Jesús Ge. Rimbomba

#MAKMAEscena
Jesús Ge (poeta y gestor cultural)
Director artístico de Rimbomba – Cicle de Poesia Viva de València

No hablemos aún de Rimbomba en pasado, por favor. Aunque hace dos meses que celebraron su despedida, hay quienes confiamos en su vuelta. De confianza se alimenta el sector cultural en la mayoría de los casos (por no decir de sueños y de ilusiones).

Aun con el engranaje en nuestra contra, los profesionales de la cultura siempre sacamos fuerzas para darle vida a aquello que consideramos necesario. Es tan grande nuestra certeza de que el mundo necesita arte y cultura –para pensar, para evolucionar, para sanar– que podemos hacer contorsionismo para sacar adelante un proyecto.

El Ciclo de Poesía Viva Rimbomba nacía en marzo de 2021 de la mano del poeta y gestor cultural Jesús Ge (aunque las negociaciones se remontan a 2018), en colaboración con Juanma Artigot, entonces coordinador artístico del TEM. Debido a la finalización del contrato de Artigot y frente a la incertidumbre sobre la futura –la presente– dirección artística del TEM, decidieron celebrar una gala final del ciclo con la posibilidad de renegociar la colaboración con la próxima dirección.

Tres años es un tiempo escasísimo para el calado de un proyecto cultural. Esta es una de las principales reivindicaciones del sector. Los tiempos de la cultura no son los tiempos de la inmediatez. Necesitamos estructuras pensadas a largo plazo y ritmos lentos para, realmente, ver los brotes de aquello que germinamos; si no, es un pasatiempo, pero no cultura.

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Aún así, alrededor de Rimbomba ya veíamos las primeras hojas verdes. En tres años, el ciclo se ha posicionado como uno de los principales espacios profesionales para la poesía escénica de la ciudad, ha implantado la etiqueta de ‘poesía escénica’ en la programación del TEM y se ha convertido en un punto de interés para artistas de la palabra de toda España que quieren girar su obra. Es decir, Rimbomba ha sido, en los últimos años, uno de los mayores motores para situar València en el centro dinámico de la poesía escénica en sus más diversas manifestaciones.

Dada la relevancia del proyecto y a la espera de conocer nuevas indicaciones de su porvenir, es justo hacer una retrospectiva y agradecer sus aportaciones. La línea de vida de Rimbomba nos sirve para señalar la idiosincrasia de la gestión cultural: su carácter mutable por pura supervivencia, la dificultad para trazar vínculos entre las instituciones, la responsabilidad del programador, la falta de un circuito estable, el impacto político y social del arte y la constante inestabilidad profesional.

Concretamente, sobre el ámbito de la poesía escénica, Rimbomba desvela la ausencia de una estructura que permita la circulación de los espectáculos y anima a los artistas de la palabra a formar parte del mundo de las escénicas para darle vida a los poemas.

Pongamos Rimbomba en contexto. ¿Cómo nace la iniciativa?

El origen está bastante alejado de lo que ha sido después. En primer lugar, aparece un proyecto de fomento de la poesía entre la población joven. La idea era hacer recitales matinales para institutos y por la tarde para público general.

El proyecto se lo presenté a Juanma Arigot cuando él estaba trabajando como coordinador de actividades en La Rambleta, en 2018. A Juanma le interesa mucho, pero en ese momento él no tenía capacidad de decisión para asumir el proyecto y, finalmente, no encaja en la programación de La Rambleta. Cuando Juanma coge la dirección del TEM, en 2020, automáticamente retomamos el proyecto y decide apostar por él.

Cuando iniciamos, el TEM tuvo muchas dificultades para conectar con los institutos. Intentamos hacer un acuerdo con el Instituto de la Juventud para que diera entradas gratuitas a los jóvenes, pero no conseguimos formalizar la colaboración. Hablamos con institutos, con el CEFIRE, y nadie lo asumía. Faltó coordinación entre instituciones. La Consellería da los permisos para hacer salidas a un año vista y el TEM no tenía esa capacidad de gestión, porque programábamos por trimestres; los tiempos eran distintos. Es una pena, pero hubo un desarraigo respecto al trabajo con institutos. Finalmente, se quedó en lo que conocemos ahora, las sesiones abiertas al público.

¿Qué caracteriza a Rimbomba?

Apostamos por un modelo de veladas eclécticas que terminó funcionando muy bien. Los poetas han agradecido encontrarse con otros poetas que no utilizan un mismo lenguaje, y el espectador tenía la sensación de conocer la diversidad del escenario. Que se dé esta diversidad es poco común incluso en los festivales poéticos, donde generalmente se juntan las veladas por afinidad. Nosotros quisimos romper esto.

¿Cómo se daba la selección de las propuestas?

Al principio, mi premisa era traer poetas que a mí me habían hecho vibrar, porque a veces se ponen de moda ciertos poetas, pero luego les he visto en directo y no me han interpelado. Ahora mi mentalidad es otra. Entiendo que no soy el único espectador; tengo que posibilitar que haya otras cosas que puede que le interese a otros espectadores, pero siempre bajo unos mínimos de rigurosidad.

En relación a esto, creo que una de las señales con las que puedo verificar que Rimbomba ha tenido cierto eco es que, en los últimos años, han empezado a llegarme dosieres de gente interesada en participar.

