#MAKMAAudiovisual
Entrevista a Gastón Duprat
Creador de series como ‘El encargado’, ‘Nada’ o ‘Bellas Artes’
LABdeseries. Festival de series de València
Organizado por La Filmoteca del Institut Valencià de Cultura
Del 23 al 28 de abril de 2024
‘El Hombre de al lado’, ‘Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo’, ‘El ciudadano ilustre’, ‘Mi obra maestra’, ‘Competencia oficial’, ‘El encargado’, ‘Nada’ o, recientemente, el estreno de la serie de Movistar Plus+, ‘Bellas artes’, son algunos de los títulos más relevantes de la carrera del guionista, director y productor argentino Gastón Duprat.
De todos ellos, sin duda la serie ‘El encargado’ supuso un espaldarazo y el reconocimiento definitivo de su trabajo entre el público de nuestro país. En la serie, producida por la plataforma Disney +, Eliseo es el carismático portero de un edificio de viviendas de clase media que utiliza su posición de influencia para hacerle la vida imposible a los propietarios que, poco a poco, se acaban convirtiendo en meras marionetas de su ambición de poder.
Eliseo es otro de los tantos personajes al margen que perfilan la producción audiovisual de Gastón Duprat. Antes, conocimos al Leonardo de ‘El hombre de al lado’, un prestigioso decorador que no soporta la presencia de un vecino que quiere abrir una ventana en la medianera de su propiedad.
O Daniel, el famoso escritor que vuelve a su pueblo natal para recibir un homenaje en ‘El ciudadano ilustre’. O Renzo, el pintor cascarrabias que protagoniza ‘Mi obra maestra’. O Manuel, el no menos impertinente crítico culinario que protagonizó su penúltimo trabajo para televisión, la serie ‘Nada’.
Títulos y personajes que han permitido a Duprat trabajar con los más prestigiosos actores, tanto argentinos, como internacionales. Hablamos de pesos pesados de la industria como Guillermo Francella, Luis Brandoni, Oscar Martínez, Robert de Niro, Antonio Banderas o Penélope Cruz.
Gastón Duprat ha visitado València con motivo de la celebración de la quinta edición del festival LABdeseries para tener una charla con el público sobre su trabajo, así como asistir a la proyección de algunos de sus éxitos más recientes. Charlamos con él de la situación del sector audiovisual, de su trabajo y de algunos temas recurrentes en su filmografía.
Se dice con frecuencia que, sobre todo en el caso de las series de televisión, estamos viviendo una especie de era de oro de la producción audiovisual. En el caso de alguien que, como tú, ya tiene una carrera relativamente larga, y como guionista, ¿percibes que hay en los productores un mayor respeto y afecto por las historias, o el guion sigue siendo lo último de la cola en una producción?
Bueno, hay de todo, me parece. No sé si se pueden englobar todos los casos con una sola idea. No sé qué es lo que te puedo decir porque tampoco soy tan analista de la producción; no sé bien qué están haciendo aquí o qué están haciendo ni siquiera en la Argentina.
Pero lo que te puedo decir es que, en nuestro caso, sí pudimos, con un vínculo con una plataforma, que es Disney+, hacer un montón de cosas, y nunca hubo alguien, un malo que nos dijera: esto no, esto sí, esto se corta, etc. Esto no existió. Siempre hubo plena libertad.
¿Si se valoran más las historias que antes? No lo sé, porque se produce mucho, pero también mucho de lo que se produce a mí no me interesa nada, no me gusta. Mucha cantidad, pero no sé si eso tiene que ver con que siempre haya calidad de historias. Pero, te repito, no sé si te puedo dar un análisis del espectador en general o de la industria.
En cuanto a mis historias, se reciben de manera diferente, según el caso. Algunas provocan un debate, en el que la mitad se enoja y la otra mitad la apoya, y otras generan más unanimidad. Con lo nuestro no es siempre igual. En general, siempre hay alguien que se molesta un poco porque tocamos temas que son como vacas sagradas y eso genera movimiento en el público. Nosotros ya hicimos un cine previo a la etapa de las plataformas.
