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Exposición: ’¿Quienes seremos?’ de Isabel Oliver
Comisariado: Joan Feliu Franch y Rosalía Torrent
Producción: Museu d’Art Contemporani Vicente Aguilera Cerni, Diputació de Castelló, Ajuntament de Vilafamés, Institut Universitari d’Estudis Feministes i de Gènere Purificación Escribano de la Universitat Jaume I
Museu d’Art Contemporani Vicente Aguilera Cerni
Diputación, 20, Vilafamés (Castellón)
Inauguración el sábado 25 de noviembre de 2023 a las 12:30h

La pintora Isabel Oliver inaugurará el próximo sábado 25 de noviembre a las 12:30h su última exposición en el Museu d’Art Contemporani Vicente Aguilera Cerni de Vilafamés. En ella encontraremos dos obras presentes en la colección del museo, que ella misma ayudó a fundar, además de trece obras nuevas pertenecientes a diversas series a las que ha dado continuidad recientemente.

Aunque su trayectoria se extiende a a lo largo de varias décadas y ha sido siempre una artista fundamental del territorio valenciano, Oliver ha desarrollado su práctica profesional con cierta discreción hasta que en 2015 la TATE Modern de Londres le pidió mostrar unos lienzos en la exposición ‘The World Goes Pop’ comisariada por Jessica Morgan y Flavia Frigeri. Dos años más tarde, el Museo Reina Sofía compró ‘Reunión feliz’ y algunas obras de la serie ‘De profesión sus labores’.

Retirada de su carrera académica y docente, la artista sigue produciendo, quizá más que nunca. Nos atiende en su estudio del barrio de Ayora, desde donde pinta con independencia de la mayor o menor atención de las instituciones o del mercado del arte. Una prueba del compromiso insondable que mantiene con su oficio.

Isabel, tienes una obra muy consolidada pero sigues completamente en activo. Hay muchas obras recientes en esta nueva exposición. En esta etapa, ¿qué es lo que te mueve? ¿Qué es lo que te hace coger el pincel?

Yo empecé en el año 70-71 que es cuando acabé la carrera. Ha habido interrupciones porque soy catedrática de pintura, he tenido que hacer oposiciones, mi tesis doctoral… Y todo eso frena la producción artística, porque lo que no se puede es hacer todo: criar hijos, dar clase, hacer oposiciones… Entonces me jubilé antes precisamente para disponer de tiempo para mí, venirme al estudio y poder hacer lo que yo quería: ser pintora. Nada más que pintora, sólo quiero ser pintora.

S/T, 1990, de Isabel Oliver, en la colección del MACVAC. Foto cortesía del museo.

En esas etapas anteriores yo hacía bocetos que no podía llevar a la práctica porque no tenía tiempo. Ahora he echado mano de todo aquello para ponerme a trabajar otra vez. Entonces hay obras que dato con la fecha del boceto, que igual es de los años 70, y del año de realización que puede ser de 2020. Yo trabajo por series y tengo abiertas varias de ellas: ‘Serie de la mujer’, ‘Serie del juego’, ‘Paseos por el museo’… y las llevo todas a la vez.

Estilísticamente son muy distintas, porque yo empiezo a pintar pop, porque era lo que a mí me atraía. Pero hace mucho que dejé de creer en los estilos, creo que cada cuadro tiene su estilo. El estilo es una forma de hacer que tiene que aclarar lo que tú quieres contar. En una serie como ‘Paseos por el museo’ quiero imitar a Rembrandt y a Tiziano y a todos los grandes maestros con unos cuadros y una ejecución estilística que no es la suya. Me meto en su terreno, pinto como ellos y desmonto sus cuadros teóricamente.

El historiador del arte Pascual Patuel dice que en nuestro país el pop art se mezcla con el realismo social, especialmente en Valencia. ¿Estás de acuerdo?

Claro, yo parto de ahí, porque cuando yo termino la carrera imperaba el pop art pero yo no lo sabía, porque en Bellas Artes solamente llegábamos hasta Sorolla. Y teníamos que pintar como Sorolla, cosa que es imposible porque es un magnífico pintor. Pero no nos contaron nada del realismo social valenciano ni de Estampa Popular…

Entonces vi una exposición del Equipo Crónica y me fui a conocerlos porque aquello era una bocanada de aire fresco. Ellos partían del realismo social y se llaman ‘crónica’ porque así los bautizó Vicente Aguilera Cerni. Estuve con ellos cinco años pintando los cuadros y los múltiples, pero yo quería también empezar mi trabajo individual.

Yo no me podía integrar en ese grupo porque ellos ya estaban prácticamente consolidados como equipo a nivel internacional, cuando ya estaban sólo Rafael Solbes y Manolo Valdés. Pero me dejaban su estudio para que yo trabajara, y fueron muy generosos en ese sentido. Y yo quería trabajar sobre la mujer porque nadie lo estaba haciendo. Nadie que yo supiera.

