#MAKMAEscena
‘L’Odissea, de les nostres vides’
Creación y dirección: Jacobo Pallarés
Dramatúrgia: Juan Andrés González y Jacobo Pallarés Interpretación: Lucía Poveda, Juan Andrés González y Jaume Ibáñez
Coproducción: Teatro de lo Inestable y Rambleta
La Rambleta
Bulevar Sur esquina Calle Pío IX s/n, València
Días 30 y 31 de marzo de 2023
La compañía Teatro de lo Inestable cumple este año sus bodas de plata con un público fiel asistente a su sala de la recóndita y laberíntica calle Aparisi y Guijarro de València; unos veinticinco años muy bien aprovechados que incluyen cuarenta espectáculos. Y lo celebra con un montaje ambicioso, de profundo calado que refleja el punto de inflexión que vivimos, cuando la mujer se sienta al volante y el hombre se refugia en los cuarteles de invierno para reiventar su masculinidad.
El texto se remonta a la Antigüedad clásica para indagar en la figura del héroe, del líder, del macho alfa que abandona a su familia para emprender expediciones, guerras, aventuras y todo tipo de empresas más o menos delirantes arrastrando con él a otros hombres, embaucados con cantos de sirena, que acabarán naufragando o muertos en cualquier cuneta.
Es la ‘L’Odissea, de les nostres vides‘, de Jacobo Pallarés, que se estrena el 30 y 31 de marzo en La Rambleta y que en mayo emprenderá una gira internacional por Chile, México y otros países. Tras la gira nacional en otoño, en enero la obra estará es Espacio Inestable.
Un viaje entre íntimo e histórico en el que su autor revisita la figura mítica de Ulises para ponerla en la picota, contra las cuerdas de la historia, a la vez que cede la voz a todas las Penélopes que no tuvieron más remedio que esperar y sufrir, mientras sacaban adelante a sus hijos tejíendo y destejiendo sus sueños. Voces como la de la activista de la memoria histórica Paqui Maqueda, que gritó los nombres de sus familiares asesinads en la exhumación de los restos del general Queipo de Llano.
«Reconozco que me metí en un buen berenjenal pero gracias a la experiencia de los años he ido encontrado el camino», admite Pallarés con humor. «Mi ‘Odisea’ tiene tres capas superpuestas. La primera soy yo, Jacobo, padre de un chico de dieciseís años que precisamente se llama Ulises. Como figura paterna fui el típico padre horizontal o ausente en aras de mis proyectos artísticos que me han fagocitado durante mucho tiempo, aunque alegara que todo lo hacía por mi familia. Es el momento de la redención».
La segunda capa se centra en el Ulises mítico, cuya odisea, Pallarés, tergiversa y desacredita. «Ulises se marcha de Ítaca con mil soldados y regresa solo, incólume, enriquecido y cubierto de gloria, mientras sus acompañantes han desaparecido sin dejar huella. Ulises es la semilla de lo que muchos hombres somos, un patrón que ha marcado la línea de la historia».
Por el tercer nivel desfilan los descendientes del Ulises original –no hace falta decir nombres– que, motivados por su afán de poder, codicia o pura locura seducen y engañan a seres anónimos para lograr sus fines dejándolos después en la estacada.
Pallarés acometió esta obra hace un año en medio de episodios de continuas lluvias que se produjeron en la Comunidad Valenciana y, tal vez inspirado por el fenómeno meteorológico, incluyó en su texto el elemento acuático en forma de molestas e insidiosas goteras y filtraciones.
«La gotera como idea de algo que no es posible tapar, controlar y que acaba permeando y apareciendo inevitablemente. El agua que se filtra y siempre cae, creando una hilera de agua escurridiza, que golpea sobre el suelo, relame las paredes, resuena y perturba. Una gotera que puede echar al traste cualquier plan, cualquier sueño, cualquier instalación eléctrica, cualquier espacio y convertirlo en un lugar húmedo, en un lugar inhabitable, en un lugar insufrible».
La taimada y pertinaz gotera a pequeña escala y, a lo grande, las inundaciones por efecto del cambio climático. El Mediterráneo convertido en charca inmunda, cementerio marino sin un ápice de poesía.
«Un paisaje que se va inundando poco a poco hasta ahogarlo todo, hasta hacer que todo desaparezca bajo las aguas, cuerpos llenos de agua, abultados por los recuerdos que se olvidan, abultados por las guerras sufridas, llenos de deseos de una realidad occidental y burguesa, llenos de desmemoria y que vagan por el agua sin orilla a la que llegar y pudrirse entre la arena comida por los cangrejos, cuerpos alimentos de tiburones y orcas asesinas… Triste final para un Ulises y para una orilla cuna de la civilización».
Un elemento singular de la puesta en escena es la participación de un Ulises muy real, el hijo adolescente de Pallarés. «Me gusta trabajar desde la verdad y quería sacarlo a escena para que me interpelara y me reprochara todo ese tiempo perdido que no estuve con él. Un tiempo clave que ya no hay forma de recuperar».
Como en la puesta en escena de un montaje anterior, ‘El Aniversario’, una veintena de personas del público subirán al escenario en ‘L’Odissea, de les nostres vides’ para ejercer de jurado en el juicio a Ulises/Jacobo. Personas anónimas que quedarán olvidadas para siempre, pero que no solamente participarán con su presencia, pues tendrán el control del Mentimeter –una aplicación que permite interaccionarcon la audiencia y registrar los resultados– que irá dando respuestas a cuestiones de toda índole.
También se recupera el maquetismo y la manipulación de objetos a diferentes escalas, diseñado por Diego Sánchez de Los Reyes del Mambo. La creación en escena es el punto de partida de la dramaturgia, no solamente a manos de los dos intérpretes, sino también de dos performers: el propio Jacobo y la técnica. Entre los cuatro, irán generando el espacio escénico, lumínico y sonoro en compañía del público. La música corre a cargo de Vicky Trillo y Juan Andrés González.
La nueva creación de Jacobo Pallarés mantiene la tónica de las tres piezas de su trilogía –’Family(es)’, ‘El Aniversario’ y ‘El rastro de aquella noche’–, en las que el lenguaje audiovisual como canal con el que contar un relato, conforma una dramaturgia visual peculiar, densa y poética. En este montaje las proyecciones y cámara de vídeo en directo son responsabilidad de Beatriz Herráiz, encargada de la videocreación de la pieza; Aurora Diago es la encargada de la videoprogramación.
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