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‘Venus’, de Jaume Balagueró
Reparto: Ester Expósito, Ángela Cremonte, Inés Fernández, Magüi Mira, Fernando Valdivielso, Federico Aguado
Producción: Pokeepsie Films, The Fear Collection
Cines Lys
Passeig de Russafa 3, València
Viernes 25 de noviembre
Estreno: 2 de diciembre de 2022
La joven Lucía (Ester Expósito) huye de unos hombres a los que ha robado, en la discoteca donde trabaja como bailarina, un alijo de droga. Huye tras ser apuñalada en la pierna durante el forcejeo con uno de ellos. Su cuerpo seductor se convierte, de pronto, en un cuerpo mancillado, afeado por la sangre. Y, como atraída por esa sangre, va a parar al edificio Venus, donde vive su hermana Rocío (Ángela Cremonte) y su hija Alba (Inés Fernández).
El edificio, de hecho, se convierte en un “personaje” más de la película precisamente titulada ‘Venus’, de Jaume Balagueró, proyectada en los Cines Lys de València antes de su estreno el 2 de diciembre en salas comerciales de toda España. Como en ‘La caída de la Casa Usher’, de Edgar Allan Poe, donde cierta grieta en la fachada de esa casa anuncia su progresiva descomposición, así como la de sus protagonistas, también en ‘Venus’ ciertos acontecimientos inquietantes irán asociando el devenir sangriento de Lucía con el que se desplegará en el interior de ese siniestro edificio.
“La película es como un festival de terror y de diversión, que arranca como un thriller realista en un entorno cercano, como pueden ser los extrarradios de una ciudad como Madrid, y poco a poco el germen del fantástico se empieza a manifestar dentro de esa película aparentemente realista para metamorfosearse en una ya puramente fantástica”, explica Balagueró.
Algo parecido le pasa al personaje de Lucía, “alguien hostil, egoísta, que termina transformándose en la mariposa que es al final de la película, declarando el fantástico su victoria sobre el cine más realista”, agrega el director de una película que pone en igualdad de condiciones la maldad masculina de los hombres que la persiguen para recuperar la droga, y la femenina que representan las tres mujeres vecinas de Rocío y su hija, tan amables como turbadoramente habitadas por impulsos demoniacos.
“Es una película eminentemente femenina, donde los buenos y los malos son femeninos. Está aquella idea de que la buena siempre es una mujer y el malo siempre un hombre, porque ella es la débil, por esas cosas antiguas, mientras que, en este caso, da igual, porque son todas mujeres -los fuertes, los débiles, los buenos, los malos-, y los hombres están ahí, un poco alrededor, intentando coger las riendas de esta historia, pero no lo consiguen nunca. Hasta la entidad demoníaca que hay en la película es femenina”, apunta Balagueró.
Que Lucía se nos presente bailando en la discoteca, subrayando con sus contoneos la agitación de cuantos siguen la música a un mismo ritmo frenético, para después, bañada en sangre, tener que afrontar el odio acumulado en su persecución y posterior alojamiento en el edificio Venus, forma parte de una historia que, según su director, no va de seducción versus cuerpo masacrado (discurso publicitario versus discurso del porno terror).
“Si ella acaba machacada por cortes y heridas es porque, en esta historia, hay unas personas que van a por ella. No se buscaba la idea de un personaje femenino bello que es destruido físicamente, sino que la historia lo iba pidiendo”.
No es, tampoco, la relación del personaje de Lucía con el mito de Venus, diosa romana del amor, la belleza y la fertilidad, en este caso convertida en mujer dispuesta a bailar al son que le tocan, que no es otro que el de la violencia desatada como única forma de vencer la que a su vez le proponen sus enemigos, “sino que tiene que ver con algo mucho más terrenal y es que el lugar donde transcurre la acción es el edificio Venus, que hace conexión con el horror cósmico”.
“El personaje de Lucía no está asociado tanto al feminismo, al empoderamiento, como al empoderamiento como superación. Es alguien que se empodera constantemente contra muchas cosas: contra esa jauría de tíos que la persiguen; sobre sí misma, porque es una persona egoísta, incapaz de amar, que solo piensa en ella misma y, sin embargo, finalmente tiene un arco como personaje transformándose en alguien que es capaz de dar la vida por la niña [Alba, la hija de su hermana]”, resalta Balagueró.
“Y hay un empoderamiento más y es que se empodera sobre lo divino. Ha sido absorbida por ese demonio femenino del dolor y al final de la película no parece que ella vaya a propagar eso por el mundo”, añade el director de ‘Mientras duermes’ y de ‘REC’, esta última junto a Paco Plaza.
‘Venus’ estaba al principio “ligeramente inspirada” -puntualiza Balagueró- en un cuento de Lovecraft, ‘Los sueños en la casa de la bruja’. “Y Lovecraft sí que desarrolla ese universo de horror cósmico que me propuso Álex de la Iglesia [productor del film], que no está en la película, pero sí hay vinculación con ese planeta, con ese eclipse que sucede en el momento de la encarnación. ‘La semilla del diablo’ [Roman Polanski], en cambio, sí que estuvo desde el principio, con el edificio Venus como el edificio Dakota, hasta a modo de especial homenaje”.
La utilización de ‘Nessuno’, la canción de Mina como broche final de la película, viene a reflejar esa oposición entre el universo violento y ese otro depurado tras semejante baño de sangre. “Es el contrapunto perfecto para decir: ¡Cuidado, todo esto que habéis visto tampoco os lo toméis muy en serio, era pura diversión! Hay algo que te habla también de la transformación de ella. No es que no nos lo vamos a tomar en serio, pero ella viene a preguntarnos: ¿Creéis que voy a ser un demonio maléfico que va a asolar el mundo? Pues quizás no. Esa canción nos hace ver un poco las cosas desde fuera”.
En ‘Venus’, al igual que en buena parte del cine español, la función paterna está desaparecida o es objeto de cierta ironía. De hecho, nada sabremos del padre de Alba, como tampoco sabremos nada del padre de Lucía y Rocío, en cuyo álbum familiar tan solo las vemos vinculadas con su madre.
“En mis películas, el padre no aparece mucho, aunque en mi vida sí tenga mucha importancia. Hay una película paradigmática de esta ausencia paterna que es ‘La guerra de papá’, de Antonio Mercero, basada en la novela ‘El príncipe destronado’, de Miguel Delibes, y que es una historia de familia en la que el padre no está, porque se encuentra en la guerra”.
Y, ya puestos, Balagueró prosigue en su reflexión con respecto a esta ausencia paterna. “También es verdad que hay algo en la figura del padre que no es tan potente narrativamente, o no es tan directamente potente, porque hay un vínculo entre la madre y el hijo que es la maternidad, y ese vínculo es de un poder que ya basta por sí solo, haciendo que lo otro sea como innecesario o ineficaz”.
“Siempre vamos a pensar más en la potencia o el amor desmesurado de una madre, y el padre queda un poco más diluido. Lo cual no quiere decir que el padre no tenga esa potencia de amor igual, pero desde un punto de vista antropológico o fisiológico no es tan importante. La madre cría a sus vástagos; somos mamíferos. ¿Lo podemos cambiar? Sí, pero a nivel de naturaleza el instinto es como es, porque, repito, somos mamíferos”, concluye.
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