SuperBollo

#MAKMAArte
‘SuperBollo contra el Código Binario’
Irene Sala i Brotons y Áles Torres Olmos (Parole de Queer)
Ilustración: María Martínez (Galletamaría)
Kaótica Libros, 2024

El tiempo de los superhéroes fornidos ha terminado. Ahora nos protege SuperBollo y su comando queer. Irene Sala i Brotons y Áles Torres Olmos, bajo el nombre de Parole de Queer, le dieron vida a esta superheroína, en 2020, con el primer volumen de la saga, ‘SuperBollo contra la L.E.F.A.’. Ahora es ‘contra el Código Binario’ que luchan nuestras monstruas, bajo el sello de Kaótica Libros. Para este segundo volumen se une al equipo Galletamaria (o María Martínez), ilustradora de esta utopía.

Esta historia se sitúa en La Peora, un barrio autogestionado, tortillero y antiespecista donde la máxima es gozar. Korki Kent, Bollis Bane, W.I.T.C.H. y Dela Ziga Volcano (cameo de la escritora Itziar Ziga) trabajan en la redacción de la revista Hormonas Liberadas y, cuando no trabajan, se la pasan en el Bar O.R.G.I.A.

En los márgenes de La Peora, con sus experimentos, está el Orá-culo Pol B. T., cameo del filósofo Paul B. Preciado. Un paraíso de disidentes. Pero la armonía del lugar se verá interrumpida por la expansión del Código Binario. Korki Kent tendrá que sacar su identidad secreta de superheroína y, sumando las fuerzas del resto de compañeres, combatir al patriarcado.

La principal arma del Código Binario son los normalizadores, unas máquinas de mutación genética que transforman a los individuos en autómatas hipernormativos que refuerzan los roles de género. Esto nos recuerda a los conceptos de biopolítica y de biopoder de Foucault. ¿De qué manera el binarismo de género reprime a los seres humanos?

Irene Sala i Brotons (ISB): El cómic gravita, en parte, en torno a un artículo de Paul [B.] Preciado, ‘Después del libro, imprimamos la carne’, que nos habla de pruebas con impresoras 3D para generar órganos humanos. Todavía es muy sci-fi, pero antes de que se lo apropie el código binario, preferimos apropiárnoslo las monstruas.

Áles Torres Olmos (ATO): Desde que nacemos nos adoctrinan en el binarismo, y es de los poderes más fuertes que existen.

(ISB): SuperBollo siempre lucha contra el patriarcado. En el primer cómic era contra la L.E.F.A. (Liga Exterminadora de Feminazis Antisistema). En este segundo volumen, el villano es el Código Binario, basándonos en otra teórica queer, Monique Wittig, y su libro ‘El pensamiento heterosexual’.

En este libro, nos dice que la heterosexualidad no es una práctica sexual ni un deseo, es un régimen normativo donde nos introducimos todes y se rige por el pensamiento binario. Hombre-mujer, gay-hetero, blanco-negro, animal-humano; siempre hay uno por encima del otro.

Con este SuperBollo queríamos hablar de este binarismo que nos atraviesa y nos convierte en hombres y mujeres sin serlo. El binarismo es una ficción normativa que nos mete en una cárcel de roles.

Hacia el final del cómic aparece una reapropiación de estas maquinarias del biopoder. ¿Cómo es esa utopía?

(ATO): Las tecnologías, depende de quién las use, se pueden convertir en una distopía, como estamos acostumbrades a ver en la ciencia ficción, o, realmente, podemos cambiar el mundo y hacer una utopía que nos haga a todes libres, a animales humanos y no humanos. Por qué no apropiarnos de esas inteligencias artificiales para hacernos mejores y acabar con este sistema binario.

(ISB): Las máquinas, cuando las toma el Código Binario, vuelven a convertirnos en hombres y mujeres y, sin embargo, las buenas manos, las de las monstruas, las pueden convertir en cosas muy divertidas.

(ATO): Además, yo creo que lo natural no existe, creo más en lo artificial. Somos artificio y somos construcción. Podemos construir otras realidades que nos sean cómodas, tener las máquinas a nuestro servicio y poder estar de ocio.

