#MAKMAEscena
‘V.I.P.’, de Els Joglars
Teatre Talia
Caballeros 31, València
Hasta el 24 de abril de 2016
El Teatre Talia de València acoge, hasta el 24 de abril, ‘V.I.P.’, de Els Joglars, bajo la dirección de Ramon Fontserè, siendo esta la segunda pieza comandada por el actor torellonense desde que, en 2012, tomara el testigo de la compañía catalana de manos de Albert Boadella.
Tras el periplo de ‘El coloquio de los perros’, Els Joglars recorre el orbe escénico con austeros medios, reducido corpus actoral y un objeto temático preciso que, en ‘V.I.P.’, cobra forma satírica de los excesos infantes, amparados en la laxa disciplina educativa del mundo adulto, convirtiendo al educando en un autócrata que pervierte la voluntad horizontal del educante hasta subvertirla.
“Paradójicamente, la actitud bienintencionada de los padres, ya sea por complejo o por dar una confortabilidad a sus hijos de la que ellos carecieron, acerca peligrosamente al niño a un ser intratable con delirios de pequeño tiranuelo”, afirma Ramon Fontserè.
Fontserè encarna con hilarante carácter la figura del feto/lactante/párvulo/alevín, mientras Pilar Sáenz, Dolors Tuneu, Xavi Sais y Xevi Vilà se transmutan en una galería de más de treinta personajes, cuyos perfiles auxilian a retratar (con pretensiones hiperbolizantes) diferentes etapas del devenir existencial del serpollo.
Con una resuelta y sencilla eficacia escénica –rúbrica de Martina Cabanas–, ‘V.I.P.’ asienta su morfología en torno de una rueda lumínica, de superficie elástica, que hace las veces de camastro, tatami espiritual, placenta, mesa de exploración ginecológica, cuna, aula y zona de recreo; raquis de las diversas etapas por las que transita el infante, erigido en déspota a causa del edicto in absentia del universo adulto.
Destacan sobremanera tanto el proemio –representación sincopada y cacofónica de una fertilizante fornicación– como el epílogo –consagración real del púber, quien recibe sus definitivas insignias de poder–, marca dramaticoestética de la casa, amén de ingenios como el cordón umbilical o el cortinaje de lamas vinílicas, que confieren sentido al trasfondo (escénico y temático) y permiten construir con notables resultados el microcosmos placentario o la velada distinción con el universo adulto.
Por ‘V.I.P.’ transitan, de este modo, padres con desnortads naturalismos, gestantes sexagenarias, caudillos espirituales de métodos inanes y una ineludible familia numeraria de encamastrados pederastas.
Una galería de personajes que, aún cuando estereotipados (merodeando el frágil linde de la parodia), cooperan en la labor de asentar un espejo deformante de nuestro tiempo, con la plausible combinación formal de hilaridad y pedagogía.
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