Rimbomba ha conseguido posicionarse como un espacio profesional para la poesía escénica. Sin embargo, esta práctica sigue estando muy anclada al circuito amateur.

Es la pescadilla que se muerde la cola. Nadie puede vender un espectáculo completo de poesía. Lo que hacemos es juntar un puñado de poemas y cumplir con treinta, cuarenta minutos, en un rinconcito de una librería o de un rincón rural; cosas muy bonitas, pero nos adaptamos a ese lugar, no vamos con una propuesta de obra completa.

Como cuando escribes un poemario, que gira en torno a un concepto, pones y quitas textos, reescribes y lo plasmas en un libro; debería ser lo mismo, pero con un espectáculo. Un libro lo llevas a la imprenta y lo distribuyes por los sitios de venta, pero para un espectáculo de poesía escénica no tenemos espacios de exhibición.

Ese era el siguiente paso de Rimbomba: traer espectáculos completos. Ahí, Juanma estuvo muy atento y estuvo programando piezas de poesía escénica, como la última producción de Versonautas.

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A través de Rimbomba, apareció la etiqueta de ‘poesía escénica’ en el TEM, que sería otro de los logros.

Puede parecer una tontería, pero es un hito. No hay muchos teatros que en su programación haya un apartado de poesía escénica.

Podríamos decir que el circuito de la poesía escénica aún está en un estado embrionario.

Es una pelea que tenemos que hacer los poetas. Tenemos que generar un producto que todavía no existe. Hay cosas esporádicas, pero la gente no se atreve a montar un espectáculo completo porque luego no hay circuito donde venderlo. Tenemos que meternos en las programaciones para que nos tengan en cuenta. La etiqueta ‘poesía’ todavía es peyorativa. Un programador, cuando ve ‘poesía’, todavía se imagina a un tipo con un atril y un músico detrás.

Rimbomba ha sido pionero a nivel estatal. Cuando pensamos en ciclos estables de poesía escénica en teatros, aparece Rimbomba, Poetas en la Abadía (Teatro de la Abadía, Madrid), que surgió después, y, hasta donde llegan mis oídos, deja de contar. Pero más allá de los ciclos, en València, tanto el TEM como la Carme Teatre y, recientemente, el Teatro Círculo programan espectáculos de poesía escénica. ¿Crees que València es pionera a nivel estatal en esta práctica?

Creo que sí. La Carme Teatre hizo un trabajo enorme de defender la poesía escénica. En Rimbomba defendemos que la poesía escénica tiene que formar parte de lo cotidiano, no aislada en un festival. Los festivales son estupendos porque permiten aglutinar y que nos conozcamos los poetas, pero deberían funcionar como un escaparate para programadores y no están funcionando así.

El siguiente paso sería que el Ayuntamiento de un pueblo nos programase en su teatro, pero el problema va más allá, porque estos espacios ni siquiera tienen una programación regular de artes escénicas.

Es un problema que denuncian los colectivos de artes escénicas y, si queremos entrar en el sector, entramos con los problemas incluídos. Las compañías de teatro también demandan más circuito para sus propios montajes. Como autocrítica al colectivo de poetas escénicos, tenemos una tarea pendiente, que es llegar a los programadores.

Jesús Ge. Poesía. Rimbomba
El poeta y gestor cultural Jesús Ge, director artístico de Rimbomba, durante uno de sus recitales. Foto: Lore Land cortesía del autor.

Yendo a lo personal, a ti, Jesús Ge, como artista y como programador, ¿qué es lo que te lleva a la poesía escénica?

Mi trabajo artístico se alimenta de muchas fuentes, desde las artes vivas y lo más alejado de lo convencional hasta el teatro clásico. Lo que siempre ha llamado mi atención es el lenguaje, en todas sus posibilidades. Lo que el lenguaje dice, lo que sugiere y lo que deja de decir. Lo que el lenguaje dice y desdice. Cómo deformar el lenguaje para proponer nuevos significados. Esto se viene trabajando desde las vanguardias.

Si el lenguaje estandarizado no ha conseguido que evitemos dos guerras mundiales o la masacre de Gaza actual o la destrucción del planeta por parte del capital, vamos a desordenar el lenguaje. El lenguaje, desde mi punto de vista, es sinónimo de pensamiento.

Detrás de esa pulsión hacia la práctica artística hay una intención política y social.

Todo es política.

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¿Celebraremos, próximamente, la décima edición de Rimbomba? ¿Cómo está la situación con el cambio de dirección del TEM?

Se nos comunicó que, hasta que encontraran una nueva dirección, la iba a asumir Acción Cultural del Ayuntamiento. Me he puesto en contacto. Dicen que tienen intención de darle continuidad a la programación de Juanma. Como la nueva figura no va a tener un rol de dirección artística, entendemos que van a darle continuidad a lo que se está haciendo.

El caso de Rimbomba es representativo de la inestabilidad congénita de la cultura. Esa sensibilidad a los cambios de gobierno conlleva que los proyectos artísticos no puedan enraizarse. ¿Cómo sobrevivir a la incertidumbre y la inestabilidad?

Es difícil, no tengo una respuesta. Pero creo que uno de los pasos, además del rigor, es el asociacionismo. Tenemos que juntarnos a reflexionar, a pedir, a presionar. El deber de la asociación también sería formarnos en esos asuntos de gestión y de administración que no nos enseñan en los laboratorios.