Felicia Puerta

#MAKMAArte
‘Arte contemporáneo en ruta’
Entrevista a Felicia Puerta
Con motivo de la exposición ‘Gráfica estructural y la edición de artista’
Cehegín, Murcia
16 de marzo de 2024

El proyecto innovador e itinerante de arte colectivo ‘Arte Contemporáneo en ruta’, coordinado por la artista, investigadora y docente de la UPV Felicia Puerta, fue presentado en Cehegín, una pequeña localidad del noroeste murciano. Este evento regaló interesantes testimonios de artistas, agrupaciones y personalidades relacionadas con el mundo del arte, como Marisa Giménez Soler, que dirige la Galería de Arte MOA, sita en Alarcón (Cuenca), Mª del Rosario García, directora de Art Sur-Arte en Acción de Montemayor (Córdoba), y José Antonio Campoy, representando a la revista MAKMA, revista de artes visuales y cultura contemporánea.

Además, contó con la presencia de Juan García Sandoval, director del Museo de Bellas Artes de Murcia, Francisco Peñalver Aroca, director del Museo Arqueológico de Cehegín, y representantes del Colectivo de Artistas Plásticos de Cehegín, entre otros. Todos ellos coincidiendo en un objetivo esencial: acercar el arte contemporáneo a municipios pequeños para fomentar el desarrollo de la educación artística.

Este encuentro se vio acompañado de una exposición titulada ‘Gráfica estructural y la edición de artista’, que reúne la obra gráfica sobre papel de diversos artistas y que representan su pensamiento sensible en clave abstracta, proporcionando al observador una experiencia mística que le remite a la esencia del arte a través de composiciones creadas con elementos básicos como la línea, la forma y el color.

De tal modo que dicha muestra nos introduce en un espacio que hipnotiza, seduce y cautiva, siendo significativa la simbiosis perfecta que su comisaria, Felicia Puerta, ha logrado con esa compilación de obra, proporcionando un espacio que aprehende al observador y lo sumerge en una suerte de poema a modo de partitura visual.

Felicia Puerta, atendiendo a los medios durante el encuentro en Cehegín con motivo del proyecto ‘Arte contemporáneo en ruta’. Imagen cortesía del autor.

¿Qué ha supuesto para ti el proyecto ‘Arte contemporáneo en ruta’ y cuál es la finalidad de estos encuentros?

Reunir a profesores míos, a grandes referencias que en su momento estudié, y tener esa obra en mis manos, prepararla y organizarla, emocionalmente para mí no tiene nombre. Han sido muy generosos al donarme una obra en papel, sin enmarcar, con las dificultades de conservación y el riesgo que esto conlleva, dado que la obra va a itinerar y se puede deteriorar; de modo que, el que hayan tenido la ilusión de formar parte de este proyecto para traerlo a mi pueblo, a una pequeña galería, ha sido muy generoso y estoy muy emocionada.

El objetivo de ‘Arte contemporáneo en ruta’ es descentralizar los lugares del arte, salir de los museos y acercarse a los vecinos de pueblos que no están habituados a ir a la ciudad a ver exposiciones de autores consagrados; de manera que, si no les acercamos el arte, seguramente esta experiencia muchos de ellos no la tendrían nunca.

Además, una cosa es la exposición ‘Gráfica estructural y la edición de artista’, cuyo objetivo es dar a conocer autores y su obra, mientras que el encuentro ‘Arte contemporáneo en ruta’ tiene una finalidad muy concreta, que es establecer, junto a la muestra, un espacio para la reflexión. Conocer que está pasando con el arte, conocer las dificultades de programar en un pequeño pueblo, porque no hay presupuesto para favorecer un encuentro real, con presentaciones y ponencias que promuevan esa convivencia.

De modo que quizás sean muy ambiciosos los objetivos, pero se trata de hacer didáctica. Además, al atraer a personas de otros lugares, se promueve nuestro entorno urbano, nuestro patrimonio, nuestra gastronomía, y se trata de que el arte sirva de medio de relación.

Por lo que expresas, a través de este tipo de eventos podemos entender la ciudad como escenario artístico interactivo, comunicativo y educador. ¿Qué repercusión social crees que se puede lograr con este tipo de propuestas culturales y colaborativas en las que el arte se mueve?

Estoy convencida de que el arte puede mover y promover. Pienso que es una responsabilidad que tenemos los docentes que nos dedicamos a la enseñanza del arte, pues es educación, es cultura y son muy diversas las posibilidades de desarrollo. Ciertamente, muchos políticos se han dado cuenta del arte como motor de progreso, porque realmente mueve la economía, y tenemos ejemplos ocurridos en pequeños pueblos como Villafamés (València) o Alarcón (Cuenca), que son modelos de cómo puede movilizar el arte.

