegio Territorial de Arquitectos de València.

Felicidad que el diccionario de la Real Academia define como un «estado de grata satisfacción espiritual y física». Una satisfacción que, para Freud, supone «experimentar intensas sensaciones placenteras» que eviten el dolor y el sufrimiento.

Fotograma de ‘Esa pareja feliz’, de Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga.

Un «estado de grata satisfacción» que Juan, el protagonista de ´Esa Pareja feliz´, parece no alcanzar, hasta el punto de confesarle, apesadumbrado y malhumorado, a Carmen, su mujer, que no es feliz y ella tampoco. Ante tal aseveración, a Carmen sólo le queda preguntar: «¿Por qué?» A la cual, Juan contesta, con fracasado tono: «No sé, será porque no tengo suerte».

Ahora bien, la conversación entre Carmen y Juan sugiere implícitamente una cuestión fundamental y universal: ¿cómo se consigue esa satisfacción que pueda reportar cierta felicidad?  

Y, obviamente, Sigmund Freud, debido al  carácter trascendental, en el sentido de la relevancia que tiene para cualquier persona,  enumera una serie de métodos con los cuales el ser humano se esfuerza en conseguir la felicidad y evitar el sufrimiento: desde los más primarios, aquellos que consisten en satisfacer las necesidades vitales a través del trabajo, pasando por los trascendentales orientados a la espiritualidad religiosa o contemplativa, hasta los sublimes, aquellos que buscan el placer en el arte y la belleza.

Ahora bien, para Freud, el método que más se acerca al fin del ser humano de ser feliz es aquel que orienta la vida hacia el saber vivir a través del amor, «que hace del amor el centro de todas las cosas, que deriva toda satisfacción del amar y ser amado».

Fotograma de ‘Esa pareja feliz’, de Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga.

De este modo, el drama de los protagonistas de ´Esa pareja feliz´ radica en cómo conseguir tener suerte para alcanzar la anhelada felicidad.  Y cada uno, como señala Freud en el citado ensayo, se esforzará, con métodos diferentes y acordes a la diferencia sexual, en llegar a ser felices juntos. 

Por una parte, la felicidad para Juan está en tener dinero: para ello, proyecta toda su energía en progresar laboralmente realizando cursos de electrónica que se publicitan con este optimista slogan: «A la felicidad por la electrónica»; o invirtiendo en estrambóticos negocios con los que aspira tanto a ganar dinero como a subir su autoestima, según se evidencia en estas palabras que le dice a Carmen: «Hemos cerrado un negocio. Aquel que te hablé de las fotografías. El negocio mejor del mundo. Nos iremos de aquí. Viviremos en nuestra propia casa. Ya no tendrás que coser para nadie. Sí, es facilísimo ganar dinero, solo hay que tener sentido comercial. Y yo tengo sentido comercial».

Negocios que, desafortunadamente, siempre se malogran, lo que le lleva a Juan a sentirse un fracasado, como se aprecia en estos reproches que se hace a sí mismo, pero que achaca a su mujer: «¡Pensarás que soy un vago, que no valgo para nada, que no doy una!»

Por otra parte, para Carmen, la felicidad se halla en amar la vida de manera sencilla, en su sentido más amplio. Por un lado, aceptando la vida en sus aspectos más positivos, amables y lúdicos, e incluso en los más fatídicos. Así, le declarará a Juan, en su primera cita: «Pues yo me conformo con lo que tengo. Si acaso un poquito de suerte…». Una suerte que espera lograr a través de su participación en todo tipo de concursos como, por ejemplo, el del Jabón Florit, y que termina ganando.

Y, por otro, amando a su marido Juan, tal y como le dice con todo cariño cuando éste le imputa una serie de reproches ante sus fracasos laborales: «Juan, te olvidas de lo más importante. Te quiero». A lo que Juan responde: «Sí. Yo también te quiero, pero eso qué soluciona». Carmen: «Eso lo soluciona todo».

Así, para cada uno de los miembros de esta pareja, la felicidad proviene de lugares y sentimientos diferentes: para Juan, tener dinero; para Carmen, amar y ser amada. Ahora bien, como toda comedia romántica -y esta película de Berlanga y Bardem lo es, aunque esté tamizada por un humor sainetesco, por una representación costumbrista y castiza de la realidad del Madrid de los años cincuenta del siglo XX, y por una estética neorrealista-, la diferencia entre los deseos del hombre y de la mujer debe articularse para que el amor prevalezca y ambos terminen formando, como el título de la película indica, ´Esa pareja feliz´.

Y será en la última secuencia de la película cuando los deseos de ambos confluyan. Como explica Luis García Berlanga, en la entrevista realizada por Manuel Hidalgo y Juan Hernández Les y publicada en el libro ´Berlanga. El último austrohúngaro. Conversaciones con Berlanga’, «todo esto se expresa mientras ambos caminan entre dos excesivas filas de vagabundos dormidos a los que entregan los regalos de Florit», lo que evidencia «que han comprendido que sólo el esfuerzo, sin la ayuda de soluciones maravillosas, les permitirá salir adelante», concluyendo Berlanga, al hilo de lo sostenido por Freud: «Los esposos se besan, lo que parece indicar que el amor les basta, que el amor les salva».