Jorge Ilegal. Festival Fronteras

#MAKMAMúsica
‘El básico del rock and roll’, con Jorge Ilegal
‘¿Sigue el rock significando rebeldía?’, con Edu Galán y Jorge Ilegal
Festival Fronteras València
Organizan: Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana, Institut Valencià de Cultura (IVC), Palau de les Arts, Ayuntamiento de València con su red de bibliotecas municipales y La Fábrica
Colaboran: Palau de la Música, Gremi de Llibrers, Berklee College, Ayuntamiento de Elche y Radio 3 como medio asociado

En el marco del Festival Fronteras, Jorge Ilegal recaló en València incendiándolo todo. Su primera intervención se produce en formato taller, en la Biblioteca Joanot Martorell de Marxalenes. Entre el público se aglutina un conjunto de roqueros expectantes por ver al artista. Los temas sobre los que reflexiona –desde sus inicios como músico, hasta la situación actual del género– no dejan indiferente a nadie.

Allí, se presenta un Ilegal adolescente vislumbrando la que sería su primera guitarra: aquella que logró conseguir con el dinero de varios premios de concursos de pintura, como confiesa el cantante. Pero también tenemos la suerte de conversar con el gran músico acerca de los entresijos de la creación y nos insiste en la importancia de los referentes y del trasvase entre las artes: “Yo no me considero creador. En las artes todo viene de algo anterior; caminamos a hombros de gigante. Aconsejo a todos los creadores que roben todo lo posible. Aprópiense de Ilegales”.

En cuanto a sus referencias, Jorge Ilegal señala que algunas de sus letras son poesía pura; otras, simple obscenidad callejera. Ambas son valiosas. Dice que algunas tienen un significado político y otras carecen absolutamente de él, “en esa línea del mundo contemplativo, en la misma onda que Juan Ramón Jiménez y que otros poetas en el mundo real. Además, he tenido la fortuna de tener dos abuelos con una gran biblioteca que he explorado a fondo: mucho Baroja, Azorín, Generación del 27, del 98, la literatura francesa…”.

Con respecto a la trayectoria del grupo, el cantante nos traslada al Madrid de los años 80 y, provocador, comenta que “la Movida madrileña eran cuatro pijos. Hasta que empiezan a intentar importar gente. Entonces, llegan de Galicia grupos como Siniestro [Total]; de Barcelona, Loquillo, y Los Cardiacos, de León”.

Sin embargo, cuando se le pregunta por Ilegales en la actualidad, indica: “Son consecuencia de Ilegales en el pasado. He dicho muchas veces que el presente está hecho de pasado y futuro. Miramos al pasado para saber de dónde venimos, ver qué potencial tenemos, y miramos al futuro para visualizar el objetivo al que queremos llegar. Es cierto que, cada día que pasa, el pasado es más amplio y el futuro es más corto. Es una enfermedad que se contrae al nacer”.

Aunque durante su charla en la biblioteca de Marxalenes, el funcionamiento de la industria musical no queda exento de críticas (como la huella ecológica de los festivales, la imposición de la música anglófona o la venta de entradas), “la banca se está llevando su parte del rock”, rememorando, por contra, la importancia que tuvieron las radios libres en la época, que, sin pretensiones de ventas, difundían música de calidad.

Pese a las críticas, Jorge Ilegal, con cierto tono esperanzador, alentaba: “Hay que saber bailar con el diablo”. Una máxima que emparentar con los inicios de su grupo. “No teníamos dinero, era una delincuencia de baja intensidad. Creamos el equipo para ser una unidad autogestionada. Éramos muy efectivos”. De hecho, los Ilegales quedaban definidos por esa actitud punk y por el “hazlo tú mismo” que diferenciaba al sonido de la banda de otras tantas del momento. “Tocábamos con Radio Futura y era como quitarle el caramelo a un niño”, recuerda con cuasticidad.

Interrogado acerca de si había, aún, restos de buen rock en el panorama actual, Jorge Ilegal no tuvo inconveniente en hacer algunas recomendaciones: “Hay chavales jóvenes muy buenos”, como Mota Blues o UHP. Incluso, sorprendió al público hablándo de la cumbia-punk, un género que encuentra atractivo y que tiene en sus grupos un componente intergeneracional muy enriquecedor. De València, mencionó a El Twanguero.

Ya en Les Arts, ‘¿Sigue el rock significando rebeldía?’ procuró una conversación entre el músico avilesino y el escritor ovetenese Edu Galán (una comunión entre asturianos indóciles), moderada por la periodista Amparo Soria. Atendiendo a los orígenes del rock, Jorge Ilegal nos enseña que es una actitud primaria que ya encontramos en autores clásicos como Catulo o en autores del Siglo de Oro: “Quevedo es más duro que los Sex Pistols”, profería como una no tan boutade, si bien “el rock and roll tiene dientes y algunos sabemos usarlos”.

“El rock es una toxina”, un fármaco sonoro realmente beneficioso como muchos deportes de masas. Por el contrario, habla del flamenco como una “música contaminante”, que se ha hecho hueco en el mercado a través de vender la historia de los marginados.

Durante el diálogo con su colega del norte, Jorge Ilegal rindió honores al público latinoamericano, rememorando varias anécdotas, entre las que figura haber sido expulsado de algunos países de Latinoamérica o ser declarado persona non grata. “Los fans lograron que volviésemos para dar un concierto. Volví a creer en el rock and roll”.

Sus aventuras como uno de los grupos favoritos de Pablo Escobar despertaron los aplausos y las risas del personal. “Pablo Escobar, cuando contrataba a sus sicarios, les daba arma, munición, las llaves de un vehículo y una cinta de Ilegales, y les decía: ‘Esta me la pones a tope cuando vayas conduciendo’. Me pareció una medida inteligente. Tenemos el honor de ser la banda sonora de un montón de crímenes”.

Impelido por el contexto geopolítico internacional, el cantante de ‘Tiempos nuevos, tiempos salvajes’ hiende con sorna: “Yo creo que Putin se viste con los vestidos y joyas de Catalina la Grande; de noche, cuando nadie le ve”.

Y fue un placer comprobar que el espíritu de aquel tipo que incitaba con su “levántate y lucha” permanece intocable ante la mención a la coyuntura de sus orígenes más transgresores y a su famoso stick de hockey: “Llegó un momento en el que el desmantelamiento industrial de la zona en la que vivía se hizo real; no pudimos evitarlo, a pesar de haber combatido muy duramente. No sabíamos que todo combate iba a llevar al fracaso. Lo bello es combatir, aunque pierdas la batalla. Los verdaderos héroes están condenados a fracasar”.