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‘20.000 especies de abejas’, de Estibaliz Urresola
Con Sofía Otero, Patricia López Arnaiz e Ane Gabaraín entre otros
129′, España | Gariza Films, Inicia Films, ETB, ICAA, Movistar Plus+ y RTVE, 2023
Cines Lys València
Aitor (Sofía Otero) no se reconoce en su nombre. Transforma Cocó –un insulto que le profiere su entorno– en una armadura para comenzar a desenvolverse de forma más tranquila en un mundo extraño en el que no llega a encajar sin saber por qué. Un viaje con su madre Ane (Patricia López Arnaiz) a casa de su abuela (Itziar Lazkano) y su tía abuela (Ane Gabarain) llevará a la familia a enfrentarse a una realidad que asusta debido al desconocimiento, pero repleta de esperanza.
Estibaliz Urresola explica por qué la declaración sincera y vital de transexualidad en menores se vilipendia en incontables ocasiones. “Cuando se habla con menosprecio, se habla desde una situación de privilegio, lejana y sin conocimiento real de cómo vive una persona pequeña esta necesidad de ser nombrada por quién es. Responde a esa infantilización que hacemos de los niños. Pensar desde el adultocentrismo. Pensar que los niños, niñas y niñes no tienen madurez psicológica suficiente para saber quiénes son”.
‘20.000 especies de abejas’ es uno de los largometrajes más necesarios en el panorama actual cinematográfico. Con una historia familiar, la directora alavesa confecciona un objeto realista y cercano que introduce al espectador dentro de cada fotograma como si acompañase a las protagonistas con una cámara al hombro. A través de su tono saludable y esperanzador, la película no solo aporta un espejo en el que aquellas personas que más lo necesiten puedan verse reflejadas, si no que regala una mirada sana y, sobre todo, normalizadora de esta situación.
“Cuánto más se conoce, más información se tiene y más acceso a Internet tienen los jóvenes pueden más rápidamente identificar a otras personas en las que se pueden proyectar. Sentirse parte de una comunidad para poder trasladarlo con más naturalidad a la familia”. Mediante su discurso amable y su guion optimista, Urresola busca un filme que no aterre. Y es que sentirse una persona u otra no debería dar miedo. Rehúye con inteligencia situaciones de abuso e injusticias melodramáticas y aporta un foco limpio –que no fantástico– en el que ser o dejar de ser no importa en absoluto.
“Todo eso hace que el cine no se convierta en el fin, sino también en el medio para generar vínculo, acercamiento, familia, hacer las cosas de otra forma priorizando los valores, qué líneas no quieres pasar… Es el medio para comunicar o trasladar un mensaje, no es hacer una película porque sí, si no que pueda servir para construir nuevos escenarios, nuevas posibilidades, nuevas miradas”. Estibaliz Urresola dejó claro que su labor no es meramente profesional, si no que abarca un abanico más amplio donde los elementos sociales y la búsqueda de algo mejor están latentes tras sus planos.
La visceralidad, el temor y el cariño se palpan permanentemente en una obra natural que no rinde cuentas con los prejuicios gracias a un elenco poderoso capaz de convertir una situación punzante en un largometraje afable, sin olvidar las sombras ni relativizar un contexto complicado. Urresola afirma con vehemencia que “no puede estar más contenta” con las actuaciones en su largometraje. “Creo que hay una verdad muy apabullante en muchas escenas y en la mayoría de las interpretaciones, por no decir en todas. Eso crea un canal directo con el espectador. Formas parte de la familia”.
Biznaga de Oro en el Festival de Málaga, Oso de Plata a la mejor interpretación protagónica y premio a mejor actriz para todo el reparto femenino de la mano del Honk Kong International Film Festival; los galardones y reconocimientos no cesan y el universo cinematográfico se rinde ante los sinceros pies de ‘20.000 especies de abejas’.
“Como en ‘Cuerdas’, el hecho de mezclar actores profesionales y no profesionales genera un nuevo código y un nuevo escenario para los propios actores porque les obliga a estar al trescientos por cien en la escucha, en el suelo de la escena. El actor tiene que reaccionar ante este nuevo escenario, estar constantemente presente, les lleva a un lugar interesante”, declaró la directora.
Si bien Sofía Otero acapara las miradas de crítica y público debido a su temprana edad y a su titánico trabajo, el resto de sus compañeras no pueden ser opacadas. Patricia López, Ane Gabaraín o Itziar Lazkano forman parte de un grupo de profesionales que sostiene el filme mediante su buen hacer. Un equipo inolvidable cuya familiaridad va más allá de los lazos de sangre ficticios del largometraje.
“Creo que es una de las razones por las que Sofía Otero brilla de esa forma en la pantalla, porque ha sentido compañía y apoyo. Todo es gracias a esa relación que se construye con el rodaje. Recuerdo estar en Berlín y ver a los tres niños jugueteando y es que parecían hermanos de verdad. Eso es algo que permanece”, apuntó la alavesa haciendo mención especial a la fraternidad entre los actores más jóvenes.
‘20.000 especies de abejas’ es un largometraje trabajado con conciencia. Urresola realizó una inmersión profunda del tema a través de la ayuda de Naizen, una asociación de familias de menores transexuales del País Vasco. “La película bebe de sus testimonios, muchas frases, muchas situaciones… Están agradecidas de que la película les permita ese altavoz para llegar mucho más lejos”, asegura con alegría.
El filme es justo y acertado y no relega toda la responsabilidad al personaje de Sofía Otero, quien, en realidad, simplemente quiere existir. “Estas personas no es que tengan un problema, sienten un malestar causado porque ese entorno en el que están no les deja espacio. Ellos no tienen el problema, el problema lo tenemos nosotros. Igual los que tenemos que cambiar somos nosotros… Nuestras miradas”.
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