Aunque para llevar la cultura a lugares fuera de las grandes urbes tiene que existir un compromiso por parte de los políticos del momento, que apuesten por ella como una necesidad, como lo es la educación o la sanidad, ya que la cultura siempre aparece como el florero que adorna, pero no se confía en que realmente sea motor de desarrollo y tan necesaria. Así, el arte queda ahí, como el hermano menor.

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El arte contemporáneo cuestiona normas sociales reinterpretando determinados patrones culturales, impulsando la diversidad y la inclusión. ¿Opinas que se le da suficiente valor al arte como propulsor de riqueza y desarrollo social?

Pienso que cada vez más, incluso que a veces se abusa del arte, porque sí que tiene la posibilidad de visibilizar, de denunciar a través de acciones, en ocasiones, muy performáticas y teatrales, pero que tienen un gran impacto visual, pudiendo generar emociones fuertes; y, estando en el mundo de lo visible, es la manera más fácil, pues la ayuda que no consigue una organización con fines sociales maravillosos, a veces, un artista, con una sola acción, consigue poner el foco de atención en una determinada problemática.

Luego, sí, claro que tiene esa posibilidad… Es una de las funciones del arte que no se puede obviar, pero tampoco se puede considerar que el arte tiene esa funcionalidad exclusiva, o ese deber social.

Entendemos la finalidad al reunir artistas y territorio, pero ¿cuál es tu visión acerca de la influencia que ejerce el entorno urbano en la obra de su creador? ¿Crees que hay trabajos que solo adquieren significado en determinados lugares?

El entorno puede afectar dependiendo de la propia formación e intereses del artista. Está claro que este no es un ser ermitaño, sino que es un ser social preocupado siempre por lo que ocurre a su alrededor, pero la decisión de que su producción sea una influencia, una denuncia de un hecho o, al revés, que el contexto afecte a esa producción, es una decisión muy intelectual y emocional de cada uno.

Está claro que todos, incluso de forma inconsciente, estamos recibiendo información constante de nuestro entorno, de manera que estoy convencida de que afecta, pero la medida en que uno se deja influir depende de muchos factores.

Además, hay autores que toman la decisión de adquirir un compromiso utilizando el arte con esa función y otros, como por ejemplo los abstractos, que tratamos de que el medio nos afecte menos, mirando más hacia nuestro interior.

¿Piensas que este tipo de encuentros propicia una nueva forma de educar la mirada del observador?

Pienso humildemente que sí, que hay muchas fórmulas y, desde luego, esta es una. A mí me gusta mucho la palabra encuentro y dar espacio a que se produzcan esas relaciones, como ha ocurrido aquí, entre gente de fuera y diversa, no solo artistas, sino comisarios o gestores de arte, que tienen mucho que decir porque saben de las dificultades que se dan para programar.

Todos tienen que tener un punto donde coincidir para no ir por separado y, desde luego, el espectador no es ajeno a cómo y por qué suceden o no los eventos de arte, o bien qué dificultades hay para acercarlo, pues parece que el arte siempre ha sido muy elitista y que cuando se hacen exposiciones solamente están interesados los artistas; por esto, tenemos que abrir esos espacios de encuentro.

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¿Qué significado adquiere para ti ‘Gráfica estructural y la edición de artista’?

‘Grafica estructural’ fue una idea que surgió, en 2015, como una inquietud impartiendo la asignatura de Dibujo, donde consideré que se podía hacer algo más que ejercicios de clase. Ahí me arranqué a hacer una exposición con la idea de mezclar estudiantes con artistas de València y de distintas generaciones, dando así una oportunidad a los primeros, pues, en general, no damos importancia a una exposición solo de estudiantes, cuando muchas veces estos tienen un gran nivel y sorprende ver trabajos con mejor calidad que otros que se ven en algunas galerías de arte, incluso en algunos museos, me atrevo a decir.

De modo que se trataba de dar a los estudiantes una oportunidad de desarrollo para entrar en la vida profesional, el comisariado, escribir un texto, hacer una narración en una exposición, el montaje; es decir, todo un aprendizaje para ellos. De modo que ‘Gráfica estructural’ surge con la idea de recoger distintas propuestas de vez en cuando para darles visibilidad, mezclando autores incluso autodidactas.

El programa ha acogido la presentación del poemario ‘Puro Ser’, de Vilar-Bou, de cuya portada e ilustraciones eres autora. ¿Qué te emociona dentro de este género literario?

