‘Seres fuera de campo’, de Mery Sales
Fundación Chirivella Soriano y Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana
Palau Joan de Valeriola
C / Valeriola, 13. Valencia
Hasta el 4 de octubre de 2020
Domingo 12 de julio de 2020
“Para que tu mano derecha ignore lo que hace la izquierda, habrá que esconderla de la conciencia”, escribió la filósofa y activista social Simone Weil. De las contradicciones humanas, encerradas en esa tensión dialéctica que no se aviene a dóciles equilibrios, sino a arrebatados pulsos entre el bien y el mal, se hace cargo Mery Sales en su exposición ‘Seres fuera de campo’. Exposición en la que, precisamente de la mano de Weil, pero también de Hannah Arendt y María Zambrano, Sales rinde homenaje a tan conspicuas representantes de la filosofía y la poesía, para celebrar el acto creativo como alumbramiento de esas zonas de sombra que nos constituyen a los seres humanos.
Las manos derecha e izquierda a las que se refiere Weil, que bien pudieran ser emanaciones políticas de esas otras derechas e izquierdas históricamente enfrentadas, dan lugar, en la obra de Mery Sales, a una pugna igualmente intensa por hacer aflorar a la superficie del cuadro lo que tiende a ocultarse. “Pretendo que los cuadros gusten, pero que también inquieten”, dice la artista. De ahí que, a renglón seguido, diga: “Hay que atreverse a ver lo que te duele”.
Y lo que duele, a poco que uno se acerque sin temor a la obra de Sales, es constatar la herida, nunca cerrada del todo, de quien siente que la vida siempre nos sobrepasa; que lo real, por excesivo e ininteligible, exige de un gran valor para afrontarlo, cosa que ella hace depositando en la obra ese resto hiriente a modo de huella que conviene rastrear si queremos sentir una experiencia verdadera. Si, como ella misma dice, su obra anterior hurgaba en el mal, en esta ocasión, sin dejar de hacerlo, ha incluido el bien como esa otra fuerza de signo contrario que merece la pena ser acogida. Puestos a correr el riesgo de revelar lo oculto, Sales ha intuido que el bien es una energía, más allá de sus amables componendas morales, dotada de poderes suficientes para contrarrestar el maleficio contrario.
Contrariamente a lo apuntado por la propia Weil, cuando dijo que al luchar contra la angustia uno nunca produce serenidad, Mery Sales se hace cargo de esa angustia inscrita en su obra, amainando la tempestad que bulle en su interior con tenaz determinación creativa. En este sentido, diríase que su impulso creador rompe las amarras de la más fogosa y activista Weil, para encontrar esa serenidad en las más templadas reflexiones de la propia Weil, Arendt y Zambrano. De manera que capitalizando esa angustia primigenia (“allí recibí la marca del esclavo”, dirá Weil cuando trabajó en la fábrica Renault), la fue decantando por efecto del bien en pugna con tanto mal, como vivieron las tres en la primera mitad del bélico siglo XX.
“Desde la más tierna infancia y hasta la tumba hay algo que, a pesar de toda experiencia de los crímenes cometidos, sufridos y observados, espera invenciblemente que se le haga el bien y no el mal. Eso es, ante todo, lo que es sagrado en cualquier ser humano”, dice Weil en un texto recogido por Sales como parte indisoluble de su exposición. ‘Seres fuera de campo’, comisariada por Álvaro de los Ángeles y que reúne en la Fundación Chirivella Soriano alrededor de 50 obras, algunas inéditas ya que fueron pintadas durante el confinamiento, alude a estas tres conspicuas mujeres en el campo de la filosofía y la poesía, para dar cuenta del bien, del mal y de lo sagrado como ámbito último de resistencia.
Una sacralidad que Mery Sales reivindica asociada al “amor mundi” de Hannah Arendt, alejado de ese otro “estigmatizado”, subraya Sales, y mediante el cual la alteridad es objeto de una comprensión que nada tiene que ver con su insulsa justificación. “Comprender no significa justificar lo injustificable, dar razón a lo que nunca puede tener razón, comprender es examinar y soportar conscientemente la carga que nuestro siglo ha colocado sobre nosotros, y no negar su existencia ni someterse mansamente a su peso”, señala Arendt en otra de las citas incluidas en la exposición.
Mery Sales, con “escrupulosa meticulosidad”, como resalta Manuel Chirivella, presidente de la Fundación Chirivella Soriano, va decantando toda esa tensión entre el bien y el mal, que traslada a su pintura siguiendo el rastro de Arendt, Weil y Zambrano, para dejar constancia plástica de lo real, sin que el dolor sugerido por su afloramiento a la conciencia se imponga. “Toda la exposición es un homenaje al pensamiento”, subraya Sales. Un pensamiento que huye del simple esquema comunicativo, en el que alguien emite un mensaje que otro recibe y entiende, para adentrarse en un territorio más vasto del lenguaje, donde las palabras exigen una escucha más atenta.
Pensamiento que, entrañando cierto compromiso, tampoco se adscribe a la cerrazón de las ideologías. Como apunta Chirivella, más que un “arte político enclaustrado en un código retórico que solo reproduce representaciones ideológicas” asumidas por el poder, como dejaron constancia las vanguardias históricas puestas al servicio de los regímenes fascistas y comunistas, la obra de Mery Sales conjuga arte y política. Aúna compromiso, en tanto palabra que se resiste a su lógico acomodo social, “emoción y meditación a un tiempo”. “Pintura en la que pervive el indisoluble maridaje del pensamiento y la plasticidad”, señala el presidente de la Fundación.
El color rojo, que atraviesa la exposición para irse encarnando en diferentes cosas, aparece de forma harto elocuente en el mono de la propia Simone Weil, cuyo atuendo colgado, revelando su ausencia, viene a simbolizar la resistencia del sujeto a perderse en el olvido. De hecho, ‘Seres fuera de campo’ es la constatación de cómo la pintura y la fuerza creativa pueden alcanzar el máximo sentido, allí donde éste se perdería por inanición. Mery Sales lo que hace es transformar la siniestra desaparición, el fondo tenebroso de toda existencia, en lúcida reflexión sobre lo oculto a la conciencia. “La luz como lucidez”, por utilizar una expresión de la propia artista, con la que Sales rinde homenaje al pensamiento de esas tres grandes autoras y, de su mano, a la fragilidad del ser doliente. Atrévanse, ahora de la mano de Mery Sales, a sentir ese dolor gozoso que encierra su intensa plástica.
Salva Torres
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