La primera película que hicimos fue antes de 2000, es decir, hace mucho tiempo. Luego, seguimos haciendo películas y muchas de ellas tuvieron mucho público en aquel momento, en esa otra era, digamos. Ahora, lo que sí hacen las plataformas es que una producción como, por ejemplo, ‘El encargado’, se vea en 150 países en vez de en las dos o tres salas de cine de Buenos Aires. Tal vez, eso sea la diferencia.
En ese sentido, ¿crees que las plataformas han beneficiado al sector o han producido una sobreproducción que han hecho, como dices, menguar su calidad y valoración?
Como espectador, me parece que es un beneficio porque uno tiene a su disposición producciones de todo el mundo que, normalmente, no llegarían a los cines de València ni a los de Buenos Aires. Y la verdad es que como productor o director también, porque el horizonte de esas producciones es mucho más grande y es mejor. No le logro encontrar el lado malo a lo de las plataformas, la verdad.
Tu currículum incluye tanto cine convencional como estos nuevos formatos de series para la televisión. ¿Encuentras alguna diferencia a la hora de afrontarlos? Sueles hacer series generalmente cortas, lo que quizá implique una cierta similitud en cuanto a los planteamientos dramáticos o la estructura de los relatos, me imagino.
Las series que hacemos nosotros tienen capítulos cortos por una decisión nuestra. Yo, personalmente, tampoco soy muy consumidor de series, pero prefiero las series de capítulos más cortos porque creo que los capítulos de una hora, por ejemplo, no tienen ni la frescura ni la rapidez de los capítulos de 25 o 30 minutos; pero tampoco tienen la densidad y la profundidad de una película de un hora y media, o dos horas o más.
Entonces, ese formato de capítulo largo a mí no me gusta porque lo siento a mitad de camino de todo. Por eso decidimos hacer estos capítulos cortitos. En cuanto a la cantidad, la primera serie que hicimos fue ‘El encargado 1’, que fueron once capítulos, y ahí nos dimos cuenta de que era demasiado para un actor protagónico que, al final, tiene que estar siete meses filmando. Esa fue la razón por la que las empezamos a achicar.
Hay una serie de denominadores que son comunes a muchas de tus películas o series. Uno de ellos es esa tendencia a escarbar en el lado oscuro o turbio del comportamiento humano. ¿Es para ti más atractivo ese lado oscuro a la hora de generar ficciones?
Yo no lo pienso como un plan. Más bien, es lo que yo pienso de la gente [risas]. Pero yo no diría que estoy escarbando en el lado oscuro; para mí está a la vista. Yo no digo con mis colaboradores: “Bueno, vamos a mostrar la contracara de este personaje”. Yo pienso que estos personajes, que son interpretados como muy siniestros, están más cerca de los personajes reales de la vida cotidiana que de una fantasía.
Pasa que, bueno, tal vez no se los quiera ver… Pero la gente es dual, dice una cosa y hace otra, es hipócrita muchas veces, todos los somos en alguna medida. Entonces, no es que sean personajes malignos ni oscuros, sino que, tal vez, estas series le sacan a la gente común ese velo detrás del cual tratan de protegerse.
Hay un personaje que, de alguna manera, se repite en tu trabajo y es este hombre solitario que anda como cabreado y al margen del sistema. ¿Por qué te interesa especialmente? Se dice que siempre hay algo de uno en sus creaciones, no digo que tenga que ser necesariamente así.
Bueno, puede ser. Sí, tal vez sea un defecto, incluso. El personaje de ‘El ciudadano ilustre’, que era la primera película con un personaje así, fuerte (porque antes hicimos otras películas, pero no tenían esa característica), ese sí era claramente un intelectual, un premio nobel que todo lo intelectualizaba, un poco misántropo, incluso.
Después, ‘El encargado’, por ejemplo, sí. Es un hombre solo, pero no lo veo alineado con ‘El ciudadano ilustre’. Es un tipo de barrio con otra educación y que disfruta del poder, está a sus anchas, no está conflictuado; está feliz.