Bueno, no solo es lo que me emociona, sino lo que me condiciona, porque la poesía, dentro de los lenguajes del arte, me parece que es uno de los más sublimes, y esto fue un reto para mí porque no había hecho este tipo de trabajos con anterioridad.

Que tanto editor como autor depositaran en mí la confianza para acompañar con imágenes un poemario tan filosófico fue un desafío, porque si la poesía es bonita es por su capacidad de sugerir, de abrir, y las imágenes son concretar emociones, materializar.

Entonces, tenía mucho miedo de cerrar los significados del poemario, por esto fue todo un reto a la vez que un aprendizaje para mí… Así, hemos llevado la poesía, que a veces parece tan inaccesible, a distintos lugares; o sea, que el objetivo tiene que ver con ‘Arte contemporáneo en ruta’ para que todo el mundo se pueda beneficiar de una buena poesía y de esa emoción.

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Para definir el encuentro ‘Arte contemporáneo en ruta’, Felicia Puerta nos deja dos palabras: “Descentralización, para sacar el arte fuera, y colaboración, pues este no tiene sentido si no es con la participación del grupo de organizadores y de artistas, ya que han sido cincuenta y cuatro autores en total”.

Entendemos que este tipo de encuentros itinerantes son una forma de relacionar territorios, proyectos y personas; en consecuencia, ha tenido voz en este evento Galería MOA, que se ubica en la pequeña localidad de Alarcón (Cuenca), en un recinto menudo y evocador que forma parte de un palacio renacentista, aunque actualmente acoge este espacio expositivo en el que las huellas del pasado fraternizan con obras de arte contemporáneo.

Marisa Giménez Soler, comisaria, historiadora y crítica del arte, es la persona que hábilmente dirige este escenario para difundir el arte en la zona, quien subraya que este primer encuentro de ‘Arte contemporáneo en ruta’ ha sido “interesantísimo y una apuesta muy valiente, ya que los pequeños entornos muchas veces quedan relegados del mapa donde nos movemos los gestores culturales y los artistas; por ello, este primer encuentro supone un antes y un después a la hora de ubicar el territorio de Cehegín en el mapa del arte contemporáneo”.

“Además, que Felicia Puerta haya tenido la oportunidad de unir, en su propio pueblo, a artistas reconocidos y otros menos conocidos, en una exposición muy bien montada, con un tema y un soporte común, es muy interesante”, subraya.

En cuanto a la repercusión social que este tipo de eventos puede lograr, Marisa Giménez opina que “todo tipo de arte aporta mucho socialmente; en el caso de Cehegín, una ciudad con un patrimonio impresionante, que hemos descubierto los que hemos ido por primera vez, el sitio, los palacios, el Museo Arqueológico, y el que este se haya brindado para hacer estos encuentros, suma mucho, porque unir el arte de hace siglos con el arte de ahora, para darle ese nuevo enfoque, es interesante”.

Asimismo, aclara que “todo lo que es arte contemporáneo revive mucho a un municipio, porque se trata de artistas vivos con la posibilidad de poder ir, de descubrir nuevas sinergias, de encontrarse, lo cual genera el hacer otras cosas y supone que Cehegín, por unos días, se ha convertido en el epicentro de un grupo de gestores culturales y artistas que están pensando en arte contemporáneo y disfrutando de este, que es lo importante, pues no solo tienen que disfrutarlo los grandes centros de arte”.

“De ahí que se incidiera mucho en las jornadas –prosigue– en que hay que llevar el mejor arte, el mismo que se llevaría a una gran ciudad, pues se trata de mejorar y presentar un arte contemporáneo de calidad”.

Marisa Giménez (izquierda) y Felicia Puerta, durante el encuentro en Cehegín. Imagen cortesía del autor.

Respecto al objetivo común de los copartícipes en este encuentro, al apostar por pequeños entornos urbanos como lugar de intercambio de conocimiento y al significado que el lugar adquiere para los propósitos de la Galería MOA, Marisa Giménez asevera que, “hace diez años, montar una galería de arte contemporáneo en un pueblecito de muy pocos habitantes parecía una locura, pues aunque el pueblo de Alarcón es conjunto histórico y cuenta con reconocidas iniciativas culturales, era arriesgado”.

“Sin embargo, el tiempo ha consolidado la idea de que era una buena opción que atraía muchísima gente, pues los artistas y el público buscan también nuevas formas de mirar el arte y estas propuestas hacen que la gente se acerque al arte contemporáneo de una manera más íntima y reflexiva, fuera del ruido y de unas connotaciones que tiene siempre la ciudad”, apostila la responsable de MOA.

