#MAKMAArte
Entrevista a Ismael Chappaz
‘Articulaciones del deseo’
Artistas: Álvaro Perdices, Anna Moreno, Brice Dellsperger, Cabello/Carceller, Carles Congost, Carlos Sáez, Diego del Pozo Barriuso, Fito Conesa, Francesc Ruiz, Itziar Barrio, James Bidgood, Juan Carlos Martínez, Lou Fauroux, Manu Arregui, Michael Roy, Miguel Ángel Gaüeca, Moisés Mahiques, Pepe Miralles, Pol Anglada, Rodrigo, Steven Arnold, Tom of Finland, Weecolors
Comisariado: Eduardo García Nieto
House of Chappaz
Caballeros 35, 2º, p3, València
Hasta el 2 de agosto de 2024
Ismael Chappaz dice ser de “super izquierdas”, pero crítico: “No soy un imbécil, ni estoy alienado”. Y es así, de manera crítica, pero sin acritud alguna, como se despide de Valencia tras más de dos décadas: primero, al frente -junto a Juanma Menero- de Espai Tactel, y después, ya en solitario, de la galería House of Chappaz.
Se va a Barcelona para proseguir ahora su proyecto, junto a sus socios Oriol Armengou y Ferran Mitjans, en House of Chappaz Basement. Y lo hace con una exposición de despedida, reuniendo a 23 artistas bajo el elocuente título de ‘Articulaciones del deseo’, comisariada por Eduardo García Nieto.
Un deseo que, en su caso, pasa por desarrollar sus virtudes como galerista, tras haberle dado a Valencia 13 años de su vida. “Nunca pensé que cerraría aquí; nunca, nunca, nunca. Pero, de repente, he visto una forma para que el proyecto crezca”, asegura quien dice tener la prístina sensación de que la ciudad que abandona se le ha agotado.
Con ‘Articulaciones del deseo’ da carpetazo, precisamente, a su deseo de aportar el arte que corre por sus venas, pero que dice no apreciarlo la sociedad valenciana: desde el público, que salvo en las inauguraciones apenas ha visitado House of Chappaz, hasta los coleccionistas.
Álvaro Perdices, Anna Moreno, Brice Dellsperger, Cabello/Carceller, Carles Congost, Carlos Sáez, Diego del Pozo Barriuso, Fito Conesa, Francesc Ruiz, Itziar Barrio, James Bidgood, Juan Carlos Martínez, Lou Fauroux, Manu Arregui, Michael Roy, Miguel Ángel Gaüeca, Moisés Mahiques, Pepe Miralles, Pol Anglada, Rodrigo, Steven Arnold, Tom of Finland y Weecolors son los artistas que lo secundan en su despedida.
Todos ellos abarcando con sus obras un amplio espectro de “sensibilidades afectivas no normativas”, según lo define García Nieto, y que Ismael Chappaz, siguiendo el propio ejemplo, va dando razón de ser a la muestra con la que se despide: esto es, apelando a cuanto se sale de esa normatividad, desde el punto de vista de la excelencia creativa.
“Hay que mirar bien las cosas y pensar siempre en la excelencia. No por ser gay, ser artista o pertenecer a determinado colectivo has de ser bueno. Yo elijo a los que considero que hacen buena obra de verdad. Esta exposición está llena de históricos que jamás habían expuesto en Valencia y que los reunimos aquí. Y es una muestra para decir adiós”, explica Chappaz rodeado de las obras que vienen a subrayar, mediante distintos estilos y soportes, vivencias sexuales al margen de la heterosexualidad.
“Es un proyecto de Eduardo García Nieto, en el que yo he metido mucha mano porque era el final de la galería, pero el que ha hilado el discurso es él. Se trata de hablar del deseo desde la disidencia”. Lo dice quien ha tomado esa disidencia por bandera para agitar el universo galerístico valenciano, cuyos aires se han tornado irrespirables para él.
“Le he dado 13 años a Valencia: 10 con Espai Tactel en Russafa y otros tres con House of Chappaz. Valencia me ha obligado a tener esa necesidad de superarme continuamente, porque no me ofrecía lo que yo quería. Igual que cuando era más crío, en torno a los 22 años, empecé a pinchar música porque no me gustaba lo que había en la ciudad”.
Ha tratado de vincularse siempre con la vanguardia en Valencia, durante sus más de dos décadas de trayectoria profesional, para percibir finalmente cierto regusto amargo: “Me he ido sintiendo cada vez más solo. No me he sentido respaldado por la escena y me he ido alejando. De manera que, ahora, Valencia se me ha agotado”.