Luego me enteré que Ana Peters hacía trabajos sobre la mujer, pero en ese momento no conocía a nadie más ni aquí ni en el extranjero. Si yo conseguía libros era clandestinamente en la librería. No teníamos acceso a la cultura. Si había cosas, se ocultaban. El hecho de ser mujer era suficiente para no valorar tu trabajo porque ese no era tu cometido. Era ser madre y ama de casa. Vivíamos en una sociedad patriarcal y en una dictadura además.

Isabel Oliver Cuevas, ‘»‘Reunión feliz’, 1970-73.

En el catálogo de la exposición los comisarios cuentan que tú participaste en la creación del Museu d’Art Contemporani de Vilafamés. ¿Cuál fue tu papel en este proceso?

Ese museo se montó cuando yo todavía estudiaba. Entonces llegó a nuestros oídos que vendían casas muy baratas en Vilafamés, por 5.000 pesetas. Porque ellos vivían de las viñas y hubo una plaga de filoxera y la gente empezó a irse. Entonces llegó por allí, por un familiar, Vicente Aguilera Cerni, que ya había hecho bienales en Venecia, y propuso hacer un museo. Y el alcalde le ofreció el Palau del Batlle.

Y Vicente Aguilera llamó a todos sus amigos artistas e hizo ese museo con cuadros en depósito, en donación… El museo es de los artistas. En los estatutos pone que los artistas votan la junta directiva… Es el único museo que hay en esas condiciones. Como no es un museo que puedan controlar las instituciones, pues no tiene dinero. De hecho, se consideraba como privado, pero es un bien común, y ha ayudado a levantar al pueblo.

Después Aguilera Cerni me pidió cuadros, me contactó para ser conservadora del museo y me pidió que formara parte del consejo asesor. Así estuve mucho tiempo y le tengo mucho cariño porque se lo tenía también a Vicente. Es un personaje único al que no se ha dado la suficiente importancia. A mí me habría gustado que alguien le escribiera unas memorias, pero no lo conseguí.

En los cuadros de la exposición aparecen referencias a Gerda Taro, Dickey Chapelle y Grete Stern. ¿Nos podrías hablar de tu relación con la fotografía y, en concreto, con las fotógrafas? ¿Cómo te ayuda a crear y a componer?

Cada cuadro cuenta una historia. Por ejemplo, en la serie ‘Con memoria’ hay una especie de secuencia temporal y busco gente como Gerda Taro que murió a los 26 años en la Guerra Civil Española. Es un testigo presencial de que aquello estaba sucediendo y me parece muy importante que una mujer fotoperiodista se implicara en una situación de ese tipo.

Dickey Chapelle también, ella documenta la Guerra de Vietnam. Son mujeres valientes que quiero reivindicar como profesionales y fotoperiodistas. Y hay muchas más. Y Grete Stern es una mujer interesantísima, feminista, que tiene unas imágenes estupendas como la mujer-lámpara que me sirven para denunciar cosas como la mujer objeto en ‘Su club’. Y me valgo también de muchas imágenes de historia del arte. Lo que hago es investigar qué cosas han sucedido, quiénes eran estas personas y voy rascando de la historia.

isabel oliver, pintar
Isabel Oliver, ‘Su casa’, de la serie ‘Recintos privados’, 2020. Imagen cortesía de la artista.

Mencionas que detrás de cada pintura siempre hay una historia. ¿Para ti la pintura es narración?

Sí. Para mí la pintura es todo, estéticamente tiene que ser estupenda, tiene que contar algo, no tiene que ensimismarse. Pero un cuadro de “mira que bonito es esto” me aburre mortalmente al cuarto de hora. Otra cosa no me interesa. No es que lo desprecie, hay artistas abstractos que me gustan muchísimo. Pero quiero que me cuenten más cosas que un mero objeto.

Hay una presencia de la violencia en varios cuadros de esta exposición, como en la serie “Con memoria”. Los visitantes probablemente no podrán dejar de pensar en la situación actual de conflicto bélico. ¿Por qué te ha interesado representar la violencia y en concreto la violencia ejercida contra las mujeres?

Estamos viviendo en un mundo completamente convulso y violento. Quiero recordar y quiero que se recuerden los desastres que suceden y cómo las mujeres son víctimas vulnerables en situaciones bélicas, por eso se llama ‘Con memoria’. No sólo las matan: las violan y las rapan como escarnio. En Ucrania las están rapando y violando.

Pienso que hay que acordarse de un momento histórico espantoso, no solamente por la guerra y la muerte, sino además por todo lo que sufren las mujeres. No quiero que se olvide. Y desde luego no son ellas las que organizan guerras. Hay un cuadro en la exposición donde aparecen representados los curas, los militares y los políticos, que son los causantes de la destrucción. Hablemos claro: la Iglesia es un organismo completamente corrupto que se ha puesto del lado de los dictadores, jugando con los sentimientos y las creencias del más allá. Y a las mujeres nos ha machacado completamente.

En los últimos años los museos se han puesto al día en igualdad en cuanto a las adquisiciones de mujeres artistas, pero no en cuanto a la remuneración. ¿Por qué crees que todavía no tenemos una igualdad salarial?

