Esther Ferrer. MACA. Alicante

#MAKMAArte
‘Esther Ferrer: el cuerpo atravesado por el género, el espacio y el tiempo’
Comisaria: Margarita Aizpuru
Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA)
Plaza Santa María 3, Alicante
Hasta el 9 de febrero 2025

La figura de Esther Ferrer no solo es fácilmente reconocible por su ya característico rostro, que hemos visto y podemos identificar en varias facetas, sino por haber dedicado una vida entera al arte. Una vida entera dedicada a hacerse preguntas sobre todo aquello que le rodea y que no tiene fácil respuesta. Para ello, la performance le sirve como línea de guía, mientras que mostrar y utilizar su cuerpo en sus facetas artísticas es el medio por el que materializar esas cuestiones que le asaltan.

La exposición ‘Esther Ferrer. El cuerpo atravesado por el género, el espacio y el tiempo’, que acoge el MACA de Alicante hasta el 9 de febrero de 2025, está comisariada por Margarita Aizpuru y se trata de una itinerancia de la que estuvo en el Centre del Carmen de València el pasado mayo. Ahora, en este nuevo contexto, adquiere un nuevo recorrido, una nueva manera de plantearse las cuestiones que Ferrer pretende que nos hagamos.

Esther Ferrer, MACA
Vista general de una las salas de la exposición. Imagen cortesía del MACA.

Conocida por haber pertenecido al grupo Zaj en los años 60, sus acciones de esta época quedan resumidas en un simple objeto que puede verse en la exposición: una silla, perteneciente a la colección de la fundación MACBA y cuya propuesta juega con el espectador y la ironía. Estos dos elementos serán, también, un continuo en la trayectoria de la artista desde sus inicios.

De estos orígenes, se puede observar, igualmente, la documentación de una de sus primeras performances, ‘Íntimo y Personal’, una acción con la que pretendía desestigmatizar el desnudo femenino en el contexto de finales de los 60 y del cual se apropió para liberarnos de estereotipos y de la mirada masculina inherente al desnudo en la historia del arte. Toda una carrera que se ha visto reconocida con varios premios, entre ellos el Premio Nacional de Artes Plásticas 2008.

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Así, la obra tangible, la instalación, la fotografía, la radio y el video acompañan esa dedicación al arte de la performance. Ella misma comenta en alguna entrevista que la performance no se puede enseñar, no tiene disciplina ni técnica y, a veces, eso hace que se aleje del público. Aún así, comparte sus conocimientos e interactúa con el observador de una forma sencilla en todas sus creaciones; algo que puede verse, por ejemplo, en las instrucciones que siempre deja para que cualquier persona pueda realizar sus acciones. Un punto de inmersión inclusiva con el que tratar que el arte de acción llegue a todo el mundo.

Su proceso no siempre es metódico; a veces, es la acción la que genera algo visual y tangible y, otras, es la pieza la que se activa primero. Su arte es un diálogo consigo misma, y “le equilibra” (como bien explica en la entrevista realizada por este mismo medio).

La performance le permite explorar y olvidarse de lo planificado para centrarse en la acción; una acción que es probable que se alargue en el tiempo, como ocurre en su conocida serie de ‘Autorretratos’. Su rostro se repite a lo largo de la muestra y nos demuestra la vejez femenina en contraposición a los cánones de belleza estandarizados. Estos autorretratos son huellas del paso del tiempo, de su tiempo, pero también del espacio que ocupa, ese en el que el cuerpo está presente.

Desde una de las paredes del museo, una fila de ojos misteriosos nos miran, enmarcados por unas manos, en repetidas ocasiones. ‘El libro de las manos – Manos feministas’, que forma parte de la colección de la propia artista, es una serie fotográfica donde prima la repetición y donde se refuerzan las ideas feministas sobre el cuerpo y la identidad.

Esther Ferrer. MACA
Detalle de la exposición de Eshter Ferrrer en el MACA de Alicante. Imagen cortesía del museo.

Así, el feminismo forma parte de su persona y no solo de su trabajo, al igual que ciertos tonos irónicos que inundan su producción. Al final, el trabajo es una extensión de una misma, y en el caso de una vida entera dedicada al arte, como la de Esther Ferrer, todavía más. Su forma de autorretratarse, de autoplasmarse en sus obras, refleja, en muchas ocasiones, una simplicidad fortuita que parece tener el objetivo de repensar lo más cotidiano: caminar, mirarse al espejo…

Así es su forma de jugar, explorando posibilidades infinitas mientras su tiempo, su espacio y su género nos atraviesan de manera inevitable.