Después, el personaje de Brandoni en ‘Nada’ es un personaje típico de Buenos Aires, pero de otra Buenos Aires que ya desapareció, de ahí la edad que tiene. Era cuando Buenos Aires era una ciudad líder cultural, pero no solo en América, de Europa también. Hubo un momento en el que en Buenos Aires había más cines que en Nueva York y más teatros que en París. Y no hablo de hace ciento cuarenta años. Hace treinta o cuarenta, no más. Había mucha cultura, mucha clase media cultísima, sofisticada, única en el mundo.
Y esas personas que vivieron eso hoy tienen 80 o 90, han visto la decadencia absoluta y total, y tratan de sobrevivir como pueden, en este caso, vendiendo cuadros de la pared. Es un personaje que es muy identificable en Buenos Aires, no sé si aquí. Es el bon vivant que, después, no tiene ni para pagar la cuenta de la luz.
El humor o la sátira es otro de los elementos de tu trabajo. ¿Son acaso la mejor manera para comunicar ciertas ideas?
Bueno, nosotros nunca nos planteamos: “Vamos a hacer esto como una comedia”. Lo que siempre usamos es el mismo tono, que sería el de comedia dramática o comedia filmada como un drama. En nuestro caso, los personajes no se hacen los chistosos ni los actores están actuando en comedia, están actuando drama y las situaciones son graciosas por lo que sucede, pero no por el género de la película o de la serie.
Ese tono sí recorre toda nuestra producción. No está planeado, es el tono en el cual vemos la realidad, simplemente. Si me decís de hacer una comedia, yo no sabría. Y tampoco sabría hacer un drama. Es eso, el reflejo de la realidad que yo veo.
Quizá sería mejor hablar de sátira.
Sí, sí, la sátira también aparece, pero ya te digo que no se planea tanto como tal. Es satírico porque la realidad te va llevando hacia ese lado. A mí, por ejemplo, me parece muy raro tomarme los oficios, las profesiones, en serio. Tomarse en serio a los artistas, a los periodistas… No me los creo. Eso hace que sea natural para mí. Por eso, no me digo: “Voy a ironizar sobre el arte”. No tengo que pensar en ello, es mi mirada la que aparece.
Esa mirada satírica hacia el arte o la cultura ocupa buena parte de los relatos que has filmado. En tu caso, parece como una especie de pozo sin fondo para construir historias.
Sí, es por la influencia de Andrés, mi hermano, que es director del Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina, que debe de ser el museo más importante de América. Tiene una colección impresionante. Tiene Rembrandt, lo que quieras. Bueno, él hace casi diez años que es director de ese museo, y por eso todo lo que aparece en una serie como ‘Bellas Artes’ tiene cierta pertinencia.
Diría que es la primera vez que hay un guionista director de un museo haciendo una serie sobre un museo. Y el mundo de la cultura, pues porque es el mundo al que pertenezco. El mundo de la cultura, el mundo de las ideas progres, es el mundo al que pertenezco. Por eso lo puedo criticar perfectamente. Porque si uno no puede criticar sus propias ideas, serían como una cárcel.
Has dirigido muchos de tus trabajos, pero también has escrito guiones para otros. ¿Sientes que tu escritura está más protegida cuando diriges tus propios libretos? ¿Cuál es tu relación entre tu yo escritor y tu yo director?
No, cuando escribimos para otros ni veo la serie [risas]. No, porque, generalmente, van para un lado que a mí no me gusta. O tal vez la escribo y el tema no me entusiasma tanto. Yo elijo cuáles dirijo. En ese sentido, las tres que elegimos dirigir fueron ‘El encargado’, ‘Nada’ y ‘Bellas artes’.
Hay otras que podríamos haberlas agarrado también, pero las dejamos pasar. Las que consideramos mejores, las hicimos con nuestras manos. Por otra parte, cada vez me da más pereza la dirección porque es muy arduo. Son muchas horas de mucha paciencia y, a veces, eso me cuesta.
Mariano Cohn [con quien firma la mayoría de sus guiones] y yo somos los guionistas originarios. Luego, se sumó mi hermano Andrés, que es guionista de varias películas y de esta serie, ‘Bellas artes’. Y, después, tenemos otros amigos, directores y escritores que trabajan con nosotros y con los que, a veces, nos repartimos las cosas. Es así como solemos trabajar, a varias manos.