Pues por tradición. No hay ninguna razón que lo impida. Durante generaciones ha sido así, no existe la igualdad. Se compran más baratos los cuadros de mujeres por el hecho de ser mujeres. Las escritoras han tenido que escribir con un pseudónimo para ser publicadas. Y seguimos arrastrando esos lastres. Además de la compra, la presencia en los museos sigue sin ser paritaria.

¿A ti te ha afectado la desigualdad salarial?

He tenido suerte de que en la universidad cobramos todos igual, con arreglo a lo que paga el estado seas mujer o seas hombre. En la venta de mis cuadros sí que me han pagado mal.

Entre amigos alguna vez hemos hablado que quizá hay gente comprando obras de mujeres sabiendo que están devaluadas y que dentro de veinte o treinta años se pagarán igual que las obras de artistas masculinos y tendrán un rédito económico importante.

Exacto. Hay cuadros que yo no quiero vender. Con decir eso… Desde que la Tate se llevó cinco cuadros, de repente me descubrieron. Y ahora sólo querían cuadros de esa época y de esa serie. Y lo demás no. Porque viene con el marchamo de calidad de la Tate de Londres. Entonces el Reina Sofía, el IVAM piden cuadros de esa época que está consolidad y que no necesito que la promocione un galerista.

Comentas en alguna entrevista que no tienes galería porque no te llevas muy bien con los galeristas. ¿Por qué es eso?

Pues porque buscan el negocio, pocos son galeristas de verdad como los que lanzaron el impresionismo, que se jugaron sus fortunas y pagaban a los artistas comprando su obra para que pudieran seguir trabajando. Ahora enseñan a un artista y si no venden buscan a otro… es un maltrato y no hay una apuesta por los artistas. Kahnweiler se jugó su fortuna comprando el arte directamente a los artistas para luego venderlo. Esto hoy en día no pasa, que yo sepa.

De todo lo que has hecho hasta ahora en el mundo el arte, ¿de qué estás más orgullosa?

De no haber cedido a ninguna presión. En algún momento, cuando uno empieza y tiene dudas, pues piensa: “igual me estoy equivocando”. Pero en seguida se me pasaba. Y conforme iba consolidando mi vida económica, que eso es muy importante, he tenido menos presión. Me siento orgullosa de no haber cedido a ningún chantaje económico, ni de galerías ni de nadie.

¿Qué es lo siguiente que quieres hacer?

Completar las series. Ya hay bocetos nuevos de ‘Paseos por el museo’ y me estoy divirtiendo mucho ahora porque he retomado la serie de ‘Paisajes pop’. Yo quería pintar unos paisajes preciosos, porque no solamente soy una persona que critica cosas y está siempre a la greña, que tampoco, porque en el fondo tienen un sentido del humor tremendo, si los analizas.

Entonces me dije: voy a pintar paisajes como los grandes paisajistas valencianos… pero de coña. Para molestarles. Acompañando a los cuadros van unos botes de paisaje en conserva, en almíbar y al natural. Entonces no es sólo una vista contemplativa de un paisaje contemplativo, que por cierto son preciosos. Pero claro, ¿qué hacen allí los botes? ¿qué quiere decir envasar los paisajes? Y me producía mucho divertimento este tipo de cosas.

Los paisajes se vendieron muy bien, pero lo de los botes… ¿qué sacrilegio es ese? Yo sé hacer cuadros preciosos, muy bien ejecutados… Sé pintar, eso para empezar. Y puedo pintar lo que quiera. Pero también me puedo divertir muchísimo. Un paisaje sublime para quedarse divagando no me interesa nada. Entonces les pongo unos paracaidistas, unos personajes misteriosos que algo van a hacer, señales de precaución…

Isabel Oliver, ‘Tres fatídicas manzanas en la historia de la pintura’, de la serie ‘Paseos por el Museo’, 2023. Imagen cortesía de la artista.

No puedo evitar preguntarte por el famoso cuadro ‘Reunión feliz’ que está en el Museo Reina Sofía. ¿De qué hablan esas mujeres que están allí pintadas?

De nada. Si te das cuenta, las mujeres están pintadas en tonos acromáticos, grises. Como cuando le dicen a uno “qué gris eres”, ellas son grises, y se dedican a esas reuniones de celebrar cumpleaños, o en las que vendían el tupperware… ese mundo femenino. Y entonces las meto en un paisaje sobrecogedor de Dalí, inquietante y surrealista, un desierto, porque no entienden nada que esté fuera de su círculo. Y además pongo la figura que está contando el tiempo como para decir: si seguís perdiendo el tiempo, de aquí no vamos a salir. Es una crítica, una alerta a la mujer.

En el catálogo de la exposición, Joan Feliu cuenta una historia sobre el Rey Arturo que pregunta a una bruja qué desean realmente las mujeres. Ella responde que lo que las mujeres deseaban realmente era “decidir sobre su propia vida”. ¿Qué desea Isabel Oliver?

Lo mismo que le contesta la bruja, exactamente lo mismo. En la medida que me dejen y pueda. En realidad ahora ya me da lo mismo si me dejan o no me dejan, ahora es seguro que lo voy a hacer.