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Ester Alba, vicerrectora de Cultura de la Universitat de València
Entrevista realizada por Jose Ramón Alarcón, Merche Medina y Salva Torres
Ester Alba sustituye a Antonio Ariño, que recientemente dimitió por razones todavía sin esclarecer, al frente del Vicerrectado de Cultura de la Universitat de València. Llega al cargo aprovechando la inercia favorable de lo ya sembrado por su antecesor, que ha sido mucho, pero en medio de una pandemia que no cede y que obliga a extremar las medidas de seguridad, dificultando el avance de la programación cultural, que, aún así, prosigue firme su curso.
Su intención es acercar esa programación al alumnado universitario, sin que vaya en detrimento del público en general, con el fin de trabar lazos entre sus estudios y la oferta cultural, de manera que esta sirva de apoyo, complemento e, incluso, de motivación para sus trabajos, los cuales, a su vez, podrían fortalecer la propia programación. La mascarilla, que oculta parte de su rostro durante la entrevista, resalta, por el contrario, el brillo de su mirada, cuyo lustre diríase fomentado por el vigor y templanza de sus palabras.
Cree que se ha malentendido la reciente aprobación de La Nau como museo y pretende reforzar el papel del Aula de Cine, recuperando su carácter de aula para reflexionar en torno al hecho cinematográfico, tan presente en nuestras vidas. En este sentido, aún recuerda la fuerte impresión que le produjo en su momento la película ‘Dersu Uzala’, de Akira Kurosawa, quizás debido a estas palabras de la novela de Vladimir Arseniev en la que se inspira: “A veces las montañas y los bosques parecían alegres y atractivos. En cambio, otras veces, se mostraban sombríos y salvajes”.
El filósofo José Antonio Marina dice que cultura es “el conjunto de soluciones que una sociedad da a problemas que son comunes”. En tu calidad de vicerrectora de Cultura de la Universitat de València, ¿qué entiendes por cultura?
La cultura se puede sintetizar en el conjunto de elementos diferenciadoras respecto a los animales. Son los elementos que nos dan capacidad simbólica y esta viene determinada por aspectos que establecen códigos, a través de los cuales interpretamos el mundo, como es el lenguaje, básicamente, pero también la capacidad visual, mediante la cual creamos conceptos de carácter abstracto que hacen que la realidad que nos rodea sea interpretable, entendible y transmitida de una generación a otra. Me gusta mucho una anotación de [Jean] Baudrillard que decía que la cultura tiene una capacidad de servir de semióforo, una expresión que indica precisamente esa capacidad portable de comunicación desde lo individual a lo colectivo, al conjunto social.
Y como nueva vicerrectora de Cultura, ¿qué impronta le quieres dar a tu mandato?
Mira, ahí tengo precisamente el libro ‘Cultura universitaria’ [Políticas para el alma mater, 2019], de Antonio Ariño. Dentro de la universidad, entendemos la cultura en dos sentidos. Primero, como aquello en lo que la universidad puede colaborar socialmente, sobre todo en aspectos que tienen que ver con el patrimonio cultural, con la identidad, con las manifestaciones artísticas. Y también con la cultura entendida hacia dentro de la universidad, porque la universidad aporta conocimiento y, en este sentido, se diferencia de otros contenedores culturales como pueden ser los museos.
Los museos, hoy en día, son lugares que, incluso por encima de los medios de comunicación, son entendidos por la población como espacios donde se contiene la verdad. Lo que sucede y lo que se relata en un museo se da como un elemento de carácter incuestionable. Es un contenedor de la cultura que a su vez traslada conocimiento. Si esto lo miramos desde una perspectiva universitaria, podemos decir que también las universidades son facilitadores hacia la sociedad de lo que es el conocimiento.
En esta misma dirección, ¿qué supone el hecho de que el Consejo de Gobierno de la Universitat de València haya aprobado la constitución del Centre Cultural La Nau como museo?
Esto ha generado mucha confusión.
Sí, hasta el punto de que se ha llegado a decir que Antonio Ariño dimitió por estar en desacuerdo con esta decisión, cosa que él desmiente categóricamente.
Claro, de hecho, él la impulsó. Vamos a ver, pienso que no se han entendido bien las implicaciones que eso supone. Lo que se ha hecho es aprobar la solicitud, para que esta sea elevada a la Dirección General de Patrimonio, para el reconocimiento de las colecciones históricas que atesora el edificio de La Nau, como colección museográfica permanente, que no es lo mismo que un museo.
Es una política que se viene consolidando desde hace tiempo y, en este sentido, hay que agradecer a Antonio Ariño que fuera el impulsor de iniciar esta línea, que ya se había realizado en otras colecciones. De esta manera, la colección histórico-artística que forma parte de La Nau es la que se ha presentado para el reconocimiento de colección museográfica permanente. Esto lo que supondrá es que dichas colecciones pasan a ser Bien de Interés Cultural y, además, nos permitirá entrar en el sistema de museos autonómicos e insertarnos en la red de los museos universitarios, lo cual permitirá generar sinergias con esas otras colecciones similares.
Entonces, ¿piensas que se ha malentendido, porque se asociaba esa aprobación con la posible competencia de La Nau hacia otros museos valencianos?
La Nau siempre se ha configurado como centro cultural, con sus exposiciones, sus salas abiertas al público y en un lugar muy neurálgico de la ciudad de València. Ahora bien, no comprendo que cuando existe una institución de carácter cultural en un momento determinado, se entienda como que haces competencia. Desde la política cultural se han de establecer relaciones basadas en otros criterios: lazos, sinergias, redes, trabajo conjunto. Sobre todo, ahora que la cultura (y nos estamos dando cuenta en esta situación de crisis) vive haciendo posible lo imposible y, a veces, trabajando desde la precariedad del propio sistema cultural.