La Peora es un espacio de libertad y de resistencia autogestionado, el sueño de muches. ¿Qué tiene de ficción y qué de realidad La Peora?

(ATO): Nosotras nos hemos divertido mucho en esta vida y muchas cosas se han hecho de fiesta. La Peora se imaginó un día de fiesta. Lo planteamos como un barrio que recogía todas nuestras necesidades como disidentes y era nuestro espacio seguro.

(ISB): Yo creo que lo queer es un mundo que parece lejano, pero que ya está aquí. Muchas hemos vivido ese mundo. Yo he vivido en La Peora. La Barcelona del 2000 era La Peora. Pero nos ha faltado la conexión con los animales no humanos. Una pequeña crítica que le hago al movimiento transmaricabollo es que, hasta que los animales no humanos sean compañeres de vida y no mercancía, no se puede considerar queer.

María Martínez (MM): La Peora es real porque está construida en base a lo que nosotres hemos vivido y lo que hemos podido imaginar. Gráficamente, la construí cogiendo trocitos de muchos sitios donde había estado. Quizá no existe completamente, pero sí que tiene muchos fragmentos unidos. Quizá eso es lo que tiene de ficción, que lo tiene todo. Pero es un conglomerado de vivencias.

Cubierta de ‘SuperBollo contra el Código Binario’, de Parole de Queer.

¿Cómo ha sido el proceso de ilustrar y darle cuerpo a todas las personalidades que aparecen en el cómic?

(MM): Ha sido un proceso muy largo. Quisimos huir de un estilo muy realista. Me parecía más divertido jugar con lo simbólico y dejar ese espacio para que cada une pueda imaginar lo que quiera ver dentro de La Peora.

(ATO): Casi todas las semanas nos reuníamos y veíamos la evolución del cómic. A este volumen le tengo mucho cariño porque lo he visto crecer. Han sido cuatro años desde que escribimos el guion hasta que ha salido.

El primer volumen fue un trabajo más colaborativo, con ilustraciones de once artistas diferentes que volcaban su mirada sobre SuperBollo. Para este volumen, el equipo está más concentrado. ¿Qué diferencias habéis encontrado en el proceso creativo? ¿Por qué esta decisión?

(ATO): Cuando hicimos el primer SuperBollo no teníamos trayectoria y todo eran negativas. Cayó en manos Carla Gallén y propuso dividirlo en capítulos y que lo hiciesen varias artistas. Nos gustó cómo funcionaba, pero nuestro sueño siempre fue que SuperBollo tuviera un solo diseño. Al tener el primer cómic ya publicado, nos fue más fácil conseguir una ilustradora. María leyó el libro, le gustó mucho y aceptó la propuesta.

Iniciáis vuestras andaduras como Parole de Queer en 2009, unos años antes de que se popularizase el término queer y todo lo que lo envuelve. Entiendo que era un mundo mucho más underground de lo que es ahora mismo. ¿Qué diferencias encontráis entre la movida queer de hace quince años y el presente?

(ISB): La movida queer nos pilló en los 2000.

(ATO): La primera revista de Parole de Queer la sacamos en 2009, pero la queerupción fue en 2002.

(ISB): La movida eclosionó en Barcelona. Vino Paul [B.] Preciado a dar unas charlas en el CCCB y trajo a Judith Butler, a Donna Haraway y otras teóricas. Allí sobrevivíamos una manada de personas muy jóvenes que no teníamos idea de nada y, de repente, éramos muy disidentes sexoafectivas.

Todo ese movimiento devino en colectivos. Hubo una eclosión muy fuerte con muchos grupos activistas. Ahora sigue habiendo gente que hace activismo queer y, de hecho, se ha masificado, pero se está perdiendo la radicalidad.

(ATO): Yo creo que no. Entonces, cuando se hablaba de lo queer no se hablaba de lo no-binario y, ahora, hay mucha gente no-binaria. Hay una parte LGBT que se ha institucionalizado y se ha normalizado, pero sigue existiendo un sedimento de gente disidente. Yo creo que sigue habiendo una lucha potente. Se habla de discapacidad, de antiespecismo. Ahora lo que tiene el queer es que empieza a mezclarse, es más transversal.

