#MAKMACine #MAKMAOpinión | MAKMA ISSUE #02
Javier Valenzuela | Femme Fatale
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2019
Domingo 16 de agosto de 2020
Kitty Collins no necesita la ayuda de El Sueco para plantarle cara al gánster Big Jim Colfax. Cuando Big Jim hace ademán de agredirla y El Sueco intenta interponerse caballerosamente, Kitty le dice al segundo que ella sabe ocuparse de sus propios asuntos, y, a continuación, le suelta al primero: “Si me pones la mano encima, no llegarás vivo a mañana”.
Kitty formula esta frase con firmeza, pero sin alzar la voz. Está hablando como una mujer dura, no como una mujer asustada o histérica. Su amenaza es muy creíble. Así que Big Jim emprende una retirada en toda regla antes los abochornados ojos de sus esbirros.
Kitty Collins, la protagonista de ‘The Killer (‘Forajidos’ en su versión española), fue el primer gran papel de Ava Gardner. La película, dirigida por Robert Siodmak, se estrenó en 1946 y, en su escena inicial, se basa en el homónimo relato corto de Hemingway. Burt Lancaster interpreta a El Sueco, un boxeador desafortunado que termina uniéndose a la pandilla criminal de Big Jim, encarnado por Albert Dekker.
Guapísima, elegante, inteligente y amoral, Kitty Collins, la novia de Big Jim, es la única mujer en un rudo mundo de machotes. Sobrevive con puño de hierro en guante de seda. Y, por supuesto, no tarda en convertir al boxeador en otra de sus marionetas. Es una femme fatale.
El cine negro de 1940 y 1950 nos regaló un maravilloso ramillete de mujeres fatales: Hedy Lamarr en ‘Argel’; Lauren Bacall en ‘El sueño eterno’; Rita Hayworth en ‘Gilda’; Lana Turner en ‘El cartero siempre llama dos veces’; Veronica Lake en ‘La dalia azul’… Mis favoritas son Ava Gardner en ‘The Killers’ y Jane Greer en ‘Out of the past’ (‘Retorno al pasado’, de Jacques Tourner). Hay que ser muy lista para manejar a su antojo a los dos tipos curtidos que interpretan Burt Lancaster y Albert Dekker en ‘The Killers’, y Kirk Douglas y Robert Mitchum en ‘Out of the past’.
Sin mujeres fatales, estos y otros filmes de mediados del siglo XX no tendrían su incombustible glamur. Y es que a la femme fatale –una gran actriz que actúa en un universo machista y criminal– le sienta muy bien el blanco y negro, y aún mejor los muchos matices del gris. Se mueve a la perfección entre la bruma, la imprecisión y la duda. El brillo de su estrella es aún más perturbador si está cubierto por una gasa húmeda.
Oficialmente, la femme fatale hacía de malvada en aquellas películas. Era la mujer independiente, misteriosa, artera, subversiva, depredadora, explotadora de sus encantos… Justo lo contrario del ideal de castidad, laboriosidad y sumisión que se les exigía a las esposas y madres.
Pero Hollywood no era tonto. Conocía el gran atractivo que desprendían aquellas mujeres que defendían su libertad con uñas y dientes, que luchaban por sobrevivir, y hasta triunfar, en un universo calloso de detectives cínicos, gánsteres brutales, empresarios desalmados y políticos corruptos. Aquellas vampiresas sabían explotar el oscuro deseo masculino de ser convertido en un pelele por un pedazo de hembra.
La femme fatale solía terminar mal en las películas, pagando por sus pecados, pero triunfaba en la memoria y los sueños de los espectadores.
Aunque fruto, sin duda, de la imaginación de los hombres, las mujeres fatales también pueden ser vistas paradójicamente como pioneras del combate por la libertad y la igualdad de su género. Así lo hizo Maruja Torres en el tintaLibre del verano de 2013: “Como siempre me ha gustado llevar la contraria, aquellas mujeres me marcaron para siempre, y para bien. Lo mismo para escribir que para existir. Claro que las mataban al final, pero ¿quién preferiría vivir de otra manera? ¿Con un delantal y en la cocina, preparándole el desayuno al nene?”
Encarnada por Kathleen Turner, Nicole Kidman, Kim Bassinger, Linda Fiorentino, Sharon Stone o Rebecca Romijn, la femme fatale ha reaparecido de vez en cuando en el cine en colores de las últimas décadas. Una de las últimas en añadirse a este Olimpo de diosas altamente peligrosas ha sido la francesa Eva Green, que hace de Ava Lord en ‘Sin City 2’. Esta película, basada en los cómics de Frank Miller y dirigida por Robert Rodríguez, se estrenó en Estados Unidos en 2014 con malos resultados de crítica y público, y, que yo sepa, jamás llegó a las salas españolas.
Ojos verdes como el pecado, labios rojos como el infierno, pechos rotundos como una cadena perpetua, Ava Lord, la chica mala de ‘Sin City 2’, es tan buena manipuladora de hombres como Kitty Collins. En esta historia embauca a tres al mismo tiempo: un millonario inocentón, un aventurero ducho y un policía aburrido. En un momento dado, uno de ellos le suelta con la mucha rabia que ha ido acumulando: “¡Estás desquiciada!”. Y ella le responde con toda la calma y naturalidad del mundo: “No, Dwight; loco sería aquel que me creyera”.
Ava Lord tiene razón. Sabemos, por supuesto, que la femme fatale nos miente, pero, para qué negarlo, nos encanta.
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