XIII Concurso Internacional Encuentros de Arte Contemporáneo
Museo de la Universidad de Alicante
C/ Colonia Santa Isabel, s/n. Sant Vicent del Raspeig (Alicante)
Hasta el 23 de diciembre de 2013
Es habitual, en esos momentos en los que no se sabe qué decir, hablar del tiempo. Lo hacemos subidos en ascensores, con vecinos o esperando para usar un cajero electrónico. Es una manera de llenar el vacío que se ha instalado en las relaciones humanas de proximidad, pero también es una forma de no entrar en conversaciones de mayor calado que podrían incomodar a nuestro fugaz interlocutor o podrían incomodarnos a nosotros mismos. ¿Quién no se ha bajado de un taxi arrepentido de haber abierto la boca o lamentando que el conductor no la hubiera mantenido cerrada? Por aquello de ser prudentes, tratamos de evitarnos a la larga la molestia de salir a la calle con chaleco antibalas… pero a fuerza de hablar del tiempo, se constata que algo está pasando: año tras año vemos como el verano se prolonga casi hasta diciembre, mientras que después el invierno se resiste a dejar paso a la primavera. Agudamente muchos persisten en aseverar que se trata del cambio climático, que a base de anunciar su advenimiento por fin a llegado, se ha hecho real y podemos constatar sus efectos. Durante un tiempo muchos lo creímos así. Es evidente que el modelo económico que se implantó a partir de las revoluciones industriales ha ido progresivamente incrementando su presión sobre los recursos naturales, a la vez que la generación de residuos ha crecido de un modo exponencial. El deseo de un lucro incesante, la ambición desbocada, ha logrado extender ese sistema económico prácticamente a todo el mundo y sus consecuencias se ponen de manifiesto de múltiples maneras, también causando efectos en el clima.
Tras años de preocupación por los asuntos medioambientales, parece que por fin hemos logrado entender lo que está sucediendo: no se trata de un proceso de cambio climático, es en realidad un cambio de régimen político! Todos los indicadores lo constatan, prácticamente no hay margen de error, hemos pasado de un sistema democrático a una República Bananera y, claro, ahora nos corresponde un clima tropical.
Octavio Paz describía una situación en la que puede que debamos mirarnos: “(…) Durante más de un siglo América Latina ha vivido entre el desorden y la tiranía, la violencia anárquica y el despotismo. Se ha querido explicar la persistencia de estos males por la ausencia de las clases sociales y de las estructuras económicas que hicieron posible la democracia en Europa y en los Estados Unidos. Es cierto: hemos carecido de burguesías realmente modernas, la clase media ha sido débil y poco numerosa, el proletariado es reciente. Pero la democracia no es simplemente el resultado de las condiciones sociales y económicas inherentes al capitalismo y a la revolución industrial. Castoriadis ha demostrado que la democracia es una verdadera creación política, es decir, un conjunto de ideas, instituciones y prácticas que constituyen una invención colectiva. La democracia ha sido inventada dos veces, una en Grecia y otra en Occidente. En ambos casos ha nacido de la conjunción entre las teorías e ideas de varias generaciones y las acciones de distintos grupos y clases, como la burguesía, el proletariado y otros segmentos sociales. La democracia no es una superestructura: es una creación popular. Además, es la condición, el fundamento de la civilización moderna. De ahí que, entre las causas sociales y económicas que se citan para explicar los fracasos de las democracias latinoamericanas, sea necesario añadir la falta de una corriente intelectual crítica y moderna (…)” [1]
La desaparición progresiva de la amplia clase media española es uno de los indicadores que advierte de las transformaciones sociales y políticas que pueden tener lugar a medio y largo plazo, son tan semejantes a las causas indicadas tiempo atrás por Octavio Paz para describir la situación de otro continente, que debería servirnos al menos como señal de alarma. Las formas de componer y descomponer son las que son, y los “arquitectos” del orden global tienen nombres y apellidos; poco queda a la improvisación.
La fuerza implícita y explícita que arremete contra la educación, la cultura, los docentes, los creadores y sus gentes responde a la voluntad de filtrar en la consciencia colectiva ideas de desconfianza y demérito hacia estos ámbitos. Una sociedad poco formada es más manipulable, pues dispone de menos recursos para constituir juicios críticos acerca de los acontecimientos e inevitablemente su oposición a las imposiciones del poder será menor.
