Cabaret, de Jaime Azpilicueta
Teatro Olympia
C / San Vicente Mártir, 44. Valencia
Del 4 de marzo al 9 de abril de 2017
Una vez más el mejor musical de Broadway llega a Valencia, un espectáculo sin parangón, estrenado en 1966 y dirigido por Harold Prince. El musical tuvo entonces tamaña repercusión que a los pocos años, en 1972, se decidió adaptarlo al cine. El resultado fue ‘Cabaret’, dirigida por Bob Fosse, el cual ganó el Oscar al mejor director, aunque no fue el único, ya que también se alzaron con las estatuillas Liza Minnelli y Joel Grey como protagonistas, pero, hablando de un musical, no podemos olvidarnos que el Oscar a la banda sonora adaptada fue para el compositor Ralph Burns. En total 8 premios que coronaron a la película como una joya del género. Y después de este repaso, un poco sucinto, por la historia del musical, nos vamos a detener en lo que vimos en el Teatro Olympia de Valencia.
Estamos ante la versión del director Jaime Azpilicueta, que estrenó la obra en Madrid (Teatro Rialto) en 2015 con un presupuesto de dos millones de euros, gran parte para acondicionar el teatro para el musical. Hasta Valencia no llegaban algunos de los mismos actores que en su primer año en la capital: el personaje de Emcee pasaba de las manos de Edu Soto a las de Armando Pita o Clifford, interpretado por Daniel Muriel, aquí con la maestría de Alejandro Tous. Como actriz principal seguía siendo Cristina Castaño.
Un cartel circular enorme cubría todo el escenario con un luminoso rojo, muy cercano al Molino Rojo, donde se podía leer Kit Kat Klub. Un fantástico Armando Pita, prácticamente irreconocible en su papel de maestro de ceremonias, nos introduce en el Cabaret berlinés al son de ‘Wilkomen, Cabaret’, canción que se repetiría en varias ocasiones en la función.
Dos escaleras de caracol doradas, situadas en las esquinas del escenario, servían para que aparecieran los protagonistas para cantar sus partes. Un joven Cliff Bradshaw, escritor norteamericano, llega a Berlín en busca de tan ansiadas musas para escribir una nueva novela; en el tren se encuentra a Ernst, un hombre alemán que le recomienda una pensión para su estancia. Una vez en Berlín descubrirá el Kit Kat Klub, donde su mayor figura, Sally Bowles, le hechizará y sus vidas cambiarán. Ambos disfrutarán de un amor que se trunca por los primeros tambores del nazismo. En realidad el amor queda roto por el contexto histórico en el que se desenvuelve la trama.
Con una puesta en escena increíble, unos decorados que te transportan hasta 1931, y una canciones tan efectistas como ‘Money, Money’, es difícil que la obra no encantara a todos los asistentes. Sin duda, la elasticidad que demuestra Armando Pita (Emcee) cantando canciones, bailando, interactuando con el público de las primeras filas o dando paso a la función, engancha, haciendo que todo en su conjunto rebose de un halo de credibilidad.
Cristina Castaño (Sally) se desdobla en un alarde de ejercicio interpretativo: por una parte, la alocada bailarina y amante y, por el otro, la cantante, que demuestra sus dotes en cualquier canción. Una Sally que eriza la piel en los momentos dramáticos y que te emociona cuando sus cuerdas vocales se ponen en marcha. La escenografía nazi está resuelta con brillantez para que el miedo se te pegue al cuerpo y para que te enojes con lo que estaba a punto de suceder.
Un espectáculo que merece la pena verlo: en Madrid arrasaron con todo, trayendo el espíritu de Broadway a España, sin dejarse llevar por el miedo, ni sufrir de mal de altura propio de la adaptación de un clásico.
Javier Caro
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