(MM): Yo no viví esa época, mi viaje ha sido muy diferente. Cuando Áles e Irene me hablaban de lo que habían vivido, a mí me chocaba mucho, me parecía mucho más radical que lo que hay ahora.

Noto que se ha perdido un poco la fuerza. Si esto estaba pasando hace veinte años, ¿cómo no ha evolucionado más?. Ahora se habla sobre interseccionalidad, pero aun así creo que se está caminando muy despacio.

‘Hormonas liberadas’, de Irene Sala i Brotons y Áles Torres Olmos.

(ATO): El movimiento queer es muy revolucionario y el poder intenta absorber algunas manifestaciones para amortiguar el golpe. Sí que se ha avanzado, pero el poder lo ha asimilado.

(ISB): Hace quince años se hacían eventos queer con muchos grupos activistas y el discurso era muy radical. Ahora se les añade la etiqueta queer a muchas cosas que no lo son porque siguen lógicas patriarcales y capitalistas.

(ATO): En Barcelona y en Madrid ha habido mucha represión que ha hecho que se acabe con muchos espacios queer.

(ISB): Lo institucional apostó por lo queer con agentes como Paul [B.] Preciado, pero, en un punto, la institución dejó de financiar estas actividades. Luego, ha habido un proceso de gentrificación muy fuerte en las ciudades.

Las parias que creamos un tejido en Barcelona nos hemos tenido que exiliar. Eso hace que no se pueda hacer red. Los alquileres altísimos disgregan a las disidencias de las ciudades y no se puede crear tejido.

SuperBollo no es un cómic fácil de asimilar. Dentro de esa imagen tan tierna hay un guion divertido pero provocador, llevado al extremo. ¿Cómo imagináis el impacto de SuperBollo en les lectores? ¿Qué pensáis que puede despertar?

(ATO): Yo hago estas cosas para cambiar el mundo. No creo que solo haya que hacer una crítica, sino que hay que imaginar y crear nuevos mundos. Yo tengo un afán totalmente adoctrinador con Parole de Queer.

No me da vergüenza decirlo. A mí me han adoctrinado y yo quiero adoctrinar porque creo que mi mundo es mejor que el que hay. Espero que el impacto sea grande y que se llegue a un mundo libre.

(ISB): Este SuperBollo es la teoría queer hecha cómic o hecha fantasía. Hemos leído muchos libros y echamos de menos la ficción, otros mundos. Este SuperBollo es aquello que me habría gustado leer. Me gusta que me haga reír y que sea panfletario. Como dice Áles, somos adoctrinadoras. Queremos que el mundo vea nuestras ideas.

(MM): Yo me imaginaba a mí como lectora. En el libro no paran de suceder cosas, es puro dinamismo. Yo estaba preocupada porque fuera demasiado, una metralleta de acontecimientos, cada cual más loco. Dibujaba con la intención de divertir y de plasmar un mundo que a mí me hace ilusión. Mi manera de conectar con las lectoras es caminar hacia lenguajes que aún no se han construido.

(ISB): Aparte de denunciar al patriarcado, tenemos que construir un nuevo mundo, un mundo que termine bien, que sea positivo. SuperBollo es una declaración de intenciones de que nuestros saberes y herramientas como transfeministas es lo que nos salvará.

¿Contra quién más le queda por luchar a Super Bollo?

(ATO): La lucha de SuperBollo sigue, porque ya están aquí los malos. Nunca se fueron, pero al menos se camuflaban. Ahora se han quitado el disfraz.

(ISB): La saga va a continuar. Ya tenemos escrito el volumen 3, pero aún tenemos que hablar sobre cómo lo vamos a plantear. Tenemos que conseguir dinero. Y en el tercer SuperBollo no va a luchar, sino que va a captar adeptas a la causa.

Parole de Queer
Irene Sala i Brotons y Áles Torres Olmos (Parole de Queer) y María Martínez (Galletamaria), firmando ejemplares del cómic (SuperBollo). Foto: Estrella Jover.