Fallece Fernando Poblet
Autor de ‘Tú serás Baudelaire’ y ‘Contra la modernidad’
Martes 11 de junio de 2013, en Lanzarote
Acaba de fallecer en Lanzarote el escritor y periodista asturiano Fernando Poblet. “Conociéndome como me desconozco”, dejó escrito en su impagable libro autobiográfico, ‘Tú serás Baudelaire’, Poblet se fue el pasado martes sin avisar. Apenas existían pistas acerca de su actual paradero, después de dejar un reguero de cadáveres radiofónicos y literarios en aquellos ‘Tiempos Modernos’ de los 80, que pilotó en Radio 3 Manolo Ferreras.
Su voz de “tinaja hueca” (Matías Antolín dixit) reverberó las ondas de la España socialista, aireando el poblachón manchego que a su juicio era Madrid en tiempos de la movida.
Sacudió a diestro y siniestro, con su voz aguardentosa, afilada a serrucho, y su pluma ácida de Bogart sin Lauren Bacall que llevarse al tálamo. Ferpo, nombre con el que firmaba sus crónicas televisivas en un diario asturiano de la época, era un escritor que jugaba con las palabras como si fueran dardos envenenados, cuando el personaje asaeteado lo requería, y como si fueran salvavidas, cuando entonaba el mea culpa por tener “la conciencia en la nariz”.
Jugaba con ellas porque, en el fondo, le daba miedo comprometerse con palabras que su olfato detectaba vacías, que tanto daño le habían hecho en manos de adultos desaprensivos. “A los nueve años no entendía cómo los otros, los que no eran yo, podían vivir siendo otros”. Para añadir: “No entendía casi nada”.
Sus escritos y pullazos radiofónicos mamaban del desencanto existencial que nutrió a toda una generación posbélica. El propio Ferpo lo dejó escrito en ‘Tú serás Baudelaire’: “Jamás me abandonarían ya la inseguridad y una ternura insatisfecha aplastada por sentimientos de indiferencia, cuando no de odio, hacia eso que le decían género humano”.
Para combatirlo, Poblet construyó un firme burladero desde el cual proyectar su mala leche: “La vida es dura y la modernidad, más. Estar al loro es difícil porque hay que cambiar hasta la pluma…Lo moderno, en el fondo, no es cuestión sino de mimetismos y de histerias”.
Y aquí llegamos a su faceta de látigo de la movida madrileña, que cortó el aire de las ondas tanto en sus aceradas colaboraciones en el programa ‘Tiempos modernos’ de Radio 3, por donde pasaron, entre otros, Javier Rioyo, José Luis Moreno Ruiz y Matías Antolín, comandados por el “Felelas” (Manolo Ferreras), como en sus escritos recopilatorios de lo vertido en la radio.
Su ‘Pabellón de insomnios’ en “René”, como le gustaba llamar a Ferpo Radio Nacional de España (RNE), también sirvió de morada ácida contra esa modernidad, “pos o pis”, objeto de sus punzantes comentarios.
Como muestra, bien valdría esta amplia botonadura.
“A veces da la impresión de que la modernidad (pos o pis) es un complejo de inferioridad camuflado tras una cresta de punky, chaqueta de Adolfo Domínguez, un Totem, media docena de discos, esa cosa blanca que se esnifa y una ignorancia elegante”.
“¿Por qué en el vestuario se ama lo viejo, cuando, en otros órdenes de la vida, lo viejo se odia tanto? Contradicciones modernas de cuero rancio”.
“¿Dónde, dónde está el erotismo del moderneo? Acostarse es tan fácil… ¿Será por eso? Quiero decir que si todo este rollo de los trapos, los rocanroles y el pelo tieso no será otra cosa que la versión actualizada del ritual del pavoneo”.
“La posmodernidad es un cuento. Es más posmoderno, por ejemplo, Gómez de la Serna que todas las primas de Almodóvar juntas. Pero, qué quieren, en este territorio siempre se ha vivido mucho del cuento”.
“Acuérdate de la época del innombrable. Todos los políticos eran comunistas y locos todos los enfermos mentales. Tiempos de síntesis más que de análisis”.
“Durante el régimen anterior se sabía fácilmente si un tipo era de izquierdas: ayudaba a su compañera en la cocina. Pero, mira por dónde, se pierde el calor de la clandestinidad y los comunistas modernos empiezan a embarazar a sus secretarias (los socialistas, menos, porque como tenían que quitarse la corbata eran más lentos)”.
“Alaska quería saber qué es ser hortera, porque a la hora de la mentira la gente se hace la ingenua… Los horteras no se enteran de que lo son y lucen tan felices el traje verde y los calcetines rojos, los que sí saben de cutrerías (que en ocasiones es cetrería, porque menudos pájaros) son aquellos que utilizan lo kitsch, lo naif yh lo ni se sabe para amasar una estética propia-impropia”.
“¿Y qué decir de los padres posmodernos? Valiente partida de hijos de perra. Su paternidad se reduce a una permisividad cómoda, exenta de todo compromiso. La mayoría son individuos separados porque no hay Dios, ni mujer, que los aguante”.
“Hace no sé cuantos años dijo no sé quién que todo objeto despojado de su función ordinaria es arte. Esto significa que si encuentras un retrete colgado del techo no intentes la meada parabólica, antes bien consulta el catálogo”.
Este puñado de frases, entresacadas de su libro Contra la modernidad, reflejan bien a las claras el espíritu de Fernando Poblet, una intensa voz radiofónica y escritor avispado, por el aguijón de sus frases, que avivó la hoguera de aquellos tiempos modernos, cuyas cenizas perduran. Diabluras fue su siguiente libro.
Y, en todos, Ferpo dejó constancia de su fértil imaginación y lengua afilada con piedra pómez, para escarnio de modernos pos o pis, derechas e izquierdas. Sus cartas a bellas desconocidas, sus nocturnos y su luz de gas también hurgaron en las trastiendas del alma. Pero siempre, siempre, con esa voz de tinaja hueca y esa pluma de humilde pavo real que se despidió de la vida esta semana en Lanzarote. Buen viaje, Ferpo.
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