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‘Una vida no tan simple’, de Félix Viscarret
Reparto: Miki Esparbé, Álex García, Ana Polvorosa, Olaya Caldera, Julián Villagrán, Ramón Barea
Lamia Producciones, A Contracorriente Films, Movistar Plus, ETB
Cines Lys de València
Estreno: 23 de junio de 2023
“La conciliación no es el tema central de la película, igual que tampoco es la crisis de la mediana edad, ni la crisis profesional o la crisis de la paternidad. Para mí la película trata de cómo hacemos malabares con todos esos elementos. Ninguno es el centro, porque cuando nos sentimos como seres humanos en el centro de ese torbellino, no sabemos muy bien qué crisis es más grave. El problema es que estás haciendo malabares y todas las pelotas se te vienen encima a la vez”.
Así explica Félix Viscarret el argumento de su última película, ‘Una vida no tan simple’, que los Cines Lys de València acogió antes de su estreno oficial el próximo viernes 23 de junio. Su alusión a esos malabares tiene, en el fondo, mucho que ver con la sempiterna dialéctica entre libertad y represión de las pulsiones humanas, que sigue siendo objeto de múltiples diatribas en los más diversos campos del saber.
La palabra sujeto ya alude a la sujeción necesaria para alcanzar tal condición. Sujeción que todos llevamos mal, porque lo que nos gustaría es vivir libremente y sin la carga que conlleva aceptar el conjunto de normas que limitan esa actuación libre, sin cortapisa alguna. En ‘Una vida no tan simple’, Viscarret utiliza como metáfora de esa libertad la imagen poética de unas patinadoras que se desplazan con total soltura por las calles nocturnas de Bilbao, donde se rodó el film.
Imagen que el propio Viscarret describió, sin cerrar otras posibles interpretaciones, con sutil agudeza: “En ese momento vital, en que estos personajes están buscando su lugar en el mundo, y en medio de esa ciudad que se despliega como una especie de lugar mágico, nocturno, indeterminado, las patinadoras qué son: ¿Es la vida que continúa? ¿Son los cantos de sirena de juventud, de libertad, de belleza, que esos personajes tienen miedo de perder? ¿O es una simple imagen onírica de las que descubres a veces cuando paseas por una ciudad en la noche? Bueno, pues ahí lo dejo”.
Y es así, dejando que la vida fluya, como los personajes de su película van haciendo malabares con sus deseos en medio del ajetreo cotidiano. “La vida tiene cotidianeidad y tiene magia, tiene la batalla del día a día y el misterio acerca de qué son exactamente nuestras vidas, por qué se nos escapa, qué rige nuestros encuentros y desencuentros con otros seres humanos. En la vida hay un poco de magia y un poco de ese día a día”, subraya Viscarret.
Para dibujar esa mezcla de magia y de cotidianeidad, se vale de Isaías (Miki Esparbé), un arquitecto con el que arranca la película recibiendo un premio por su prometedora carrera, que lidia con su mujer Ainhoa (Olaya Caldera) -profesora universitaria- la crianza de sus hijos pequeños. Nico (Álex García) es el socio de Isaías en su estudio de arquitectura, a modo de contrapunto existencial.
“Nico podríamos decir que es un poco zangolotino -una expresión muy del norte, muy navarra-, un sinsorgo que está todavía con la cabeza en las nubes, queriéndose agarrar a la juventud, soñando con su pasado en Nueva York y ligando en las redes sociales”, señala el director, puntualizando después que él trabaja con la empatía de los personajes, tanto principales como secundarios: “Espero que todos tengamos un poco de los cuatro personajes”, apostilla.
El cuarto personaje es Sonia (Ana Polvorosa) -madre de un niño pequeño-, con quien Isaías mantiene cierta amistad tras encontrarse en un parque donde juegan sus respectivos hijos. El sexo, que Isaías y Ainhoa aparcan por el cúmulo de obligaciones a las que se ven sometidos, dará pie a encuentros transversales entre los protagonistas acicateados por una serie de deseos reprimidos.
“El debate de la película es cómo lidiamos entre la vida familiar y ese otro gran monstruo que nos chupa todo el tiempo, como es nuestra vida profesional. Esta especie de ser humano dividido entre esas dos corrientes, que tiran en direcciones opuestas, me pareció interesante mostrar”. Viscarret lo muestra como si fuera una “epifanía”, una suerte de revelación que tendrán los protagonistas una vez realizado cierto trayecto experiencial.
“Los seremos humanos estamos en proceso, trabajando, en work in progress, como se dice ahora. Somos un trabajo en camino; una especie que no ha evolucionado todavía del todo. Y Ainhoa e Isaías están en ese camino de seguir trabajando”, afirma el director, que dice embargarle cierto sentimiento.
“A mí hay algo que me emociona mucho como seres humanos y que no es tanto si mejoramos o no como personas, sino esa lucha por hacer las cosas mejor, porque eso es lo que nos dignifica, aunque tropecemos o hagamos a veces el ridículo”.
De hecho, ‘Una vida no tan simple’ arranca con esos aires de superioridad por parte de Isaías, tras recibir un importante premio, que pronto se volatilizan por la falta de trabajo y las rutinarias labores de crianza. “Darte cuenta de que ya no eres el protagonista de tu película te va a doler al principio, si valoras mucho tu ego y tu vanidad, pero lo cierto es que esos dos pequeños petardos que se te han dormido en el coche son ahora los verdaderos protagonistas de la vida, y tú no eres ya más que un secundario con frase o un figurante especial”.
Y añade Viscarret: “En su momento, nos adentramos en la vida adulta pensando que iba a ser como nos lo habíamos imaginado de jóvenes; que nuestros sueños se iban a hacer realidad, porque podrías ser lo que tú quisieras. Luego entras en la vida adulta y te das cuenta de que no; de que no te va a dar tiempo a que tus sueños se hagan realidad, sino que la vida es esto, es decir, que no es tan simple como lo habías imaginado en tu juventud”.
Dice que la película tiene algo de “rito de paso en la vida, algo de pérdida”, porque, en el fondo, Isaías está diciendo adiós a su juventud. “Alguien pensará que vaya cosa tan melancólica, pero yo sabía que a través de la comedia nos podíamos redimir en ese rito de paso”. Redención asociada a la propia energía creativa.
“Esa llama que uno tiene dentro para cada película es la que te mantiene vivo en los momentos de estrés, de duda o de agotamiento que hay en cada rodaje. Mis neuras, mis desvelos, mis miedos nocturnos, en el fondo todos los compartimos”, apostillando: “Es más lo que nos une que lo que nos separa”.
“Es verdad”-insiste Viscarret- “que los seres humanos somos un desastre, pero aun así la vida merece la pena”. De ahí su empeño por reflejar en ‘Una vida no tan simple’ “cómo muchas personas vemos la vida con ese punto de torpeza, de desastre, de ridiculez, pero también con ese punto de redención”.
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