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‘Horizon: An American Saga -Chapter 1’, de Kevin Costner
Reparto: Kevin Costner, Sienna Miller, Sam Worthington, Jena Malone, Abbey Lee, Michael Rooker,
Danny Huston, Luke Wilson, Isabelle Fuhrman
Guion: Jon Baird, Kevin Costner
Estados Unidos, 2024, 181 min.
No han sido pocos los actores que, a lo largo de la historia del cine, han dado el paso a la dirección de películas. Algunos lo hicieron con notable éxito, llegando incluso a eclipsar su carrera como intérpretes, caso del siempre mencionado Clint Eastwood. Otros llevaron carreras irregulares, como el británico Kenneth Branagh, y hubo quienes fueron de tropiezo en tropiezo, como fue el nombre que nos ocupa.
Como todo el mundo sabe, la carrera cinematográfica de Kevin Costner toca su techo a caballo entre las décadas de los 80 y los 90. Tras unos principios modestos, títulos como ‘Silverado’, ‘Los intocables de Eliot Ness’, ‘Campos de sueños’, ‘JFK’, ‘Robin Hood: príncipe de los ladrones’, y sobre todo las famosas ‘El guardaespaldas’ o ‘Un mundo perfecto’, lo llevaron al olimpo del estrellato.
Fue sin duda este estado de gracia dentro de la industria lo que le permitió abordar proyectos más arriesgados y personales. Costner daba el salto a lo grande. ‘Bailando con lobos’, su primera película como director, iba a ser un prometedor espaldarazo.
Dos años antes de ‘Sin perdón’ (Clint Eastwood, 1992), Costner recuperaba el género del western con un trabajo de corte clásico de una factura impecable con el que iba a conquistar la taquilla mundial.
El secreto del éxito descansaba en su propia participación ocupando el papel protagonista, pero, sobre todo, un guion sin fisuras que aunaba un relato potente y emotivo con un discurso que, ya entonces, abordaba de manera muy crítica la historia de la fundación de su país.
En la cinta, Costner interpretaba a John J. Dunbar, un soldado renegado del ejército que ocupaba un lejano puesto fronterizo. Solo, abandonado por sus superiores, John tomaba contacto con las tribus indígenas locales, estableciendo una relación de amistad de trágicas consecuencias.
Pero, para sorpresa de muchos, todo lo que parecía haber logrado con esta primera tentativa, iba a deshacerse en sus siguientes intervenciones tras la cámara. Aunando ya labores de productor y director, Costner abordaría proyectos cada vez más grandes.
Monstruos filmados, como sus infantiles aproximaciones al género de ciencia ficción ‘Waterworld’ o ‘Postman, el mensajero del futuro’, nos irían descubriendo a un creador que iba a confundir presupuesto con calidad artística (‘Waterworld’ sería la película más cara de la historia en ese momento).
El progresivo batacazo en la taquilla, de estas y otras aventuras, harían que fuera perdiendo esa posición ganada en las décadas anteriores. Su último intento de dirigir una película sería la tibia ‘Open Range’, otro western crepuscular que, pese a ciertos valores, no llegaría a coger el pulso creativo ni de taquilla de ‘Bailando con lobos’. Y, así, su figura se iría apagando.
No sería hasta veinte años después que no lo intentaría de nuevo. Aupado por el éxito de la serie ‘Yellowstone’, de la que también es productor, Kevin Costner vuelve a ponerse detrás de la cámara para realizar otra cinta del género que lo vio crecer.
Conviene empezar explicando que ‘Horizon: An American Saga’, su última producción, es la primera parte de una trilogía, lo que dificulta un poco poder extraer algunas conclusiones sobre el resultado final, al no encontrarnos en disposición de valorar todo el trabajo en su conjunto.
En el momento en que redacto esta crónica, la segunda parte está ya proyectada para estrenarse el próximo mes de agosto, y de la tercera no se conocen todavía los planes de producción, a falta de completar la financiación del proyecto. A pesar de esto, sí podemos anticipar algunos problemas que, pensamos, atesora.
