Muere Jorge Ballester, fundador de Equipo Realidad.

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Miembro del mítico Equipo Realidad, Jorge Ballester (Valencia, 1941-2014) le dio la espalda al mercado del arte hace 38 años. Al mercado, que no al arte, ya que dejó de exponer pero nunca dejó de pintar. Tras el éxito de la extraordinaria exposición “Ucronías, Autopsias, Vendette. Jorge Ballester, memoria y prospectiva”, organizada por la Universitat de Valencia y comisariada por Jaime de Brihuega y Joan Dolç, Jorge Ballester vuelve a exponer una selección del trabajo de sus últimos 35 años en solitario, en la Galeria que apostó por él desde su apertura en 1972.

Bajo el título INCLASFICABLE, se presentó en GALERIA PUNTO pinturas, dibujos, y esculturas realizados por el artista a partir de los años 80 al margen de los dictados del mercado. Es decir, el artista opta por trabajar “a su aire” en un largo periodo de aproximadamente treinta y ocho años en las obras que ahora, en esta exposición, se reúnen y exponen.
Hijo del escultor Tonico Ballester y sobrino del artista Josep Renau, este artista con un alto nivel de “oficio” no sabe, ni quiere, restar compromiso social a su obra ni vigencia a los planteamientos intelectuales y estéticos que le han estado apremiando. La exposición reúne obras pertenecientes a diferentes series: «Retratos a contracorriente”, “Ucronías cubistas” y “objetos convulsos”. Algunas de ellas ya vistas por el público en su pasada muestra en la exposición en la Universidad de Valencia pero que se amplia con novedades sorprendentes en el grupo retratos y esculturas/objetos.
Cuando le preguntan a Jorge Ballester acerca de su profesión, suele contestar «yo soy hartista». Lo que equivale a manifestar su hartazgo con respecto a un buen número de cosas, parte de las cuales son propias de la esfera del arte.
Dentro de la serie “Retratos a contracorriente”, se nos rebelan algunos protagonistas de la aventura cultural del período de entreguerras del pasado siglo, quienes actuaron y vivieron a contracorriente de sus tiempo (personajes como Picabia, Salmon, Duchamp, Jarry, Pittaluga, Feneon, etc…). Ballester homenajea sometiendo a estos personajes a sutiles metamorfosis, suplantaciones y otros ejercicios, y nos muestra un trasfondo no siempre visible en la imagen que de ellos tenemos asentada en la memoria colectiva. Uno se pregunta hasta qué punto estos retratos de personajes “a contracorriente” no sean sino fragmentos del propio hartista, que va hojeando y deshojando su propia mismidad a través de miradas solidarias hacia quienes mantuvieron una irreducible actitud critica frente a la cultura convencional de los tiempos en que elaboraron su trabajo y subversiva creatividad crítica.
Ucronia es la «Reconstrucción lógica, aplicada a la Historia, dando por supuesto acontecimientos no sucedidos, pero que habrían podido suceder” (o como humorísticamente le gusta decir a Ballester: ucronia es lo que en letra de bolero sería, “lo que pudo haber sido y no fué…”). Con ello Ballester aborda una revisión de la experiencia cubista en términos de ucronía propiamente dicha. Esto es, ampliando unos trechos más, gran parte de las rutas emprendidas por dicha poética visual. Unas veces, Ballester disuelve conscientemente la frontera entre la pintura y el diseño gráfico, que el propio cubismo había jugado a debilitar o a transformar conceptualmente en ambigua. Algo que en se transformó en hibernada semilla que habría de fructificar, en otros términos y décadas después, dentro de la estética del pop art. En cambio, en las obras cubistas de pequeño formato y en los bocetos, se nota que Ballester acomete el cubismo conjugándolo en primera persona del presente.
En Ballester encontramos ecos que van desde el período neoclásico hasta la actualidad pasando por las vanguardias clásicas, siendo el resultado de una escrutadora, crítica y atenta mirada al arte producido durante el pasado s. XX (a excepción del abstraccionismo al que deja –vaya Ud. a saber porqué- completamente al margen).

Por ultimo en la nueva serie que titula “Objetos Convulsos” se aproxima desenfadadamente a lo que ha venido llamándose “la poesía del objeto” a la manera del maestro Joan Brossa, de Meret Oppenheim, Oscar Domínguez o Rene Magritte.
En Ballester la singularidad consiste en la conjunción de objetos domésticos y habituales que, en cualquier habitación de cualquier casa no se relacionan entre ellos. El cepillo de dientes “vive” en el cuarto de aseo y la engrapadora en el despacho a muy corta distancia pero perteneciendo a mundos distintos, al juntarlos o fundirlos en un solo objeto hacemos saltar la chispa “poética”, nos dice a modo de explicación. En algunos casos el resultado es humorístico, en otros es casi un jeroglífico y otras veces resulta mágico, pero siempre es sorprendente, divertido e inquietante. Ya, los surrealistas decían que se trataba del encuentro entre una máquina de coser con un paraguas sobre una mesa de disecciones. Recomendamos presten especial atención al objeto que Ballester titula “la madrugada”.

Este texto cita frases de Jorge Ballester, Jaime Brihuega, Joan Dolç y Román de la Calle recogidas en el catalogo “Ucronías, Autopsias, Vendette. Jorge Ballester: Memoria y prospectiva, editado por la Universitat de València.