Y añade: “En Alarcón, la relación con los artistas es distinta, pues se convive con ellos algunos días y, para el público es una experiencia diferente, pues se participa más del hecho cultural, dando más tiempo a apreciar”. Como gestora cultural, aclara que «lo que aporta una galería de arte a un pueblo es atraer a visitantes que dan un aire distinto, con lo cual es un reclamo más para el lugar, con todo lo que esto aporta a su economía”.

Marisa Giménez define el evento ‘Arte contemporáneo en ruta’ como “un tipo de encuentro que engrandece el arte, acercándolo a lugares donde a partir de ahora puede crecer la semilla y surgir más proyectos”. Además, señala que “es una forma de intercambio que ayuda a ver qué cosas se hacen en el sentido artístico y esto genera mucho fruto”. “Es importante destacar –continúa diciendo– la labor de personas concretas a la hora de desarrollar proyectos, difundiendo las bondades y lo mejor de un municipio, pues esa labor puede cambiar el transcurso de unos hechos”.

El referido acontecimiento también nos ha regalado el testimonio de Arístides Rosell, coordinador de la bienal de arte de València Russafart, un acontecimiento interactivo cuya finalidad es mostrar el espacio donde se cocina el arte, acercándolo a la gente y situándolo en un lugar concreto en el mapa cultural.

Arístides define el encuentro ‘Arte contemporáneo en ruta’ como “un proyecto excepcional, que sirve para gestar algo de un valor incalculable… Es una rueda que hay que saber gestionar e impulsar por los propios artistas con el apoyo de las Administraciones; así, la gestión, la coordinación, la movilización de tantos artistas, logrando esa fusión, es lo que realmente propicia la comunicación en este tipo de encuentros, porque es llevar el arte a entornos que parecen estar aislados de este, lo cual es como un aire fresco que te hace reflexionar; es una convivencia en torno al arte que prácticamente no sucede en la actualidad”.

“Esto propicia que los políticos se den cuenta del patrimonio artístico, relacional y comunicativo que se tiene y que es una mina para poder explotar, haciendo efectivos los conciertos que se pueden dar a partir de estos encuentros, que representan una oportunidad de valor incalculable”, precisa.

Felicia Puerta, junto a Arístides Rosell, en el encuentro de Cehegín. Imagen cortesía del autor.

Por otra parte, Arístides Rosell enfatiza que en este tipo de eventos el territorio “es esencial, pues, tal como ocurre en el caso de Russafart, lograr que un pequeño y limitado entorno, que en tiempos pasados estaba depauperado, pero que actualmente ha florecido y donde se propician espacios artísticos colaborativos, es una forma de tomar el territorio para potenciarlo como base cultural de una ciudad”.

Así, en cuanto a la repercusión social que estas propuestas pueden alcanzar, subraya que “el calificativo educador viene a colación, pues, en el caso de Russafart, se ha conformado como un eslogan, ‘Educar en arte’, que es una frase muy compleja para llegar a toda su dimensión, pues a partir de esta empiezan los retos, como son actuar directamente con proyectos paralelos en instituciones educativas, potenciando que se vea el trabajo del artista en su estado natural y enseñando el proceso creativo de la obra de arte”.

“Y aquí es donde el observador empieza a valorar de una forma más sensible todos los procesos, que intentamos transmitir a las nuevas generaciones. Otro ejemplo es el proyecto ‘Itinerarios en diálogo con el arte’, donde a través de una ruta educativa se termina dialogando con el propio artista en su taller, in situ; entonces, si hablamos de repercusión social, el tejido que se establece a través de estas propuestas culturales, y cómo se van expandiendo redes para que surjan nuevos movimientos culturales en la zona, es vital. De modo que la gestión cultural, para mí, es básica, rodada en el terruño, donde hay que hacerlo…”, remarca Rosell.

El responsable de Russafart asegura que “la mirada del observador es la que termina la obra de arte, pues considero que el observador es como una cuarta pared, y no va a existir obra si no hay espectador”, concluyendo que el proyecto ‘Arte contemporáneo en ruta’ es, como todo, “un proceso que puede ir expandiéndose, nunca disminuyendo, a través de lo que es arte en proceso, que también se puede definir como arte nómada…”.

Otra significativa participación en este primer encuentro de ‘Arte contemporáneo en ruta’ ha sido la de ‘Art Sur-Arte en acción’, un certamen que, a través del arte, trata temas sociales con la finalidad de fomentar una reflexión y que entre sus objetivos también está el aproximar el arte contemporáneo al ciudadano, procurando que el entorno urbano se convierta en un lugar interactivo a la par que didáctico, implicando al vecindario en actividades artísticas colaborativas.