Por lo que se ve en esta primera entrega, con ‘Horizon’ Costner nos propone una gran saga cinematográfica (‘an american saga’, tal y como reza el subtítulo) que gira sobre ese proceso que supuso lo que se ha conocido popularmente como la Conquista del Oeste. Para ello, hilvana un tapiz de relatos que le sirven de espejo para cubrir los distintos aspectos que, se supone, lo caracterizaron.
En la primera de estas historias, un campamento de colonos es atacado por una partida de indios hasta su completa aniquilación. A este relato, le sigue el del propio personaje interpretado por Costner, un vaquero que se gana la vida de trabajo en trabajo hasta que tropieza con los perversos intereses de una familia de forajidos que lo perseguirá para consumar la venganza de la muerte de uno de ellos.
Mientras todo esto sucede, una caravana de carros recorre el territorio con destino a las nuevas tierras, perseguidos por todo tipo de peligros representados, por un lado, por una nueva amenaza de los indios y, por otro, por la propia convivencia entre los mismos colonos. Estos asuntos, tropezarán en algún momento con la vida de un puesto del ejército en el que se han refugiado dos de las supervivientes del incendio de la primera de las historias.
Es precisamente en esa ambición de Costner de realizar un gran collage histórico donde encontramos los primeros problemas de esta ambiciosa y costosísima producción. Y hay que decir que, por momentos, parece que va a lograr su objetivo.
Uno quiere dejarse llevar por esta gran travesía, a la manera de las grandes novelas río, que nos propone, pero las decisiones dramáticas escogidas nos sacan de inmediato de la pantalla.
Si con ‘Bailando con lobos’, Costner lograba describirnos un punto de vista diferente sobre la vida en el oeste, aquí, más que un relato, lo que hace es unir una serie de situaciones o viñetas aisladas sin relación causal ni argumental que las justifique y las relacione entre sí.
No hay en ‘Horizon’ algo parecido a una trama o argumento. Solo hay sucesos. Pero es que, además, estos están tan cargados de estereotipos del género que lastran sobre la película una extraña sensación de algo visto mil veces.
Tenemos a los indios que asaltan a los colonos. Tenemos a los colonos que viajan en sus carrozas. Tenemos a los forajidos de gatillo fácil, un pueblo destartalado y sin ley, un solitario aventurero, etc. Todo en ‘Horizon’ nos resulta familiar, una nueva recreación de lo de siempre.
Y si Costner y su coguionista, Jon Baird, se hubieran propuesto retorcer estas situaciones para darnos un giro imprevisto, lo habríamos disculpado, pero no es el caso. Todo ello, hace que lo mostrado en pantalla resulte reiterativo, previsible y, finalmente, aburrido.
Pero este no es el mayor de los problemas. En el mejor de los casos, podríamos entender que esta primera parte de ‘Horizon’ iba a servir de introducción a ese gran mapa coral que Costner y Baird quieren orquestar en las siguientes entregas.
El problema es que las historias están tan mal presentadas que, con frecuencia, el espectador no entiende qué hacen los personajes, qué motiva lo que hacen y, en los casos más intrincados, duda incluso de quién es quién.
De esta forma, en uno de los pasajes más confusos de la película, tras el asesinato de los colonos, se nos presenta a un grupo de hombres que, por razones no del todo bien expuestas, organizan una partida para “cazar” a los indios. Pero bien por la caracterización de los personajes, bien porque está mal planteado, no entendemos de dónde vienen.
¿Son colonos supervivientes? ¿Son simples cazadores de cabelleras? En tal caso, ¿de dónde han salido? Costner y Baird van soltando información de manera tan desordenada y caprichosa que cuesta seguir algunas de sus supuestas líneas argumentales. Es como ver una serie de fotos en movimiento, pero no hay aquí un verdadero desarrollo dramático.
Allí tenemos a unos indios, allí una familia de forajidos, aquí a un coronel del ejército, y así con un larguísimo etcétera. Pero, aparte de las lógicas reacciones asociadas a ciertos clichés, no hay en su devenir un objetivo claro. Los indios matan colonos, los forajidos comenten delitos, y los militares hacen su parte para imponer algo de ley, pero, ¿hace eso una historia?
Esta manera de operar, trastoca el efecto emocional al que Costner nos quiere conducir en algunas secuencias. Otro ejemplo. En otro momento de la película, una partida de soldados abandona el fuerte en el que están acuartelados y marchan hacia la guerra.