El arte contemporáneo lleva implícita en muchas ocasiones la enunciación de las distorsiones sociales y políticas de su tiempo, aunque no siempre gusta el reflejo que nos devuelve ese espejo. Un recorrido por los trabajos seleccionados para esta edición de Encuentros de Arte Contemporáneo (EAC) es un modo útil de navegar entre diferentes lenguajes y sensibilidades artísticas que a veces son miradas íntimas, formas de belleza subjetiva o realidades estéticas, mientras otras son ejercicios de prospección, signos sociales del presente o pulsos con la realidad. Para 2013 el jurado convocado ha designado a veinticuatro seleccionados, entre los que se encuentran significativos nombres del nuevo panorama artístico junto a otros de prometedora trayectoria. Procedemos a realizar un rápido recorrido a través de sus trabajos.
Elssie Ansareo (México D.F., 1979) realiza mediante la práctica del archivo su proyecto “El observatorio”, una revisión del concepto de histeria utilizado en demérito de la mujer en el siglo XIX. En sus imágenes, voluntariamente teatralizadas, son figuras masculinas las que muestran todo un catálogo de cuerpos en tensión, que reproducen el conocido arco de la histeria como síntoma de esta patología que se ve simbólicamente trasladada de género, queriendo inquietar al espectador.
Rosana Antolí (Alcoy, 1981) viene desarrollando a través del dibujo y el vídeo una definida línea de trabajo que recurre a los instintos, a la animalidad del ser humano, como resorte para conectar con nuestros orígenes y volver a un “yo” primitivo que la sociedad ha ido progresivamente constriñendo. “My animal dance” pone en contacto las formas de ser más instintivas, entre las que se encuentran la atracción física y el impulso sexual, en una búsqueda de nosotros mismos alejados de los hábitos civilizados y los buenos modales como síntoma de ruptura con lo establecido.
Fernando Bayona (Linares, 1980) construye cuidadosamente imágenes que podrían ser el fotograma de un film. Sus fotografías van cargadas de referencias literarias que el espectador puede desentrañar o construir un relato propio a partir de las mismas. Su carga estética es sólo una máscara que reserva un alto contenido crítico. “What never was” es una de las tres series que componen el proyecto Hidden cycle, que se nutre de “La divina comedia” de Dante para hacer una libre interpretación de los sistemas autoritarios ocultos tras la idea de estado del bienestar y los resortes opresores del poder.
Los trabajos de Pablo Bellot (Alicante, 1976) son la sucesión coherente de una práctica artística que ha dirigido el foco hacia un aspecto de la realidad que, encontrándose en el epicentro de la civilización occidental, nos remite a los extrarradios de la condición humana. Su proyecto “Caminante” abunda en la idea de precariedad forzada como estado vital que convierte a toda una generación –mas bien a varias- en muertos vivientes, en seres excedentarios sin futuro ni posibilidad de presente (aquí y ahora).
Hélène Duboc (Rouen, 1984) parte del caucho sintético para crear piezas de marcado carácter industrial, tanto por el material empleado como por las referencias a las que alude en su base teórica. Los cambios en la localización mundial de los puntos de producción han generado en nuestro entorno la proliferación de espacios fabriles abandonados, convertidos en templos para la memoria laboral de una época que se ha desvanecido como parte del mismo espejismo que los creó. Su representación y su archivo por parte de la artista contribuye a reforzar la idea de espacios en suspensión.
Ana Esteve (Agres, 1986) recurre al presente y a sus referencias personales más directas para enunciar mediante sus trabajos en vídeo algunas de sus preocupaciones, que son realmente las preocupaciones compartidas por una gran mayoría. “Bad romance”, “Futuro inmediato” y “Olimpiadas” sirven al espectador como toma de contacto con la realidad de un modo directo: el futuro, la incertidumbre, las catástrofes y los conflictos de identidad son los hilos con los que se tejen unas narraciones que no ofrecen la solución pero indican algunas de las encrucijadas del momento.
Cristina Fernández (Alicante, 1974) aborda con su proyecto “Paso de gigantes” la tarea de realizar una cartografía visual de lugares de la geografía española en los que la falta de recursos, o la mala gestión de los mismos, ha conducido al abandono de obras públicas iniciadas. Estructuras de hormigón que han pasado a formar parte del paisaje a partir de su invasión, desbordando el equilibrio previo. Puede que la inconsecuencia y la escasa repercusión de responsabilidades políticas sobre la gestión pública se encuentre en el trasfondo de situaciones como las aquí documentadas.
Chus García-Fraile (Madrid, 1961) con “A matter of faith” toma como punto de partida el cuestionamiento de las ideologías políticas y su paralelismo con las doctrinas religiosas. Para ello interviene lampadarios, introduciendo velas que componen los colores de las banderas de los países del G20. Según indica la artista, una de las concepciones de Feuerbach sobre la religión señala que el hombre crea un Dios ante el cual se subordina. Una relación que es asimilable al capitalismo: el hombre crea el capital y este lo domina.
