#MAKMAArte
El Oro de Klimt. Exposición inmersiva
Productora NOMAD art, en colaboración con el Ayuntamiento de Santander, Santander Destino, Optoma, Palacio de Exposiciones y Congresos de Santander, y Renfe
Palacio de Exposiciones y Congresos
Real Racing Club 3, Santander
Del 15 de junio hasta el 17 de septiembre de 2023
Algunos artistas son capaces de enviarnos a lugares y tiempos que apenas nos son conocidos. Puede que quizá hayamos escuchado sus nombres de pasada o incluso que conozcamos una pintura por verla expuesta en la portada de un cuaderno colocado en un escaparate; que sea conocida, pero que no sepamos quién fue el artista que dio vida a tan maravillosa obra.
‘El Beso’ o ‘La Dama de Oro (con el título original de ‘Retrato de Adele Bloch-Bauer’) son dos de esas obras que han pasado a la eternidad del arte. Dos de esos pequeños tesoros que pueblan el imaginario popular. Todos hemos tenido frente a nosotros el puzzle de 1.500 piezas con la imagen de ‘El Beso’, provocándonos cierta emoción al ver el rostro de paz y tranquilidad que rebosa la joven de esa pintura. El autor de esta obra es un nombre que no podremos olvidar: Gustav Klimt (1862-1918).
Este nombre se une, junto a las salas multimedia, a ese concepto (que parece tan antiguo y novedoso) como es el arte. Ambos mundos se fusionan en uno solo, formando eso que ahora se le llaman exposiciones inmersivas. Y si hace unos días se hablaba en MAKMA de la exposición inmersiva de Sorolla en Valencia, hoy nos toca hablar del artista austriaco Gustav Klimt.
La exposición inmersiva ‘El Oro de Klimt’ recala en Santander de la mano de la productora NOMAD art, en colaboración con el Ayuntamiento de Santander. Atrás quedó su paso por las ciudades de Sevilla, Málaga y Valencia.
La experiencia permanecerá en la capital cántabra hasta el próximo 17 de septiembre, fechas parecidas a las que tuvo el pasado año la exposición inmersiva del pintor neerlandés Vincent Van Gogh, que también trajo la misma productora NOMAD art y que recibió miles de visitas, una cifra que la organización pretende superar con esta muestra de Klimt.
En esta exposición multimedia se nos enseña, mediante una serie de imágenes y textos, cómo la vida del pintor austriaco fue llevando su camino en el arte hasta ser considerado uno de los mayores representantes del movimiento modernista de la Secesión Vienesa (corriente artística de carácter vanguardístico perteneciente al modernismo, iniciada en el año 1897 como parte de un proyecto de renovación artística) y de la que fue su primer presidente. Este movimiento fue un referente en toda Europa de finales del siglo XIX y principios del XX.
Klimt fue innovador en varios aspectos, uno de ellos puede observarse en las variadas técnicas que utilizaba: hoja de oro, reboques, texturas, temple, óleo, etc. Siempre trató de hacer cosas nuevas, como si el cambio de siglo lo empujara a experimentar para que la pintura no se quedara atrasada respecto a los cambios que sufrían otras ramas artísticas, o la aparición de nuevas artes como el cine.
Y una vez conocida la vida del austriaco, toca pasar de sala y comenzar con la inmersión en profundidad de su trabajo. Más de 200 obras nos esperan al ritmo de piezas musicales, tales como el 4º movimiento de la 9ª Sinfonía de Beethoven, que nos hace llevar los compases con los pies.
Al mismo tiempo, nos envuelven jardines y nos caen pétalos de rosas, y las pinturas decoradas con hojas de oro ascienden por las enormes pantallas, mientras los rostros que Klimt retrató hace ya tantos años nos miran sin juzgarnos y nos envidian sin odiarnos, al estar disfrutando de obras tan maravillosas como las anteriormente citadas: ‘El Beso’ (1907-1908) y ‘Retrato de Adele Bloch-Bauer’ (1908), pero a ellas se unen obras tales como ‘Danae’ (1907-1908), ‘Palas Atenea’ (1898), ‘Judit I’ (1901), ‘El Abrazo’ (1910-1911), ‘Mada Primavesi’ (1912) y muchas más durante los 40 minutos que dura el viaje por la obra de Klimt.
Y cuando queda la última nota en el aire, la frase que nos deja Gustav Klimt escrita desde donde esté, es una de las más bonitas, sinceras y motivadoras que nadie que haya cogido un pincel puede olvidar con facilidad: «Siempre que los lienzos estén vacíos, habrá esperanza».
O esta otra, ya fuera del recorrido expositivo, pero que viene a alumbrar y hasta servir de colofón al conjunto áurico de las obras: “Cuando pinto, uno de mis mayores sentimientos de placer es la conciencia de que estoy creando oro”.
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