El sociólogo Pierre Bordieu dice que el objetivo de su trabajo es mostrar que la cultura no es un simple pasatiempo o una influencia menor. ¿Cuál es, en este sentido, tu objetivo?
Creo que hay que apostar mucho más por la cultura desde el punto de vista político. Se hacen muchos esfuerzos, pero hay que seguir apostando, porque se pueden dar pasos más grandes, más significativos y, sobre todo, basados en proyectos a largo plazo, que permitan su consolidación, ya que a veces se trabaja desde la inmediatez o de una manera cortoplacista. Falta establecer líneas estratégicas en cultura; un plan de museos valencianos, que para mí es esencial.
¿Qué factor de influencia puede atesorar La Nau sobre el alumnado, en tanto centro cultural de extensión universitaria?
Es una de las líneas estratégicas de mi trabajo. Por un lado, que los estudiantes y los jóvenes en general tengan un mayor acercamiento a la programación cultural que se realiza en La Nau, y, por otro, que en las facultades puedan generar programación cultural, que nosotros vamos a apoyar a través de convocatorias, de manera que los estudiantes puedan desarrollar esos proyectos, convirtiéndose en protagonistas de las acciones culturales. Es una forma de trabajar la cultura en el ámbito formativo y, además, estaremos generando personas con gusto cultural, de manera que, cuando dejen la universidad, seguirán con esa trayectoria.
“La cultura actualmente ya no tiene una ciudadanía que ilustrar, sino clientes que seducir”. ¿Piensas, como dice en este caso el sociólogo Zygmunt Bauman, que hay una cierta devaluación de la cultura, que se están aligerando sus contenidos para un consumo más rápido? De hecho, ahí está el umbral de tiempo cada vez más bajo en la atención del alumnado.
Pienso que no se trata de una falta en la formación, sino que tiene más que ver con cómo establecen los flujos de atención hacia los contenidos, que reciben en gran cantidad a través de las redes sociales, Internet, YouTube…; información que tienen al paso de un clic. Ese mundo de la infoxicación –palabra que me gusta mucho– genera que el nivel de atención de los jóvenes descienda considerablemente.
¿Qué acciones más inmediatas vas a llevar a cabo como vicerrectora de Cultura?
Vamos a establecer la planificación en base a cursos académicos, lo que nos permitirá cerrar la programación cultural en junio o julio, que es cuando los profesores presentan las guías docentes, de forma que líneas de esa programación las puedan incluir en sus asignaturas y trabajarlas con los estudiantes. También vamos a trabajar con líneas estratégicas: que la programación se haga de forma coordinada y conjunta, para establecer diálogos entre las diversas exposiciones.
Afrontas tu mandato, ya de entrada, con una rebaja del 0,6% en el presupuesto.
Ha habido un recorte importante y significativo en el Vicerrectorado de Cultura en general. Es una reducción de carácter coyuntural, condicionada por las circunstancias actuales de la pandemia, que ha obligado a derivar recursos, sobre todo, a la digitalización de las aulas, etcétera. En cualquier caso, nos obliga a trabajar el presupuesto en líneas muy claras de actuación. Líneas centradas básicamente en la organización de convocatorias.
¿Cuál es tu idea con el Aula de Cine, donde tenemos entendido que hay cambios?
Mi idea es consolidar los programas que ya existen dentro del Aula, donde Sara Mansanet ha hecho un trabajo estupendo, pero queremos que el Aula de Cine trabaje como lo que es: un aula con capacidad formativa para los estudiantes. De manera que realizaremos acciones que tengan que ver con llevar a la sociedad el debate sobre el cine, dándole esa dimensión formativa y de aula que es importante y necesaria. Áurea Ortiz será la encargada del Aula de Cine, porque creemos que también es importante la relación entre la Filmoteca y la Universitat de València.
En este sentido, queremos trabajar con el ‘Año Berlanga’. Hemos establecido contacto con la Cátedra Berlanga del CEU San Pablo [Universidad CEU Cardenal Herrera], porque van a hacer un congreso [internacional sobre el cine del director de ‘Plácido’] y vamos a ver de qué manera podemos colaborar. Dentro del Aula de Cine, se ha planteado la proyección de alguna película o de algún ciclo de Berlanga e, incluso, la posibilidad de acoger alguna mesa redonda relacionada con el congreso.
También habíamos pensado, hablando con Álvaro Pons [director del Aula de Cómic], proponer una exposición que fuese como el cómic berlanguiano; el cómic de la época de Berlanga, junto con algún ciclo del cine de sus inicios.
¿En qué punto se encuentra el Arxiu Valencià del Disseny, en el que figuras como codirectora junto a Xavier Giner?
Al ser ahora vicerrectora de Cultura tengo que buscar una persona que me sustituya en el Archivo; no puedo acumular cargos. La idea es que el Archivo trabaje codo con codo con la Fundación del Diseño y con la Capitalidad Mundial del Diseño, y que sea custodio de las colecciones: ahora vamos a recibir la del Colegio de Diseñadores de Interior de la Comunidad Valenciana y creo que Xavier Bordils también va a hacer la donación de sus fondos. El Archivo está ahora en un espacio de la Facultad de Geografía e Historia, cedido con muy buena voluntad, pero al seguir recibiendo colecciones necesitamos un espacio más grande, del que estamos en búsqueda y captura de uno definitivo.
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