Cayetano García Navarro (Alicante, 1973) parte de la premisa de no pretender realizar un análisis teórico del paisaje mediante su trabajo fotográfico, sino acercar al espectador a sus propias vivencias y experiencias a través de sus imágenes. “Walking around the nature” muestra espacios naturales idílicos en los que la imagen se ve sometida a una vibración que la desdibuja, a la vez que la acerca a una idea emocional del entorno, alzando ese instante a la categoría de recuerdo palpitante.
Carlos García (Elche, 1978) presenta, tras sus trabajos de graffiti técnico, un proyecto en el que la pintura definitivamente se libera del bastidor y salta del muro. “50.000 gr.” da título a un conjunto de piezas tridimensionales como resultado de la superposición de capas de material en un proceso en el que el tiempo juega su papel. La idea de instantaneidad, de inmediatez, se pone en crisis al enfrentarnos a estas obras, convertidas en alegatos de la consistencia informe que define tantos ejercicios de construcción social y personal urgidos por la fugacidad del tiempo.
Cuando el Senado de la antigua Roma decretaba la Damnatio Memoriae se procedía a eliminar cualquier elemento o inscripción que recordara a él. Olalla Gómez (Madrid, 1982) se apropia de esta referencia y la trae al actual contexto sociopolítico, borrando simbólicamente las imágenes representadas en las monedas de uno y dos euros. En el centro de las mismas introduce frases y pronunciamientos ciudadanos con los que el cuerpo social reclama un lugar central en la economía con una presencia no mediada.
Raúl Hevia (Santander, 1965) ha realizado un particular ejercicio de extroversión, escribiendo día a día un diario personal sobre muros y espacios públicos. “Lost year’s words” convierte el paisaje y el territorio en el soporte sobre el que el autor comparte reflexiones y sentimientos, haciendo que se produzca una relación singular entre ambos que deriva en una relectura del paisaje. El resultado son dípticos de imágenes que se componen de la escritura y el paisaje, como resumen vital de todo un año.
Marla Jacarilla (Alcoy, 1980) mantiene en sus trabajos una especial relación con la creación literaria. “Apropiación de principios” es una pieza en la que a partir de una reflexión del escritor Enrique Vila-Matas acerca de la importancia de las primeras frases de una novela, la artista recopila los 38 libros de ficción que posee para extraer 38 posibles maneras de comenzar una novela. “Aplicar estrategias ajedrecísticas en el campo del arte y esperar a ver qué pasa” es un trabajo en vídeo que plantea algunas cuestiones acerca de la difícil profesionalización del artista emergente.
Claudia Martínez (Catamarca, 1966) lleva a cabo con “Desborde” un ejercicio metafórico de la fragilidad de lo cotidiano. La composición múltiple de las cosas y la levedad del equilibrio que sustenta el orden natural y orgánico son aspectos en los que incide esta maleable instalación que, partiendo de pequeños fragmentos de material alambrado, se expande adaptándose al espacio como un organismo vivo y autónomo. El proceso de trabajo colaborativo de una veintena de personas, para hacer posible su materialización, sirve para resignificar algunos valores comunitarios.
Cuando pensamos en arte recurrimos habitualmente a la imagen de la exposición, pero generalmente se pasa por alto los procesos de investigación y documentación que el artista debe realizar antes de la formalización de la obra. Esa carencia queda igualmente patente en la distribución de recursos económicos, casi siempre destinados a la exhibición, obviando la necesidad de apoyo en las fases previas. Ángel Masip (Alicante, 1977), con su proyecto, genera un contexto propio que introduce la investigación plástica en el espacio expositivo, mostrando un fragmento del desarrollo de la propia práctica investigadora.
Rosell Meseguer (Orihuela, 1976) aborda la temática del espionaje, recuperada del período de la Guerra Fria, que adquiere actualidad a partir del envenenamiento y muerte del espía Litvinenko en Londres o el caso Snowden. “OVNI Archive” es una recopilación realizada por la artista a partir de imágenes, recortes de prensa, documentos, libros y otros materiales que ponen en relación aspectos de la Guerra Fría con características de la actual crisis socioeconómica. Una especie de cinta sin fin en la que el movimiento es una ficción que garantiza que todo cambia para que nada cambie.
