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Integral Buñuel
‘Ese oscuro objeto del deseo’
Filmoteca de Valencia
Plaza del Ayuntamiento, 17. Valencia
Del 15 de enero al 19 de diciembre de 2021
Seguramente sea peor la sensación de perdonar a quien nos quiebra, que el propio dolor que sientes al ser quebrado. O a lo mejor es que el perdón es la manera que uno tiene de purgar la angustia que mantuvo. Sea como sea, ‘Ese oscuro objeto del deseo’ (1977, L. Buñuel), que ha formado parte del ciclo ‘Integral Buñuel’ en Filmoteca de Valencia, es un relato sobre el deseo humano, capaz de hacer bailar a una persona y arrastrarla del mayor estado de sumisión a la completa desesperación. Ese oscuro objeto del deseo es el último aliento cinematográfico de Buñuel. Es la última mirada que lanza al deseo.
Conchita (interpretada por Ángela Molina y Carole Bouquet) es el oscuro objeto deseado del título. Ella es el objeto de deseo que Mathieu (Fernando Rey) torna en necesidad. La necesidad de acostarse con ella. Aunque, para desgracia del burgués, su deseo no solo no se verá nunca satisfecho, sino que se acabará volviendo el tormento que le lleve a la desesperación. Una desesperación irónica, que solo llegará en el momento en que su objeto de deseo se le debiere volver más complaciente: el momento en que por fin lo ve desnudo y bailando.
En 1925 Picasso pintó ‘Los tres bailarines’, un cuadro a medio camino entre sus obras protocubistas y el discurso surrealista que Breton había iniciado. En él, el pintor representa el triángulo amoroso de tres amigos suyos: Germaine (figura de la izquierda), Pichot (figura de la derecha) y Casagemas (figura central), cuya cabeza acabó siendo atravesada por una bala de la pistola que él mismo empuñaba. Todo ello delante la propia Germaine, mujer a la que amó sin reciprocidad, convirtiéndose así en el oscuro deseo que le hundió a la desesperación. Años más tarde, Buñuel estrenaría Ese oscuro objeto del deseo, no tan surrealista como el cuadro de Picasso, pero con una secuencia que rima perfectamente con él: la del baile de Conchita.
El baile de Conchita es el momento llamado a ser el de mayor deseo generado en Mathieu: la está viendo desnuda y bailando. Sin embargo, se presenta como un momento de angustia, y es que el baile de Conchita no es para los ojos de Mathieu, sino para otra docena de hombres que miran encandilados sus movimientos. Unas miradas con las que Buñuel oscurece el momento de satisfacción del deseo de su protagonista, cuyo objeto deseado no le reconoce como tal. Convirtiendo así el baile en el instante en que brota la tortura de la desesperación. Igual que sucedió con Casagemas.
Rubén Aznar Alfonso