En uno de los instantes más cursis de la cinta, Elizabeth, la niña que, junto a su madre, sobrevivió al ataque de los indios, entrega a una pareja de soldados unas flores que ha sacado del bordado de una colcha.
Se supone que la escena es emotiva (las flores como representación de la esperanza). El problema es que, aunque entendemos la situación (alguien se va a la batalla, con altas posibilidades de morir) hasta ese momento nadie nos había hablado de guerra alguna, ni sabemos quiénes son esos dos hombres más allá de una escena anodina sin ninguna trascendencia.
Sobre base tan endeble, Costner quiere tocarnos el tuétano sentimental, pero nuestra relación con los personajes es tan vaga que es imposible que empaticemos con sus dilemas.
Pero, con todo esto, el siguiente problema que nos surge es, ¿cómo hace uno para rellenar con esas situaciones tipo las tres horas de metraje que dura esta película? La solución pasa por estirar esas situaciones planteadas hasta lo dramáticamente insostenible.
Así, vemos a los personajes yendo y volviendo sobre pequeños conflictos que nunca se acaban de resolver, pero que tampoco avanzan hacia ningún sitio, ni vislumbramos cuál puede ser el desarrollo futuro más allá de lo ya planteado.
Hayes, el personaje de Costner, se tropieza por casualidad con el perverso Hughe, uno de los forajidos. En este momento de la cinta, los dos hombres no se conocen, lo que hace que lo que va a suceder carezca de justificación. A pesar de eso, desde el primer momento, sabemos cómo va a terminar una escena que, tratando de crear una supuesta tensión, estira de manera impostada.
Todo se resuelve de manera azarosa y caprichosa. En ‘Horizon’, los personajes no son tales, son caricaturas que deambulan por la pantalla sin otra razón de ser que comportarse como tales arquetipos. Pero no tienen fondo.
Y lo mismo sucede con la propia historia. Si en ‘Bailando con lobos’ nos encontrábamos a un hombre solitario que huía de un sistema cruel, el gobierno de Estados Unidos, al que finalmente se enfrentaba (para fracasar), aquí las razones que mueven a estos hombres y mujeres son tan confusas que con frecuencia podemos colocarlos en posiciones diametralmente opuestas al discurso que la cinta parece defender en un momento posterior.
Y si, con ello, Costner quisiera mostrarnos distintos matices de ese gran conflicto que parece que quiere ilustrar, no habría inconveniente. Sería incluso de agradecer que se colocara por encima de ciertos debates contemporáneos.
Pero el suyo es un acercamiento que, más que fluir, divaga, anegado por el deseo de sorprender al espectador con escenas abrumadoras, pero olvidando imponer una línea clara en su desarrollo. Su mirada no es compleja, es simplemente, confusa.
Tampoco sirve de ayuda el aplastante empleo de la música, único recurso de unión entre este conjunto de viñetas. Una partitura omnipresente que ni sirve como enlace entre escenas ni potencia simbólicamente cada momento que cubre, y más que otra cosa acaba por saturar al espectador.
No parece desventurado afirmar que Costner ha querido llevar a la pantalla, voluntaria o accidentalmente, las formas narrativas de las actuales series televisivas. Con esto no queremos decir que, trasladado este proyecto a la pequeña pantalla, hubiera mejorado el resultado (hasta este momento).
Pero allí donde el espectador televisivo habría sido más tolerante con ciertas prórrogas argumentales, gracias a una fragmentación más llevadera por capítulos de esta historia, demorando el desarrollo a una temporada posterior, en el cine, al ponerlo todo junto, resulta plomizo.
Hay que reconocer que Costner logra imágenes de gran valor visual. De alguna manera, ‘Horizon’ demuestra que los géneros siguen tan vivos como siempre. Pero este trabajo de puesta en escena queda deslucido por un guion apagado, trufado de una retórica maniquea, ambigua en sus planteamientos ideológicos y en el dibujo psicológico de sus personajes.
Uno tiene ganas de entregarse a esta producción, de vivir con ellos esa gran aventura que queda esbozada en la pantalla, pero caemos descolgados ante un relato tan vago y, por momentos, pueril.
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