Diego Opazo (Santiago de Chile, 1966) engloba bajo el título de “Movimiento natural de los hechos” una serie en desarrollo de vídeos, entre los que se encuentran “Tíber” y “7:59”. Son trabajos que ponen el acento en hechos cotidianos con los que convivimos y que, a fuerza de repetición, nos pasan inadvertidos. Para reforzar formalmente la idea de eterno retorno nos muestra planos fijos en los que el movimiento viene determinado por los agentes naturales y humanos o por la interacción de ambos.
Juanma Pérez (Priego de Córdoba, 1970) apuesta por la arteficción con su “Geografía e historia de un lugar”. Si bien la geografía y la historia se ocupan de definir física y temporalmente la realidad de un lugar, el artista se ha propuesto la creación de un atlas emocional probablemente empujado por la imposibilidad sobrevenida de habitar este espacio y este tiempo. El ser humano dispone de la capacidad de imaginar, de proyectar para hacer posible lo inimaginable y lograr así objetivos con los que otros ni tan siquiera soñaron.
MP & MP Rosado (San Fernando, 1971) parten de una poesía de Walt Whitman para desarrollar su proyecto “Contengo multitudes”. A la vez que nos asemejamos a los otros, que nos disolvemos entre la masa, podemos llegar a entrar en contradicción con nosotros mismos –tal es nuestra naturaleza-, pues en ocasiones somos capaces a abrazar una idea mientras llevamos a la práctica la contraria. Los hermanos Rosado llevan a cabo una exploración del cuerpo y el espacio público desde una experiencia de fragmentación.
Julio Sarramián (Logroño, 1981) busca una nueva visión de la naturaleza a partir de su proyecto “Naturaleza hiper-transfronteriza”. Tomando como base la sencillez con la que el individuo puede acceder a la información y a la tecnología, el artista plantea una reflexión acerca de la forma paradigmática de entender el paisaje y el territorio de un modo transfronterizo. La experiencia virtual que nos garantizan herramientas como Google Earth han modificado nuestra configuración mental del espacio y la distancia.
Las “vídeo-acciones” de Saúl Sellés (Alcoy, 1986) surgen de la investigación alrededor de los estímulos que relacionan el deporte y la competición con los ideales estéticos y el culto al cuerpo, así como el papel entre narcisista y voyeur que cumple el espectador como parte de ese entramado. El propio artista, convertido en ejecutor, desarrolla lo que él denomina un espectáculo de seducción que se acompaña de “partituras de performance”, conformadas por dibujos vectoriales.
Ion Sobera Ochoa de Ocariz (Bilbao, 1977) presenta su serie fotográfica “Viaje a ninguna parte”. Se trata de un trabajo con el que el artista pone en cuestión la constante tutela que, durante tanto tiempo, hemos recibido como individuos pertenecientes a una sociedad y a un determinado modelo social. La irrupción de la crisis en nuestras vidas ha significado la necesidad de revisar esas señales, de ponerlas en cuestión y abordar la necesidad de trazar nuevos caminos desde una lógica de los acontecimientos y las necesidades.
Mirimari Väyrynen (Helsinki, 1976) profundiza en los temas medioambientales para presentar al espectador una problemática global, con causas locales pero efectos que se desplazan sin atender límites ni fronteras. Pinta paisajes de bosque a base de capas que laboriosamente va superponiendo, hasta lograr unas imágenes vibrantes que interpreta como autorretratos. Para sus instalaciones emplea árboles naturales, madera quemada y ceniza, entre otros elementos para activar la conciencia del espectador.
“Estado de conservación” representa la apuesta de Salvi Vivancos (Alicante, 1977) por formatos y técnicas fotográficas y cinematográficas que renuncian al digital para dirigir la atención a los medios para fijar la imagen empleados por los pioneros de los siglos XIX y XX. El resultado son trabajos contemporáneos filmados mediante formas y en soportes desactualizados con los que pretende visibilizar la necesidad de conservar la memoria fílmica. En este caso simula el proceso de deterioro físico de la película.
“(…) El tiempo, ese gran saqueador, nos roba continuamente; pero una cosa es que nos desvalijen a lo grande y envejecer con la conciencia de haber tenido una vida plena, y otra que nos quiten todos los días pellizquitos miserables de cosas que ni siquiera hemos vivido. El infierno de nuestros contemporáneos se llama insipidez. El paraíso que buscan, plenitud. Los hay que viven y los hay que duran” [2]
José Luis Pérez Pont
[1] Paz, Octavio. Tiempo nublado. Seix Barral, Barcelona, 1983.
[2] Bruckner, Pascal. La euforia perpetua. Sobre el deber de ser feliz. Tusquets, Barcelona, 2001.
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