Uno de los temas que se han tratado esta semana en LABdeseries es el impacto de las series en un mercado audiovisual tan saturado de producciones. En ese contexto, ¿cómo percibe hoy un creador el impacto en los espectadores de su propio trabajo?
Es muy difícil porque hay muchísimo. ‘El encargado’ se promocionó mucho en Argentina y es la serie más vista de la historia en todas las plataformas. Sin embargo, yo me enteré de que aquí todavía le dicen “la joya oculta en el catálogo de Disney”. Bueno, evidentemente alguien ha decidido ningunear y dejar oculta la serie.
No me gusta nada eso, pero tampoco tengo muchas herramientas para cambiarlo. Les parecerá que hay otras que son más aptas para el público español, no sé. Y así pasa en el resto de los países. Qué sé yo… Por ejemplo, la serie ‘Nada’, con Robert De Niro, está en Hulu, una plataforma de Estados Unidos que es de Disney, y tampoco la han promocionado; si alguien no la busca con la lupa, es imposible que la vea.
Entonces, cuando sucede que, a pesar de eso, se ve –como pasó con ‘El encargado’ en España, que la vio, si bien no espero que masivamente, mucha gente (también es verdad que fue finalista en los Emmy)–, quiere decir que rompió esa losa de hormigón –que decimos en Argentina–, ese techo. Pero no siempre se logra. Es muy difícil y no depende del que la hace.
Otra cuestión que también ha salido estos días de debates en el festival es la aparición de la inteligencia artificial, una revolución que parece haber alterado al sector de las artes visuales. Aunque quizá sea pronto, ¿tú lo percibes como una posible herramienta, una amenaza o como uno de estos cuentos que se inventan para crear información y que, con el tiempo, no llegan a nada?
No lo tengo claro. En general, yo estoy de acuerdo con los cambios tecnológicos, que siempre tienen resistencia al principio, pero tampoco sé el alcance de esto. Yo también he jugado, a veces, con el ordenador a algo que me parecía divertido o, no sé, ahora las canciones que se han hecho con la carta del presidente [Pedro Sánchez]; no sé si la escuchaste…
Sí, la escuché el otro día. Me sorprendió. Me pareció brillante, no sé.
La canción es espectacular [risas]. Pero no sé si da más que para un juego. No sé si tiene otra aplicación. Ahora bien, escribir un buen diálogo, no me parece que logren hacerlo. O un buen concepto de serie. No sé, no lo veo.
Ya que estamos aquí, rodeados de estudiantes, aspirantes a guionistas y directores, desde tu experiencia, ¿qué consejos básicos le darías a alguien que empieza a mover sus proyectos, que quisiera escribir?
Pues lo que pasa es que yo tengo una carrera un tanto sui generis. Nunca estudié ni cine ni nada. Entonces, mi camino es bastante irregular. Y en Argentina es más difícil todavía porque el país es un disparate que sube y baja y, por lo tanto, allí no podría decir un método o que podés hacer vos para llegar y escribir.
El único método que se me ocurre es estar uno conforme con lo que hace y tener la vara bien alta de la calidad. Eso es la única protección que hay porque, aunque no te quiera recibir nadie, si vos estás seguro con lo que hiciste y te gusta y te representa, habrás aprendido muchísimo y eso también se transmite con tu interlocutor.
O sea, que la única herramienta que yo creo que hay es olvidarse de los terceros y, en primer lugar, hacer algo que a uno le convenza muchísimo. Ese es un primer paso y creo que el más difícil de todos.
- ‘Parthenope’ (Paolo Sorrentino): el hombre frente al paso tiempo - 25 diciembre, 2024
- ‘Emilia Pérez’, de Jacques Audiard: cuando las apariencias no logran ocultar tus debilidades - 16 diciembre, 2024
- María Trénor (‘Rock Bottom’): “He tratado de hacer una película de autora con todas sus consecuencias” - 13 diciembre, 2024