Cuando creó House of Chappaz, en junio de 2019, justo antes de la pandemia, afirma que se generó la confusión de que se había ido a Barcelona, lo cual le hizo plantearse las cosas que ahora ha llevado a término, sobre todo porque la implicación de sus socios de Barcelona fue tal, que se sintió “muy respaldado”.
“A los eventos privados que hice aquí vino gente muy interesante, pero después, a las exposiciones, no venía nadie. A este respecto, tampoco me he se sentido respaldado por el coleccionismo valenciano, porque el poco que conozco no ha tenido continuidad hacia mí y los que se dicen coleccionistas no son mi público”.
Y añade: “No pasa nada, simplemente, Valencia no es mi sitio y me lo ha demostrado. Es una ciudad muy bonita, pero a mí no me sirve estar continuamente de vacaciones. Cuando estoy en Barcelona tengo mucha más actividad. No quiero decir que me vaya a ir genial y ni sé lo que va a pasar, pero tengo esperanza, al igual que la tenía cuando pinchaba música o cuando monté el estudio y la galería”.
Dice creer en sí mismo (“a mi manera”) y que tiene la suerte de contar con artistas, comisarios y socios que apuestan por su proyecto. “Llevo seis años en Barcelona, de manera que tampoco me voy y me tiro a la piscina, pero a día de hoy mantener los dos espacios no me parece útil. Y me permito decir que el hecho de que una buena galería se vaya de Valencia no es bueno”.
Del Ismael Chappaz que arrancó en Valencia con Espai Tactel en 2011 al Ismael Chappaz que se va en 2024 con su proyecto a Barcelona no es que haya un abismo, pero sí alguna que otra trinchera ya saltada: “Se va alguien más mayor. Empecé en Russafa con 28 para 29 y ahora tengo 42”.
Entiende que un fracaso hubiera sido cerrar en Barcelona, “porque es ahí donde veo la posibilidad de extender el proyecto. Valencia es una ciudad muy chula, pero yo cada vez que voy al extranjero el nombre que resuena es Barcelona, no Valencia”.
Y se extiende con cierta cautela: “No quiero que nadie se moleste, pero a mí Valencia se me ha quedado pequeña. Cuando empecé, no pensaba que iba a tener una programación de un nivel tan bueno como el de los que yo más respeto. Y considero, a su vez, que he ayudado a que otra gente crezca y evolucione. Y ahí lo dejo. He hecho todo lo que he podido, pero mi tiempo aquí ha terminado porque ya no me está aportando lo que espero”.
Asegura ser una persona “muy nómada, porque cada siete años me he movido de casa”. Ahora, no solo cierra la galería, sino que también vende la casa. “Me voy porque tengo que irme, pero sin tener que despotricar contra nadie, aunque sí estoy un poco decepcionado. Le debo a Valencia mi espíritu de superación ante la mediocridad. Lo siento muchísimo, pero en una ciudad donde he tratado continuamente de aportar algo y no se valora, pues no me queda otra que, con la energía que tengo, continuar el proyecto, pero en otra ciudad”.
–Te has definido en diferentes ocasiones como alguien anarcopunk y eso tiene sus consecuencias. ¿Las asumes?
-Yo tengo una actitud anti sistema. El tipo de exposiciones que hago no son las que se esperan en esta ciudad. Si analizo el coleccionismo, la verdad es que no estoy haciendo nada para vender. Quiero decir: para vender al coleccionismo de aquí. Y eso es una actitud muy punk: hacer lo que me da la gana. La pena es que Valencia no haya visto eso: que había una persona dispuesta a hacer un proyecto más allá de la venta. Eso es lo triste.
Dice que nadie es intocable y que eso va para todo el mundo: para artistas, galeristas, comisarios e instituciones. “Hay que ser todos un poco más humildes, porque el problema es que aquí los egos van muy subidos. Yo siempre me he enfrentado a eso y de mí, desde luego, no lo pueden decir, porque me he portado de forma muy correcta. No sé si se darán cuenta, pero yo decido no hacer el próximo Abierto Valencia para que nadie considere que me estoy aprovechando de la situación”.
E insiste en su tendencia al cambio cada siete años. “En Russafa abrí en 2011 y cerré en 2018 para irme a House of Chappaz, y aquí llevaba desde entonces, aunque a finales de 2017 ya dije que me quería ir. Es algo como cíclico”.
–Entonces, siguiendo ese carácter cíclico, ¿en 2031 te veremos de vuelta en Valencia?
-No, igual me he ido para entonces a Suiza o se acaba el mundo. No lo sé, pero seguro que tomo otra decisión.
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