#DiscosDestacados2020
‘Fetch the bolt cutters’, de Fiona Apple
Epic, 2020
Que Fiona Apple se sabe dosificar en el tiempo es algo que salta a la vista. Han transcurrido veinticuatro años desde que, en 1996, debutase con un ‘Tidal’ que fue premiado en los MTV y que se convirtió en un gran éxito discográfico. Después de aquel hit solamente tres discos, siendo el último ‘The idler Wheel is wiser…’, el cual data de 2012.
Que esta mujer es consecuente con su actitud y con su talento también es algo palpable y que no parece discutible, desde su claro posicionamiento contra los males y defectos de la industria musical hasta la gran elaboración de sus álbumes, en este caso cinco años, para modelarlo y finiquitarlo desde que, en el 2015, comenzaron los ensayos y las grabaciones junto a Sebastian Steinberg, Amy Aileen Wood y David Garza.
Asimismo, también parece otra certeza irrefutable que la neoyorkina es un caso atípico y muy poco frecuente en el mundillo musical, al captar un importante número de adeptos procedentes tanto de la crítica más comercial como de la más especializada en artefactos discográficos de calidad.
Teniendo en cuenta lo expuesto y entrando de lleno en ‘Fetch the bolt cutters’, podemos decir que la Apple ha conseguido «el más difícil todavía», como es demostrar su plena madurez a todo aquel que profundice de forma real en esta magna obra conceptual de 2020. Y todo ello sin alejarse del pasado, exhibiendo sus mejores virtudes como escritora de unas canciones que, a simple vista, no aparentan ser tan crudas o reivindicativas, y a las que se suma un original acompañamiento instrumental, de efectos y de arreglos, que la alejan del pop más convencional.
Además, cobra especial protagonismo en buena parte de este quinto álbum la combinación del piano con la innovadora sección percusiva, en una aproximación a la idea compulsiva del ritmo, del tribalismo…, sorprendiendo con improvisaciones y efectos caseros que dotan de mayor peculiaridad y emoción a una voz que es capaz de combinar oratorias, alegatos, susurros, gritos…, de forma sincera y espontánea.
A través de su contenido seduce su lírica, inspirada en amantes, relaciones amorosas, separaciones, en hechos que la marcaron durante su infancia –como en ‘Shameika’–-, en sus períodos de mayor abatimiento, en detalles cotidianos con connotaciones sarcásticas, en reivindicaciones feministas, en reflexiones íntimas…
En definitiva, un disco atrevido, liberado, comprometido, alternativo y profundo, de apariencia imperfecta, pero cautivador con cada audición. Sí, una obra maestra del siglo XXI por parte de una estrella como pocas quedan. Para el que suscribe juega en otra liga: es el disco del año y cualquier elogio se queda corto.