#MAKMAEntrevistas | Ibon Cormenzana (cineasta)
‘Culpa’
Con Manuela Vellés
78′, España | Luna 3, Mundo Cero y No Tan Chalados, 2022
Estreno en Filmin: viernes 13 de mayo
‘La cima’
Con Javier Rey y Patricia López Arnaiz
85′, coproducción España-Francia | Arcadia Motion Pictures, Aixerrota Films, Dorothy Films, Noodles Production y Lazona Producciones, 2022
«Hay momentos en que toda la ansiedad y el esfuerzo acumulados se sosiegan en la infinita indolencia y reposo de la naturaleza», orientaba, a modo de trascendentalismo práctico, el celebrado autor Henry David Thoreau.
Sin embargo, la naturaleza en sí misma carece de aquellos elementos prosopopéyicos que los individuos atribuimos a su condición más primigenia, portando siempre con nosotros las muy diversas aflicciones que hacer convulsionar en su indómito contexto.
Aventurarse por su morfología espontánea no siempre responde a semejantes motivos, sino a una asimétrica impedimenta emocional sobrevenida por las tribulaciones germinadas sobre otro tipo de pavimentos (des)afectivos.
La naturaleza puede eclosionar como reto, a modo de pétrea promesa con la que resarcirse de un quebranto (‘La cima’), o transmutar en valva en la que cobijarse de cuanto se ha necesitado dejar atrás (‘Culpa’). Dos singularísimos filmes con los que el cineasta Ibon Cormenzana (Bilbao, 1972) protagoniza la primavera de estrenos de la cartelera española.
Por un lado, ‘La cima’ -cuya première tuvo lugar durante la pasada edición del Festival de Málaga e irrumpió en salas a finales de marzo- asciende hacia la cumbre del Annapurna de la mano de Mateo (Javier Rey) e Ione (Patricia López Arnaiz), dos montañeros impelidos a auxiliarse frente a sus respectivas y antitéticas adversidades existenciales con las que Cormenzana edifica un proyecto tan verosímil y sugestivo como insólito por estos predios.
Por su parte, ‘Culpa‘, que recala en exclusiva en Filmin tras su reciente debut en pantalla grande, gravita su túrbida diégesis en torno de la descarnada interpretación de Manuela Vellés (igualmente, coautora del guion), quien permuta en Anna, una joven que, tras sufrir una violación a manos de un amigo de su pareja, huye hacia una cabaña de los Pirineos en la que dar refugio a su gestante dolor.
Una persona que se siente culpable, se convierte en su propio verdugo”, advertía Séneca. ¿Sería plausible hacer descansar esta reflexión en la deriva sicológica de Anna?
El sentimiento de culpa es muy común en las víctimas de abuso. A Anna, en la película, la culpa le aísla en esa cabaña, metáfora de sí misma, impidiéndole compartirlo con su entorno más cercano. Pero el verdugo, claramente en la película, sería el agresor. Donde deberíamos poner el foco y reflexionar acerca de lo que ha supuesto para él y lo que supone para la víctima.
‘Culpa’ se rueda en una marco aislado y agreste, con un equipo reducido y familiar, cruzando todas las fronteras posibles entre la vida personal y la profesional, encaminados hacia la culminación de un proyecto semánticamente duro y hostil. ¿Cabe pensar en que esta era, a la postre, la más fértil combinación de factores para materializar la película?
No podemos obviar que el guion fue escrito en época de confinamiento, en la que nos encontrábamos encerrados en nuestro piso, con ganas de salir y de ver horizonte. Para mí la naturaleza siempre ha significado un método de cura, un medio sanador en lo espiritual. Creo que sentíamos una gran necesidad de crear y de que nuestro encierro sirviera para algo.
El filme se encuentra vertebrado por diversos elementos metafóricos: desde la cabaña embrionaria hasta la relación más primaria posible con la supervivencia entre un cordero recién nacido y la maternidad repelida por la oveja que lo ha engendrado.
Todo lo que tiene que ver con la naturaleza y lo animal lo íbamos encontrando. Era la ventaja de rodar libremente a lo largo de varios meses. Vimos el paisaje cambiar de estación, de verano a invierno, hasta culminar en una tremenda nevada. Y con los animales fue una idea desde guion, pero fue cambiando según nos lo íbamos encontrando. Queríamos rodar el parto de una vaca y nos encontramos con un cordero recién nacido al que rechazaba su madre porque había sufrido en el parto. Todo eso fue magia para la película.