Mª del Rosario García López, representante del certamen, considera que este encuentro “ha conseguido gran afluencia de gente muy capacitada y este tipo de eventos es esencial para establecer relaciones entre personas dedicadas al arte. Además, se crea una especie de red que con el tiempo se traduce en colaboraciones, ayudando a nutrirse unos de otros, pues conocerse de primera mano es una forma muy positiva de aprender”. En este sentido, destaca que “estos encuentros son una forma de abrir horizontes”.

Para Mª del Rosario, el significado que adquiere el territorio en sus proyectos es que “el lugar es el ADN básico de cómo comienza el proyecto, puesto que no es lo mismo una intervención artística en una gran ciudad, que en pequeños pueblos, ya que, en estos, se conoce a la gente de tú a tú, se puede llamar a la puerta, por lo que el lugar lo es todo”. Además, indica que “en el caso de Art Sur-Arte en acción, los proyectos siempre tienen una conexión directa con el territorio, enclavando las propuestas artísticas de manera que el lugar tenga un peso importante en el carácter de cada festival”.

‘Arte contemporáneo en ruta’, proyecto de Felicia Puerta, en Cehegín (Murcia). Imagen cortesía del autor.

En cuanto al alcance social de este tipo de propuestas culturales, añade que “Art Sur-Arte en acción trata de aprovechar todas las infraestructuras que el entorno ofrece, reutilizando espacios no habituales, como casas privadas, plazas, corrales, cortijos, etcétera, con el fin de que esto sirva como cambio social, que genere beneficio económico en la zona, incluso fuera del tiempo del festival, puesto que van quedando obras que son inventariadas y en torno a las cuales se realizan actividades el resto del año, quedando así un patrimonio artístico en el lugar”. “’Arte contemporáneo en ruta’ ha sido un encuentro mágico, perfecto y redondo. Un puzzle encajado de manera espectacular”, apostilla.

Por su parte, Juan García Sandoval, director del Museo de Bellas Artes de Murcia, asevera que de este encuentro “lo que realmente me sorprendió fue la creatividad en la gestión y la diversidad de enfoques artísticos”. Asimismo, destaca “la estrategia de gestión cultural de los proyectos presentados, todos ellos muy pensados profesionalmente”, añadiendo que “lo interesante ha sido que se pudieran apreciar distintas realidades”. También destaca “la sorprendente movilización de la gente y el respaldo de la comunidad”.

En lo relativo a la proyección social manifiesta que “en estos proyectos hay un intercambio de territorios, cada uno con realidades sociales distintas que hacen enriquecedores estos encuentros.” Además, el “impacto de estas propuestas colaborativas en una población local pequeña, puede ir a más; no obstante, es necesario apoyar el talento, es decir, que las administraciones y las empresas hagan labores de mecenazgo para fortalecer la cultura en el lugar”. Y agrega: “El apoyo es esencial para que estos proyectos se conviertan en un ecosistema cultural y este encuentro es un primer paso para ello”.

“En este tipo de propuestas –prosigue– el territorio es clave, porque el individuo se identifica con este a través del sentido de pertenencia. Y, a través de estos intercambios, se genera riqueza tanto cultural como económica. De modo que, en las poblaciones pequeñas, la vida cultural es posible, pero para ello es necesaria una cohesión social con otro tipo de disciplinas como la gastronomía, artesanía, etc., que son pequeños apoyos que sirven para sumar”.

Respecto a si estos encuentros propician una nueva forma de educar la mirada del observador, opina que “totalmente, pues, en una pequeña ciudad, el público cotidiano es diferente. La reacción de este observador es más limpia, neutra y natural, es decir, la percepción está menos contaminada en cuánto a saturación de imágenes y a ruido visual que en la población de una gran ciudad donde está hiper-estimulada. Por todo ello, el arte contemporáneo se recibe de forma distinta, pues en las poblaciones pequeñas se genera un sentimiento de empatía con la creación y con el artista. Además, se eliminan las barreras con lo rural y se añade la importancia de la aportación terapéutica del arte”.

Juan García Sandoval define el encuentro ‘Arte contemporáneo en ruta’ como “un ejemplo de contribución para reducir la dependencia cultural de núcleos poblacionales mayores y demuestra que otras formas de gestión cultural son posibles en ciudades pequeñas…”. Resulta, por tanto, necesario enfatizar que este tipo de acontecimientos son un modo de construir conocimiento y de crear conciencia artística, de manera que, a modo de rúbrica, cabe decir que, con este proyecto, Felicia Puerta ha logrado emocionar.

Este artículo se ha escrito al amparo de un contrato como personal investigador predoctoral para la Universidad de Murcia. Ref. FPU22/01829