Manuela Vellés ha manifestado en diversas entrevistas que se encontraba preparada para afrontar este papel, trabajando física y emocionalmente con su cuerpo durante el desarrollo de su segundo embarazo. ¿De qué modo te ha afectado, en tanto que corresponsable en todos los aspectos?
Lo hemos vivido de la misma forma, como un reto y una gran oportunidad para crear juntos. En absoluto lo vivimos personalmente con el tono que cuenta la película. Justamente por estar viviendo un momento fuerte, estable y de mucho amor, pudimos prestarnos a hacer esta película.
‘Culpa’ y ‘La cima’ comparten un trayecto de túrbida comunicación con cuanto habita en el pasado de sus personajes. Sin embargo, ¿sería plausible deducir que el Annapurna de la ‘La cima’ responde más a un inquirimiento personal que a una huida?
La huida y el inquirimiento personal, a veces, van de la mano. Y, a veces, empiezas en una para acabar en lo otro o viceversa.
La montaña, ineludiblemente adversa cuando se revela en reto, orienta las aspiraciones de Ione y Mateo, quienes convergen sus antagónicas cuitas a través de los descensos vitales de todas las cumbres posibles. ¿Cabe encontrar un personaje tan rotundamente simbólico como un ochomil para alumbrar una historia de naturaleza universal?
Los ochomiles, y en especial el K2 y el Annapurna, creo que reflejan la gran aventura para conseguir la unión máxima con la naturaleza. A escala más de alpinistas amateurs o gente de a pie, subir un Aneto puede significar en escala de esas personas, la misma aventura.
¿Cuánto le debe ‘La cima’ a ‘Kilian Jornet: Path to Everest’ (2017), película documental con la que rubricar la doble hazaña del excelso alpinista catalán en Himalaya y de la que fuiste coproductor junto a Ignasi Estapé y Jordi Lorenzo?
‘La Cima’ existe no tanto por ‘Path to Everest’, que también, sino porque un día de enero de 2013 un amigo me habló de Kilian, a quien yo no conocía. Investigué por Internet y descubrí a través de Kilian un mundo nuevo para mí. Más allá de las locas carreras de montaña de ultradistancia y el esquí de montaña, el esforzarse por conseguir retos imposibles, el compañerismo, la belleza de la naturaleza, el juego, entender la simplicidad de la vida, etc., etc., etc. Me metí de lleno en ese mundo y ‘La Cima’ viene a ser un homenaje a lo visto, leído y experimentado a través de todos estos años.
La alpinista y pionera sobre los 14 ochomiles Edurne Pasabán confesaba, durante una entrevista con motivo de la publicación ‘Mujeres Exploradoras’ (VVKids, 2019), que “la montaña es una gran escuela, me ha enseñado a ser humilde, a valorar las cosas que tenemos, a tener tesón, a no tirar la toalla y sobre todo a respetar a las personas y a la naturaleza”. ¿Qué grado de referencia debía ser la figura de Pasaban para Patricia López Arnaiz en su proceso de construcción del personaje de Ione?
Para Patricia, Edurne Pasabán fue un claro referente. Leyó libros que le recomendé y descubrió de otras y otros alpinistas que habían explicado diferentes aventuras y desgracias en los ochomiles, pero desde luego que Edurne, junto a Jordi Toses, quien asesoró a Patricia y a Javier, fueron dos referentes importantes.
‘La cima’, amén de su deriva diegética, debe recibirse como un filme insólito en sus presentiones y complejidades formales y técnicas, cuando menos en la industria audiovisual española. ¿Cómo hubo evolucionado el proceso de transmutar tu argumento original y el guion de Nerea Castro en realidad fílmica?
Para mí, cada plano conseguido con nieve y ventisca era una bendición para la película. Y la integración de todo en postproducción y efectos digitales también fue una experiencia chula de hacer y ver convertirse en realidad.
El rodaje de ‘La Cima’ ha sido un ochomil para nosotros, del cual hemos sacado experiencias difíciles, aprendizajes y experiencias maravillosas. Gran parte del equipo era la primera vez que rodaba en estas condiciones, por lo que ya representaba una experiencia vital y dificultad añadida.
Sufrimos la [borrasca] Filomena, una tormenta de arena del Sahara que no tenía Cerler desde hacía años, gran parte de los días rodando a menos de -15 grados y con ventiscas varios días, covid en el equipo que obligó a detener el rodaje, cambio de última hora de rodar escenas de acción en los Alpes para tener que adaptarlas al Pirineo, ver el parto de mi hija en streaming por estar confinado en Benasque…
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